DocMontevideo 2011: Marcel Lozinski, “la realidad llena la escena”

Documental - Uruguay

Desde Montevideo, por Camila Gabito El director polaco Marcel Lozinski impartió una clase magistral como parte del programa de DocMontevideo 2011, el encuentro documental de las televisoras latinoamericanas que finalizó el pasado 29 de julio. La actividad se llevó a cabo en el Teatro Solís, donde el realizador exhibió y comentó parte de su obra, y habló sobre su forma de concebir el género documental.

Primero, se proyectó “Todo puede suceder”, documental de 1995 en el que el director destacó la premisa que lo impulsó a realizarlo. “Cada documentalista sueña con hacer preguntas a la gente sobre la vida, el amor, la muerte, el miedo, pero no se atreven”. Por esto decidió trabajar con su pequeño hijo, Tomek, que a sus seis años era muy curioso y le gustaba conversar en la calle con desconocidos. Lozinski le planteó a su “alter ego” un juego durante siete días, que consistía en ir al parque y hacer las preguntas que se le ocurrieran a la gente que allí se encontraba. El resultado de ello es un film realizado con un lente teleobjetivo y unos micrófonos en los hombros de Tomek, en el que el niño conversa sobre los temas más universales de la vida con personas mayores.

En relación al montaje, Lozinzki contó que adora ese momento porque ahí realmente siente que está haciendo la película. En el caso de “Todo puede suceder” montó 22 versiones y se las mostró a personas muy distintas para ver cuál funcionaba mejor.

El siguiente film que exhibió fue “Mi puesto” (1985) en el que recorre un hotel y entrevista a las personas que allí trabajan. Se utilizó esa locación específica para, a partir de un lugar pequeño, mostrar algo más grande, que era la Polonia socialista de ese momento y cómo las personas querían existir como individuos a pesar de la primacía de la masa.

Al igual que en “Mi puesto”, en “A 89 mm de Europa” explora la metáfora realista como recurso cinematográfico en el que la metáfora se crea desde la realidad tal cual es. Este film, nominado al premio Oscar, muestra la técnica de cómo se modifican los trenes para pasar de Rusia al resto de Europa, por la diferencia de 89 milímetros entre los rieles. Esa diferencia es, de algún modo, la representación de cuán separados estaban esos dos mundos en ese momento. Los pasajeros no se bajaban y los obreros no hablaban durante el trabajo, pero Lozinski pensaba que ese tipo de contacto humano era necesario para reconciliar a las dos partes. Por eso, llevó a Tomek, y se aseguró así de que pasara algo, de que hubiera un punto de quiebre en la escena.

Después se proyectó su primera obra, “Final feliz”, que fue censurada por el gobierno del momento. Lozinski quería filmar una sesión del partido comunista y para ello utilizó se apoyó en la técnica del psicodrama. Se les propuso a todos un tema a discutir y se los obligó a encontrar un culpable. Solamente les dio motivaciones a los participantes porque sabía que los argumentos saldrían espontáneamente. Además llevó a un amigo de él, que era afiliado al partido pero que nunca había asistido a las reuniones de ese grupo, por lo que se podía intuir que sería elegido culpable. La metodología del psicodrama solo la usó en otra oportunidad más, pero explicó que funciona como un buen dispositivo de juego en el que las personas se abren lo suficiente porque se sienten protegidas.

En 1974 rodó “Une visite” (Una visita) y dos décadas después le agregó una segunda parte, generando un nuevo documental titulado “Para que no duela”. En la primera parte, el documental acompaña el reportaje de una periodista a Úrsula, una mujer del campo que por aquel entonces estaba siendo usada por el socialismo como modelo de conducta y de vida. La relación con Lozinski continuó por carta, hasta que 23 años después de esa primera cinta, al director no se le ocurría una idea para rodar, y decidió llamar de nuevo a Úrsula para ir a visitarla. El mismo equipo, con excepción de la periodista, asistió a la misma locación y volvió a entrevistar a la mujer en una experiencia sumamente conmovedora.

Junto con la exhibición de sus películas, Lozinski ofreció también consejos a los participantes del taller. Por ejemplo, se refirió al guión para documental, y explicó que en realidad siempre son aproximados: “hay que dar una dirección, pero al final siempre es la realidad la que llena la escena”. Con respecto a buscar un tema para una película, recomendó no hacerlo lejos, sino mirar alrededor de cada uno. “Muy cerca, ahí está el tema. Hay miles de temas para encontrar, y hay que perder el miedo a hacer películas sobre eso. Sólo así estamos seguros de conocer esa realidad y poder ir más profundo”, explicó. Y finalmente esbozó algunas reflexiones éticas acerca de su profesión: “el realizador debe saber que es responsable de proteger al héroe” y debe ser consciente de ello a la hora de montar el documental.

Marcel Lozinski tiene 71 años y ha hecho unas 22 películas, muchas de ellas premiadas en varios festivales. Actualmente, dirige el Departamento Documental de la Andrzej Wajda Master School for Film Directing, y da clases en la FEMIS de París y en la Escuela de Cultura Polaca de la Universidad de Varsovia. Su última producción, que está en proceso de montaje, es un viaje en camioneta de él y su hijo cineasta, Pawel, con quien establece una relación muy especial a partir del rodaje.