Daniel Burman, director de “La suerte en tus manos”

“La suerte en tus manos” es la última película del director argentino Daniel Burman (“El abrazo partido”). Se trata de una coproducción entre Argentina y España, en la que han participado las compañías BDcine Burman Dubcovsky, Telefé y Tornasol Films (España). El director, junto al actor protagonista, Jorge Drexler, y la productora Mariela Besuievsky (Tornasol Films), presentaron en Madrid la película con motivo de su estreno en las salas españolas, el 22 de junio, de la mano de la distribuidora Alta Films. Burman vuelve a tratar temas universales con una perspectiva profunda y cotidiana a la vez. Sus personajes transitan alrededor de la familia, los vínculos y el amor. Ahora el director de “Nido Vacío” y “Derecho de familia” se adentra en el género de la comedia romántica con Uriel (Jorge Drexler), una de esas personas que tropieza dos veces con la misma piedra. Junto al cantautor uruguayo en su primer papel en el cine, componen el reparto Valeria Bertuccelli, Norma Aleandro, Luis Brandoni, Gabriel Schultz, Lucciano Pizzichini y Paloma Álvarez Maldonado. Daniel Burman comenzó su intervención ante la prensa española agradeciendo que la película se estrene ahora en España: “hoy en día estrenar una película conlleva un riesgo muy grande, teniendo en cuenta como están las cosas, por eso agradezco mucho que la película tenga la posibilidad que la gente la vea ahora en España”. “La suerte en tus manos” obtuvo el premio al mejor guión en el pasado Festival de Cine Tribeca, en New York.

En la película están presentes ingredientes como el juego, el amor, la música… Bajo su punto de vista ¿qué importancia tienen en la historia?
Son diferentes elementos que están ahí, pero la película trata sobre muchísimas cosas, pero fundamentalmente sobre una misma, habla sobre interpretación de roles. Cuando uno es adulto interpreta diferentes roles todo el tiempo: un buen empleado, un buen jefe, un buen marido… uno no sabe muy bien lo que está haciendo pero interpreta un rol según su posición social. Respecto al juego, me parece que el juego es un simulacro de la vida acotado, un ámbito supuestamente regido por el azar pero donde intentamos dominar el destino. Sin embargo, paradójicamente, en una mesa de póquer la ventana de azar es muchísimo menor que en un día de nuestra vida cotidiana. En una mesa de póquer lo único que uno no sabe son las cartas que te van a tocar, pero sabemos que un par de ases gana a cualquier par de jotas en cualquier lugar del mundo. Esto no ocurre en la vida cotidiana. Lo que hace el personaje de Uriel (Jorge Drexler) se escapa a este simulacro de vida, para hacer lo que le gustaría realmente hacer en su vida cotidiana. El tema de la mentira se articula en la película en el mismo sentido, la mentira se muestra no como un móvil de engaño sino como una manera de que el que sufra sea otro en caso de emergencia, es decir, poner a otro de escudo para que reciba el golpe. En definitiva, todo habla de lo mismo, de no terminar de asumir quien es uno y de que no vamos a poder manejar gran parte nuestro destino.

La película se define como una comedia romántica y sin embargo comienza con la intención de hacer una vasectomía en el personaje de Jorge Drexler… En cierto modo ¿no va contra las normas del género?
Esa misma sorpresa fue manifestada por mi productor, Diego Dubcovsky, cuando leyó el guión. Tiene que ver con arrancar con una especie de castración consciente. Me pareció muy sugerente la idea de un tipo que tiene la fantasía de no querer volver a sufrir. En realidad cortar su corazón, su alma… Es una fantasía que tenemos una gran mayoría de los hombres adultos, tratamos de construir escenarios y después huir de ellos, eso normalmente las mujeres no lo hacen. Creo que tiene que ver con el temor al fracaso. Me interesaba que el personaje de Uriel hubiese vivido muchas experiencias vitales esenciales en un hombre, que hubiera fracasado, y que ahora tenga la oportunidad de hacerlas todas de vuelta y volver a fracasar. Uno, cuando empieza a vivir se cree inmortal y el nivel de deseo es mayor al del miedo. A medida que creces también crece el nivel de miedo y cuando llegamos al final está el miedo a la muerte. Cuando estás en la mitad de ese recorrido vital, el miedo al fracaso y el deseo están más o menos empatados y esto significa que hay una inestabilidad mayor. Ubicar una comedia romántica en ese lugar me parecía el mejor momento de la vida.

