Cartagena 2012: “Jardín de amapolas”, crecer en medio del conflicto interno colombiano

Festivales - Colombia

Juan Carlos Melo Guevara presentó en la competencia Colombia al 100% del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), su primer largometraje como realizador y guionista, “Jardín de amapolas”, una producción de Chirimoya Films que habla sobre las víctimas inocentes del conflicto interno colombiano. La película, que en diciembre pasado obtuvo en Ventana Sur el premio Copia 0 de Primer Corte, se exhibió en calidad de premiere mundial.

“Jardín de amapolas” cuenta la historia de un niño que junto a su padre campesino deben desplazarse de sus tierras. Con la sombra de la violencia que acecha, el hombre encuentra como forma de supervivencia un trabajo en un campo ilegal de amapolas, planta de la que se desprende la heroína. Mientras, el niño vive su cotidiano entre aventuras y la inocencia del primer amor. La dura realidad turbará sus vidas.

“Muchas de las historias que se tejen en la película son sacadas de la realidad, incluso de personas muy cercanas como familiares míos”, introduce Melo Guevara sobre su opera prima, una película que considera un grano de arena para la reflexión de la sociedad: “Yo soy un convencido de que tiene que haber un pasado, una memoria, y una memoria que sea verdadera. Entonces las películas y los libros ayudan a nutrir esa memoria colectiva que tanta falta le hace no sólo a Colombia, sino a toda Latinoamérica para que pueda seguir adelante con otras perspectivas”.

Melo Guevara vuelve sobre cuestiones como la violencia, el narcotráfico, el desplazamiento y el conflicto armado, temas habitualmente abordados en el cine colombiano que considera que “nunca se agotarán”. Su modo de particularizar su historia es ofreciendo “la visión de un adulto sobre cómo los niños viven en un conflicto”.

El proceso de desarrollo de la película fue extenso, e incluyó la preparación del elenco de actores naturales, especialmente del niño protagonista, Luis Burgos, con quien se trabajó durante dos años previo al rodaje. Explica el director sobre el trabajo con actores naturales: “Trato que los actores naturales se parezcan al personaje, por lo menos físicamente. Eso ya es una gran ayuda. Y después se trabaja igual que con el resto de los actores; obviamente, le enseñas cosas como no mirar a la cámara. Es un trabajo dispendioso, pero cuando pasas esa etapa empiezas a trabajar de una manera muy agradable porque como son personas que nunca han hecho cine, se entregan de una manera casi igual a la del director porque se sienten también dueños del proyecto”.

Otra de sus peculiaridades es que se debió sembrar un campo de amapolas especialmente para la filmación, ya que era complejo utilizar uno real. “Fue difícil porque es una planta que es prohibida. Tuvimos oportunidad de filmar en un sembrado real pero nuestro temor era que si grabábamos, nos íbamos y al poco tiempo lo erradicaban, pensaran que nosotros habíamos avisado. Entonces yo tomé la determinación de sembrar el nuestro. Nos asesoramos cómo hacerlo. Había que fumigarlo, sembrarlo, desyerbar cada cierto tiempo, echar abono…Hicimos uno pequeño y nos quedó muy bonito. Ese lo usamos para los planos cercanos y el resto lo hicimos con computador. Y tuvimos que avisar a la policía antinarcóticos que íbamos a estar ahí con nuestras plantas”, relata.
Rodada con poco presupuesto en la zona de Ipiales, frontera con Ecuador de donde es oriundo el director, su paso por Cartagena representa una forma de visibilizarla en Colombia, donde la producción audiovisual se concentra en Bogotá. Es también el puntapié inicial de su camino por festivales y un probable estreno comercial en el transcurso del año.

Mientras tanto, Melo Guevara ya piensa en un próximo proyecto que le permita desprenderse de lo que significó “Jardín de amapolas”: “Tengo otro proyecto que es una comedia un poco negra. Es chévere salir un poco de lo que fue esta película emocionalmente. Yo la asumo a ‘Jardín de amapolas’ como cuando un familiar muere y tú haces un duelo. El duelo se tiene que vivir, pero también se tiene que dejar atrás. Entonces creo que se pueden hacer otras cosas, como comedias, sin quitar el espíritu y la impronta que tenía la película anterior”.

Por Cynthia García Calvo.