• Alfredo Castro, actor de “Los colonos”, película en competición en Cannes

Alfredo Castro, actor de “Los colonos”, película en competición en Cannes

Fue un perseverante aspirante a John Travolta en “Tony Manero”, film que compitió en la Quincena de Cineastas en 2008, y en el que además de actuar, fue coguionista junto al director Pablo Larraín. Fue un instructor de equitación en “Los perros” de Marcela Said, que participó en la Semana de la Crítica en 2017. Fue el padre que regresa de la prisión en “Karnawal” de Juan Pablo Félix. Fue una mujer transgénero en “Tengo miedo torero” de Rodrigo Sepúlveda. Con Larraín interpretó al padre Vidal, un sacerdote pedófilo en “El club”, ganadora en Berlín en 2015.

Alfredo Castro es uno de los actores latinoamericanos más premiados y reconocidos internacionalmente. Se formó durante la década del 80 en la London Academy of Music and Dramatic Art. Posteriormente, completó su formación teatral en Francia junto a directores como George Lavaudant ( “Terra Incógnita”) y Jorge Lavelli, fundador del teatro parisino Théâtre National de la Colline.

Muy solicitado debido a su enorme versatilidad, Castro rueda entre cinco y seis producciones al año. Larraín, que debe conocerlo muy bien después de haber trabajado con él en seis de sus nueve películas, dijo de él: “Como actor, Alfredo tiene muchas capas, después de una, otra y otra más. En cada película descubres una nueva, una visión, la vida y la humanidad completamente diferentes a lo que ofreció antes”. Muy esperada es su próxima colaboración en “El Conde,” la comedia negra producida por Fábula para Netflix en la que Castro interpreta a Salvador Allende. Larraín fue también estudiante de teatro de Castro, que ha alternado su carrera de actor con la de docente, autor y director teatral. Otros trabajos pendientes de estreno del actor chileno son “Perros” de Vinko Tomicic; “Dreamer”, producido por Axel Kuschevatzky (“Argentina, 1985”) y protagonizado por la actriz mexicana Yalitza Aparicio (“Roma” de Alfonso Cuarón); y “El viento que arrasa” de Paula Hernández, una producción de la uruguaya Cimarrón Cine en coproducción con las argentinas Rizoma y Tarea Fina en la que Castro trabaja junto a Sergi López.

LatAm cinema conversó con Castro con motivo de la selección de “Los colonos”, el primer largometraje de Felipe Gálvez, en Una cierta mirada del Festival de Cannes. Se trata de una producción internacional liderada por la chilena Don Quijote Films protagonizada por el reconocido actor chileno.

Empecemos por “Los colonos” y por Felipe Gálvez...

Creo que Felipe es un director ya completamente maduro, aunque sea su primer largometraje. Recuerdo que mantuvimos una primera conversación por zoom y conversamos harto sobre el guion. He tenido la suerte de trabajar con directores con los que siempre fue posible entablar una conversación, un fluir creativo interesante. Cuando en una de las filmaciones al aire libre en la Patagonia, en Tierra del Fuego, yo me acosté en el pasto a descansar un rato, de pronto Felipe gritó: “¡Traigan la cámara, traigan la cámara! Yo pensé: “pero, ¿qué escena es esta?”. No sabía qué pasaba, pero él vio la escena donde el terrateniente criminal estaba como protegiendo su tierra y, al mismo tiempo, el muchacho con el fusil que lo protegía estaba ahí también, velando por su siesta. Ahí vi que Felipe es un gran director, mirando lo que uno no ve, ni lee en los guiones. Esa agilidad es maravillosa.

¿Puedes contarnos un poco sobre la historia?

Hay dos familias, los Brown y los Menéndez que, como buena historia de Chile, se mezclan, se unen y crean las grandes industrias de ovejas crianza y se construyen mansiones increíbles con materiales y objetos traídos de Europa, de donde proceden. Los Brown y los Menéndez, este último era español. Ellos protagonizaron un genocidio espantoso. Pagaban por las orejas y los úteros de las mujeres indígenas asesinadas. Más allá de la anécdota, que es siniestra, lo interesante es que sucede en tiempos en que está instalada la república en Chile. Es algo comparable al golpe de estado de Pinochet. No, no es una historia de Cristóbal Colón o Hernando de Aguirre en los siglos XV o XVI llegando a conquistar territorios para el Reino de España. No, esto era gente cuyo único propósito era que no querían un indio en sus tierras.

¿Tuviste algunas pautas de trabajo con Gálvez?

