Ángel Santos Garcés Constante, director del Festival de Cine de Huesca

La periodista Cynthia García Calvo entrevistó al director del Festival de Cine de Huesca, certamen que ha reforzado su apuesta por el cine latinoamericano.

Ángel Santos Garcés Constante es el director del Festival de Cine de Huesca, certamen consagrado al mundo del cortometraje que emerge como uno de los más respetados en su estilo. Por ello no es de extrañar que la organización del Festival Ibero-Americano de Cinema y Vídeo-Cinesul, cuya última edición se celebró el pasado mes de junio, lo haya convocado para encabezar el jurado responsable de decidir los galardones de la sección Videosul de cortos y mediometraje.

La tarea fue ardua. Alrededor de 50 trabajos debió visionar antes de decidir los premios, pero el balance resultó positivo. “Me sorprendió muy gratamente lo que se presentó“, dice Santos Garcés poco después de finalizado el festival, “vi calidad, y la demostración de ello es que al final hubo cinco películas que estaban en la lucha“.

Si bien las ficciones presentadas le dejaron un buen sabor de boca, los cortos documentales no cumplieron con sus expectativas, particularmente por ostentar una nada disimulada relación con la televisión: “Aprecié que no había tanta calidad porque había obras que eran pura televisión o patrocinadas por televisiones con un formato propio de televisión. Nosotros buscamos más un cine independiente más que de televisión, no es por estar en contra de ellos, pero sí porque entendemos que un director o una producción independiente tiene mayor validez que cuando está apoyada por una posición económica de unas televisiones“.

Santos Garcés señala que es evidente el crecimiento del cine latinoamericano. Tal es así, que en Huesca se decidió sumar recientemente una sección específica para los cortos iberoamericanos, por su creciente número y para dar mayor presencia al cine de la región. “Es de los festivales donde mejor está representada Latinoamérica”, indica, antes de explicar que la nueva sección no hace más que destacar nuestro cine: “El jurado iberoamericano juzga esos cortos, y los ganadores pasan automáticamente a competir en la sección internacional. Por lo tanto, al jurado internacional le dejamos un huequito para que vea las cinco o seis latinoamericanas premiadas. Con lo cual ayudamos más a Latinoamérica, lo potenciamos más. Este año, por ejemplo, los concursos lo ganó una mexicana”.

Acostumbrado a ver una buena porción de la producción latinoamericana, observa que sus historias se equiparan al cine internacional: “Cada vez son menores las diferencias porque los problemas son mundiales, son globalizados ya. Si hay un problema de emigración o inmigración en un sitio u otro, está en todo el mundo: en Europa, África, América… La soledad, que es uno de los temas claves que estamos viviendo, es internacional; cada vez la gente se hace más mayor, cada vez los jóvenes tienen que trabajar más para poder vivir como lo hicieron sus padres o mejor…La problemática es generalizada. Aquí vi trabajos muy interesantes de Latinoamérica, y pienso que están a la altura de cualquier cinematografía“. Sin embargo añade que tal vez a algunos trabajos les falta “el apoyo económico para lograr una producción mayor“, aunque se logran suplir las carencias con una característica propia: “Latinoamérica tiene una cosa muy positiva: tiene mucha imaginación“.

Desecha que el corto es simplemente el paso previo al largo. Lo considera un “género en sí mismo” como en la literatura son los relatos. “ Hay relatos maravillosos de grandes autores que se leen igual que una de sus novelas“, compara, aunque reconoce que es un género sin un camino comercial. “Los cortos están avocados a los festivales y la televisión. Espero y confío en que no mueran los festivales porque por lo menos la gente joven, la que empieza y aún los mayores que hacen cortos, tienen la posibilidad de que alguien los pueda ver“.

“El de Huesca es de los festivales donde mejor está representada Latinoamérica”