El pasado sábado 19 de mayo finalizó la 71º edición del Festival de Cannes, una versión que será recordada por las proclamas feministas y antirracistas en las escaleras principales del Palais des Festivals. Con un palmarés repartido en el que la Palma de Oro fue para "Shoplifters" del japonés Hirokazu Kore-Eda, dos largos coproducidos entre Brasil y Portugal y un corto chileno acercan los escasos premios a la región latinoamericana.
En la sección oficial Un Certain Regard, el premio especial del jurado fue para “Chuva Cantoria na Aldeia dos Mortos” de Renée Nader Messora y João Salaviza (Entre filmes yMaterial Bruto, Brasil /Karõ Filmes, Portugal), una película documental rodada en 16mm en torno a la comunidad Krahô a partir de la historia personal de Ihjãc, un joven viviendo el duelo ante la muerte de su padre. El filme de Messora y Salaviza rompió con éxito el maleficio de Brasil en la sección, donde hacía siete años que no se presentaba.
La 57º edición de la Semana de la Crítica, sección paralela dedicada a primeras y segundas obras, otorgó el Gran Premio al largometraje luso-franco-brasileño “Diamantino”, debut de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt. Protagonizada por un futbolista de éxito en decadencia, la única representante regional en la sección atraviesa conflictos contemporáneos como el neofascismo o la crisis de refugiados. El reconocimiento está dotado con 15 mil euros para los directores.
Por su parte, el primer premio de Cinefondátion fue para el corto chileno “El verano del león eléctrico” de Diego Céspedes (Universidad de Chile). El galardón consiste en 15 mil euros y el pasaporte directo para Céspedes para regresar al Festival de Cannes a estrenar su debut en largo.
En la Quincena de los Realizadores, la sección con mayor representación latinoamericana en esta edición del certamen, la coproducción franco-belga “Clímax” del director argentino Gaspar Noé fue reconocido con uno de los premios no oficiales -los únicos de la sección, no competitiva-: el Art Cinema.