¿En qué momento decide que Jorge Drexler puede ser el protagonista de la película y estar a la altura?
Nunca lo sentí como un riesgo, ni una decisión osada. Yo creo que el riesgo lo tomaba él. Cuando uno arriesga cuando no tiene que arriesgar, tiene mucho valor, porque cuando uno arriesga porque no le queda otra, no tiene mérito. Yo conocía a Jorge porque le había pedido una canción para una película y entablamos un vínculo profesional. Una vez fui a un concierto suyo en el Palau de la Música de Barcelona, tenía el guión de “La suerte en tus manos” ya escrito pero no tenía actor. Cuando el cantaba una canción que se refería a un punto de su vida ya superado, me di cuenta que estaba interpretando emocionalmente. Viéndole yo pensaba: si ya no sentís eso ¿por qué cantas así? Me di cuenta que estaba interpretando, evocando un sentimiento que ya no tenía. Dejé de escucharlo y a analizar todas las herramientas que Jorge utilizaba arriba del escenario, unas herramientas que ordenadas en cierta manera eran un lujo para un actor. Sentí tanto que podría ser él, que empecé a angustiarme con la idea de que no aceptase serlo. Primero se lo propuse en abstracto y me dijo que estaba loco. Después le mandé el guión y fue el quien se convenció de que quería hacerlo, a partir de ese momento trabajé como con cualquier actor, creando un puente de empatía entre ambos. Cada actor es diferente, pero en el primer día de rodaje, cuando Jorge vino con cuatro páginas del guión perfectamente memorizadas, con el ritmo y el tiempo exacto, para mí no solo era un actor, sino que además era el actor que mejor podía interpretar a Uriel.

La música tiene mucha más presencia en esta película que tus otras obras anteriores ¿influyó la presencia de Jorge Drexler en este hecho?
La verdad es que no. Tiene más que ver con la fascinación que tengo con el propio hecho musical. Me parece mágico que alguien genere una emoción a través de un instrumento musical, me parece algo increíble. No sé tocar ningún instrumento y por primera vez lo hice en la fiesta de fin de rodaje y sentí un estado de elevación profundo. Los elementos que manejo yo en la escritura cinematográfica, imagen y sonido, llegan hasta cierto punto, tienen un límite. Sin embargo, la música me lleva a lugares a los que no podría llegar de otro modo. Mantengo una fascinación y misterio consciente y no me interesa saber más. Puse la música en la película por el lugar que ocupa en mi vida, que tiene que ver con el misterio.

Me ha llamado la atención que la crisis económica está siempre presente como telón de fondo a través de la radio encendida y que parece no escucharse ¿es algo intencionado?
La verdad es que no. Es una buena pregunta, lo que ocurre en la película es un ejemplo de lo cotidiano de Argentina. Todo lo que tiene que ver con el dinero, la crisis… si enciendes una radio en Argentina siempre vas a escuchar alguna alusión a cuestiones de economía o de la crisis, pero son parte de un murmullo, sin mucha importancia. Vivimos en ese estado, la crisis o no, también es una cuestión de punto de vista. Lo que se escucha y se ve es parte del escenario argentino, donde hay también una reflexión permanente de cómo está la economía. Quizá en China no ocurre, pero en Argentina tiene que ver con lo que se habla en los bares, en las familias… Pero es interesante porque no fue intencionado. En España se reconocen ahora cosas a las que hace años no se hacían caso.

“Nunca sentí como un riesgo escoger a Jorge Drexler como protagonista de la película”