• Del cine a la TV: Rodrigo Ordóñez y Max Zunino - Room Service

    Alfonso Herrera, coprotagonista junto a Damián Alcázar de “El Dandy”.

  • Del cine a la TV: Rodrigo Ordóñez y Max Zunino - Room Service

    Bárbara Mori y Leonardo Sbaraglia encabezan el reparto de la serie “Dos lunas”.

Del cine a la TV: Rodrigo Ordóñez y Max Zunino - Room Service

Con más de 500 horas de ficción escritas la agencia Room Service  cuenta con una vasta experiencia en el desarrollo y escritura de contenidos para cine y televisión. Fundada en 2010, algunos de los proyectos de esta empresa mexicana, entre los que se encuentra “El Dandy” o “Dos lunas”, han pasado por las pantallas de canales como Fox Latinoamérica, Sony Spin, MTV y Telemundo, entre otros. Además, a través de su productora hermana Bolchevique!, son responsables de la producción de los largometrajes “Asteroide” de Marcelo Tobar y “Los bañistas” de Max Zunino. Con motivo de la primera edición de Cabos TV -iniciativa del Festival de Cine de Los Cabos para “analizar el cambio de paradigma en el consumo de entretenimiento digital”- LatAm conversó con los directores y guionistas Rodrigo Ordóñez y Max Zunino.

En los últimos años ha aumentado el número de directores de cine que han incursionado en la dirección y producción de series de televisión de calidad.  ¿A qué responde esta tendencia?

M.Z.: Personalmente creo que se trata de una evolución natural de los contenidos. Primero, porque con el consumo bajo demanda se han borrado mucho las líneas entre el cine y la tele, los límites entre lo que es ir al cine, ver cine en la televisión o televisión en el cine. La participación en series de actores, guionistas y directores -sobre todo en Estados Unidos- también ha contruibuido a borrar esos líneas. Entonces era lógico que esa “evolución” llegara también a Latinoamérica, aunque hay que reconocer que ha habido resistencia por parte de algunas ventanas y que hay grandes diferencias económicas si comparamos la producción de series latinoamericanas con las estadounidenses.

R.O.: La forma que uno puede comercializar una serie de televisión es mucho más rentable que la forma en que uno puede comercializar una película en Latinoamérica porque hay grandes cadenas que se interesan en comprar y distribuir contenidos, algo que no pasa con nuestro cine. Es interesante ver cómo a través de las series se está llegando a un público que nuestro cine no alcanza en este momento. La situación se ha vuelto muy interesante para los cineastas y eso se debe, en parte, al cambio de paradigma que hubo en Estados Unidos, que ayudó a dejar de lado la creencia de que la televisión genera contenidos banales y no autorales, sino meramente industriales. Se ha empezado a generar contenidos de mayor profundidad y ahí se ha abierto una nueva ventana. Ahí podemos ver que, en lugar de desarrollar una historia o un personaje en dos horas, se puede desarrollar en ocho, trece o veinte horas. Y esas son posibilidades narrativas mucho más profundas y grandes que las que teníamos antes.

¿Cuáles son los principales desafíos que implica ese salto del cine a la “pantalla chica”?

M.Z.: Estamos hablando de animales diferentes. El mayor desafío es obviamente el económico y que en Latinoamérica se producen muy pocas series de alto presupuesto y muchas telenovelas y formatos baratos. La de la tele, es una industria que se ha movido siempre en base al volumen y a llenar muchas horas de pantalla con poco dinero.

R.O.: La televisión en este momento, sobre todo la televisión abierta en Latinoamérica, tiene un nivel cultural muy bajo. Se focaliza en el escándalo, en el amarillismo, en la nota rosa o ese estilo de cosas, así que el principal reto es construir público. Esto es algo que está comenzando a ser más sencillo gracias a las nuevas plataformas de contenidos donde los contenidos empiezan a encontrar su público. Los canales de televisión están de cierto modo blindados a los nuevos productos y quieren mantener el público que consume esa nota rosa, ese producto barato y de bajo nivel. Pero ese público está desapareciendo poco a poco conforme va envejeciendo, mientras que los gustos de las nuevas generaciones se están empezando a diversificar. Eso es bueno porque nos da la oportunidad de encontrarlos en otros lados y de traerlos a lo que nos interesa contar. Hay que romper el estigma de la televisión de baja calidad latinoamericana, ¡ahí está el reto! El público busca ahora a sus autores en la televisión, porque si quieres ver algo de Scorsese o Fincher tienes que ir a verlo a la tele.

Es interesante ver cómo a través de las series se está llegando a un público que nuestro cine no alcanza en este momento

El desembarco de grandes directores también ha favorecido mucho esta tendencia.

M.Z.: Sí, le ha dado credibilidad, pero la televisión estadounidense es mucho más de escritores que de directores. Los directores suelen tener apariciones especiales, como invitados, y también hay muchos productores que le ponen su sello a las series.

¿En qué situación se encuentra el continente a  nivel técnico para producir series de calidad?

M.Z.: En México, por ejemplo, tenemos los mejores fotógrafos del mundo, generaciones y generaciones y es una veta que no se acaba. No hay que preocuparse en ese sentido. En todo caso hay que preocuparse de cómo hablarle a nuestro público.

R.O.: Quizás podamos estar un poco más rezagados en el tema de la generación de los proyectos, de las historias y de los escritores, porque el escritor hasta el día de hoy , en México al menos, si quiere vivir de escribir tiene que trabajar para la televisión haciendo el tipo de contenidos de baja calidad de los que hablamos anteriormente. Lamentablemente son muy pocas las ocasiones que se tiene para enfrentarse a demandas de alta calidad, así que si lo hace, lo hace por gusto propio, no por la demanda de un mercado. Esa es un área que tenemos, por lo menos en este país, que desarrollar y a lo que le estamos apostando nosotros: hay que entrar en este nuevo paradigma al que entraron los americanos, de trabajara con showrunners o jefe de escritores como cabeza de proyecto que le den una noción conceptual a los proyectos.