Alonso Aguilar-Castillo, director del Baja International Film Festival
Creado en 2012 con el objetivo de fomentar la cooperación y coproducción cinematográfica entre los países de Norteamérica, el Baja International Film Festival da un nuevo paso en su segunda edición (13-16 de noviembre) fortaleciendo su apuesta por las actividades de industria y por la promoción de proyectos mexicanos en fase de desarrollo y postproducción. Además de los atractivos naturales del municipio de Los Cabos –el “patio de descanso de Los Angeles”, en palabras de su director- el certamen ofrece una importante dotación económica en premios, incluyendo los más de 130 mil dólares que entregará el Gabriel Figueroa Fund a 9 proyectos mexicanos. Alonso Aguilar-Castillo dialogó con LatAm cinema sobre la actual edición y el futuro de este evento.
¿Cómo defines la línea editorial del festival?
El BIFF surge como una plataforma de diálogo y cooperación entre México, Estados Unidos y Canadá. Yo diría que nuestra línea editorial se basa en oponerse a la inercia de mirar al norte con cierta indiferencia o cierto recelo para, en cambio, tratar de identificar las alternativas de colaboración o coproducción que pudieran surgir entre las industrias de estos tres países.
Nuestra competencia oficial está marcada por este espíritu. En primer lugar la ‘Competencia Los Cabos’ incluye películas independientes o de autor de los tres países: tres americanas, tres canadienses y dos mexicanas. Se trata de películas que tienen un ánimo de internacionalización, pero siempre conservando una voz muy firme y honesta de su identidad nacional.
‘México primero’, que es nuestra otra sección competitiva, es la apuesta y respaldo a los cineastas mexicanos noveles que con sus óperas primas o segundas películas participan en esta selección que cuenta con seis cintas, documentales y ficción, que compiten por este premio.
El festival ha logrado posicionarse rápidamente en el calendario mexicano. ¿Cómo ha sido recibida la propuesta en el resto de Norteamérica?
Realmente esta segunda edición nos plantea muchos retos. Por un lado se va a evaluar con claridad lo que se hizo el año pasado. Yo he asumido la dirección a partir de este año, el equipo se reformuló casi completamente y el compromiso con la industria es mucho más claro que nunca.
En Canadá, hemos tenido una fantástica respuesta de Telefilm, la academia canadiense, festivales como el de Toronto y Vancouver, apoyos que nos han permitido contar con una delegación nutrida de este país.
Estados Unidos es un mar más difícil de navegar al no existir una instancia gubernamental que aglutine a toda la industria entonces hemos tenido que hacer una labor más artesanal, buscando quiénes son los productores que tienen la relevancia y la experiencia para querer colaborar con Latinoamérica. Es así que estamos trabajando con representantes de casi todas las agencias de Los Angeles, productoras independientes importantes. La delegación estadounidense contará con alrededor de 90 personas.
Todo esto hará de Baja un espacio útil, de herramientas útiles para los cineastas, más allá del glamour que ya lo da el destino por sí, más allá de las alfombras rojas y las fiestas, que son fantásticas, se trata de lograr que en un solo festival confluyan un montón de personas que de otro modo serían inaccesibles para los productores mexicanos.
Las actividades dirigidas a la industria ocupan un lugar importante en la oferta del festival. ¿Qué objetivos se han trazado para esta sección?
Efectivamente, creo que este año se nota una apuesta concreta de ofrecer más actividades de industria, de convertir al festival en una plataforma para la industria. Soy muy afortunado de contar con un equipo muy profesional, muy experimentado integrado por gente como Alejandra Paulín, nuestra coordinadora general; Maru Garzón, que es la programadora del festival; Carlos Sosa… en fin, una serie de personas que le han dado su sello al festival también. Las actividades de industria de Baja se definen en actividades muy útiles para los productores y por otro lado el ‘Work in Progress México’, que es el único work in progress en el mundo centrado en proyectos mexicanos y que presentará seis películas en corte final a delegados internacionales, además de competir por premios y servicios de unos 65 mil dólares, convirtiéndose en una oportunidad muy interesante para los cineastas mexicanos que participan.
Por otro lado tenemos paneles de discusión con los que queremos iluminar un poco los caminos de cómo construir coproducciones con Canadá y Estados Unidos y un panel de plataformas digitales, un tema que considero muy importante empezar a discutir.
Además, organizamos un taller de capacitación de agentes de ventas. Es nuestro primer paso en el campo de la formación pero representa mucho el espíritu del BIFF: necesitamos apoyar al cine mexicano en las áreas donde es débil, y en estos momentos no hay muchos agentes de ventas mexicanos. Seleccionamos unos veinte participantes que tendrán tutores de primer nivel, como Memento Films, The Match Factory, Mundial, Les Films du Losange, entre otros. Son siete tutores maravillosos que van a dar un taller de capacitación en profundidad y personalizado para formar agentes de ventas mexicanos.
Por último, tendremos el Gabriel Figueroa Film Fund, iniciativa a través de la cual apoyaremos a siete proyectos en estado de desarrollo con 5 mil dólares cada uno y a dos proyectos más, en estado de corte final, con dos premios de 52 mil dólares cada uno para su postproducción, a través de nuestra alianza con Labodigital.
¿Cómo crees que evolucionara el festival en los próximos años? ¿Hay interés en abrir el evento hacia el resto de Latinoamérica?
Creo que el destino es estratégico. Los Cabos ha sido tradicionalmente el patio de descanso de Los Angeles y me parece que hay que capitalizar eso y convertirlo en una oportunidad en donde la gente veo que, además de pasársela bien, puede hacer negocios. Yo voto porque el festival crezca orgánicamente. Hoy nos queda chico el número de días y creo que el festival va a crecer en forma natural en términos de días y de alcance. Personalmente voy a mantener a Baja como un festival amigable para el invitado: no quiero que se convierte en algo imposible de transitar, quiero que los invitados se sientan cómodos. Si la plataforma de industria continúa funcionando, sin duda que tenemos muchas ganas de ampliar su alcance y, por supuesto, apoyar a Latinoamérica en todo lo que esté a nuestro alcance.