El trabajo con los más jóvenes es enormemente interesante. A mí con Felipe me interesaba preguntarle por sus posiciones políticas, estéticas frente al tema y la historia. De verdad que honestamente te digo, que me importan los proyectos en su totalidad; a mí, la cantidad de escenas que ruedo yo me da lo mismo, puede ser una, pueden ser 200, pueden ser cinco.

Entonces eres un actor sin ego...

No, porque a la escena que tengo le saco el jugo... (ríe). La verdad es que me resulta muy preocupante revisar los catálogos de las plataformas, y ver la cantidad de basura que hay y uno se pregunta: ¿cómo han gastado tanto dinero en hacer esta porquería de película? La verdad es que me siento muy feliz de haber trabajado en las películas que he hecho. He trabajado con Larraín, con Ruiz Palacios, con Said..., grandes directores que han hecho películas de culto. No hay película en que yo vaya a trabajar, y que falte el chico que hace electricidad, por ejemplo, y me diga “déjame sacarme una foto” porque “Tony Manero” me ha marcado...

Me gusta moverme en territorios donde haya conflicto, oscuridad.

¿Cómo te llegan los proyectos, siempre por tu agencia, Mesala?

Sucede de todo. Con Mesala, que son estupendos, nos planteamos desde el inicio una relación abierta. Hay proyectos en España que me llegan a través de mis agentes, y también hay directores que acuden directamente a mí. No hay una norma fija.

¿Y qué tipo de papeles buscas también en este momento de tu carrera?

Les pido a mis personajes que tengan buenos conflictos, no me importa que sean, como te digo, dos, tres, una escena o 200. ¡Porque a veces hay 200 escenas en que no pasa nada! Mi conversación con ellos es preguntarles eso: ¿dónde está ese punto de oscuridad? Yo no creo en otra cosa. Yo creo que el cine, el arte, el teatro, desde los griegos, está hecho de estas pequeñas grandes historias familiares, de los Edipos... donde suceden las cosas más horrorosas... Ahí me gusta moverme a mí, en territorios donde haya conflicto, oscuridad. Y esto debería valer tanto para los personajes principales como para los secundarios.

¿Harás comedia en algún momento?

Pues mira, tengo unas ganas enormes, pero no me llegan proyectos... En televisión hice durante muchos años, pero no me llegan proyectos de cine ahora...

Entre los muchos actores que hay están los de carácter, que siempre hacen un papel similar, y otros a los que apenas se les reconoce. Tú eres de estos, y de forma radical.

Es que lo siento como algo necesario... Yo escribí un texto hace unos años en el que defendía que había un “tercer cuerpo” en el juego. Es decir, que entre yo, Alfredo, y mi cuerpo, en el juego entre esa realidad y esa ficción, mi metabolismo –sea Hamlet o Tony Manero–, necesita crear un tercer cuerpo distinto, entre aquello que está escrito y aquello que está en mi carne, donde yo pudiera mirarme también, porque si no, es la locura. Yo puedo emocionarme “viéndome”, haciendo de otro, sufriendo por otro, agonizando por otro. Es lindo, me gusta, me gusta mucho.

¿Qué cambios han traído las plataformas?

De alguna manera, las plataformas “democratizaron” también las grandes voces del cine, ofreciendo grandes ciclos retrospectivos, en muchos países donde no habíamos tenido la oportunidad de ver títulos tan importantes. Ahora, por otra parte, hay una gran cantidad de españoles que están viniendo a filmar en Chile, porque el cine está viajando más y mejor por los streamers. Y a los chavales no les importa ponerse los subtítulos en lo que ven desde sus pantallas. Que yo vaya a Argentina a hacer de argentino y que vaya también Sergi López a lo mismo ¡es fantástico! Son aspectos sin duda, muy positivos. A mí esto lo que también me produce son ganas de ir al cine a meterme en una sala oscura, uno de los últimos ritos que quedan.

Otro aspecto es el proceso de internacionalización creciente que están suponiendo. ¿Hasta qué punto es real?

Recuerdo mucho la canción aquella de Serrat, basada en un poema de Benedetti, “El sur también existe”. Siendo latinoamericano, uno siente que hay una distancia con la industria europea. Siento que hay una industria europea o americana que considera que ciertos actores deben estar sentados en las primeras cinco filas y el resto al fondo. Como actor latinoamericano, las barreras no están rotas completamente, uno siente que nunca va a lograr llegar a trabajar con los grandes nombres del cine español o europeo. Españoles como Almodóvar, Amenábar, qué sé yo... Supongo que ellos también deben estar prisioneros de la industria, ¿no? De que tienen que devolver 200 millones de euros... no sé.