Festival de Rotterdam 2009: cerca del talento latino

“Somos frágiles, y ellos lo asumen”. Así define el argentino Rodrigo Moreno la actitud del Festival de Cine de Rotterdam (IFFR) hacia los realizadores independientes, incluyendo en este grupo, por supuesto, a los latinoamericanos. Creado en 1972, el certamen holandés se dedica al descubrimiento de nuevos talentos en el ámbito del cine de autor, abriendo espacio para las cinematografías de países en desarrollo, fundamentalmente de Asia y Latinoamérica.

Pensando en términos latinoamericanos, la sensación que me traigo a casa tras participar en la edición 38 de este evento a través del Trainee Project for Young Film Critics es que Rotterdam es una gran familia latina. En sus diferentes secciones, desde la competencia oficial a las muestras paralelas, es habitual encontrarse con cineastas brasileños, argentinos, uruguayos, mexicanos que reciben apoyo del fondo Hubert Bals un año y al siguiente vuelven a participar, por ejemplo, en la sección oficial, en un proceso que el mismo festival pretende que sea continuo, con los diferentes espacios del festival integrándose para el beneficio de las películas y del público.

Este año, “Turistas”, de la directora chilena Alicia Scherson, fue la única latina en la competencia por los VPRO Tiger Awards (reservada para primeras y segundas obras de ficción). La película estuvo en 2008 en la selección del Hubert Bals y fue premiada con apoyo financiero para su etapa de desarrollo. Un camino parecido tuvo “Play”, la primera película de Scherson, que recibió ayudas para desarrollo de proyecto y distribución el mismo año (2003) que su directora exhibió su corto “Crying under water" en el festival. Entre una visita y otra, la chilena estuvo presente durante años consecutivos en el CineMart, la plataforma de coproducción del festival, con el proyecto de su tercer largo.

Es por esto que tanto el CineMart como el fondo Hubert Bals se han vuelto espacios imprescindibles para muchos realizadores latinoamericanos que, por otro lado, son talentos que el propio festival quiere tener cerca. Este año, en la 26ª edición de estos encuentros entre cineastas, productores y coproductores, estuvieron presentes cuatro proyectos latinos sobre un total de 36: “Girimunho”, de los brasileños Helvécio Martins y Clarissa Campolina, “Un mundo misterioso”, del argentino Rodrigo Moreno, “La tercera orilla del río", de la argentina Celina Murga, y “3”, del uruguayo Pablo Stoll. Todos ellos participantes también de otras iniciativas del festival o, en otras palabras, miembros del extenso networking de Rotterdam.

Según Celina Murga, cuya “Una semana solos” estuvo en la programación de este año, “lo mejor del CineMart es la oportunidad de conocer personalmente a las personas, tanto en las reuniones como en las fiestas. El factor humano está siempre presente y Rotterdam lo tiene muy en cuenta”.
Pablo Stoll también estuvo satisfecho, pero con menos elogios: “Me parece bien estar aquí para empezar relaciones con coproductores y también el hecho que no te pidan el guión terminado. De hecho, puedes presentar lo que quieras. Pero también es muy agotador. Son más de 60 reuniones en menos de cinco días”, opina.

Si la chilena “Turistas”, de Alicia Scherson, no estuvo entre las tres premiadas de los VPRO Awards (ganaron “Breathless”, del coreano Yang Ik-June, “The Wrong Rosary”, del turco Mahmut Fazil Coskun, y “Be calm and count to seven”, del iraní Ramtin Lavafipour), otras películas chilenas fueron tema de conversaciones en los pasillos del evento. “Tony Manero”, de Pablo Larraín, participó en la programación (sección “Bright Future”, dedicada a nuevos talentos) y consiguió el premio holandés de distribución de la KNF (la asociación de periodistas de cine de Holanda). “La nana”, que acaba de triunfar en Sundance, también fue elogiada confirmando la sensación general de que Chile está atravesando un buen momento y va rumbo a convertirse en un país “requerido” por los festivales internacionales.

Junto con Bright Future, la sección Spectrum, que exhibe películas de directores ya consagrados, también ofreció una larga y respetable lista de participantes latinoamericanos tales como “La mujer sin cabeza”, de Lucrecia Martel, “Historias extraordinarias”, de Mariano Llinás, “A festa da menina morta”, de Matheus Nachtergaele, y “Los bastardos”, de Amat Escalat.

Camila Moraes hace un repaso de la presencia latinoamericana en la última edición del Festival de Cine de Rotterdam