Diana Sánchez, programadora de los festivales de Toronto, Miami y Panamá
Muchas de las películas latinoamericanas más celebradas de los últimos años pasaron, de alguna manera, delante de los ojos de la programadora Diana Sánchez.
Esta canadiense, responsable de la selección de películas iberoamericanas del Festival de Cine de Toronto hace más de 10 años, es también quien firma la dirección artística del joven Festival de Cine de Panamá y la curaduría de proyectos in progress del Festival de Cine de Miami.
A continuación, Diana habla de su trabajo como especialista en cine latino y del actual boom alrededor de las películas hechas en la región.
¿Cuando empezó tu relación con el cine y cómo te especializaste en cine latino?
Fue en 1998, cuando era voluntaria en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF). En ese entonces, conocí a un realizador argentino y lo asesoré en algunas cosas que necesitaba. También me acerqué a Ramiro Puerta, que era programador del certamen y luego se volvió un mentor para mí. Paralelamente, aprendí español cuando fui a estudiar en España por cuatro años. Creo que todos esos aspectos contribuyeron a que me involucrara especialmente en el cine latinoamericano, que estaba “resurgiendo” gracias a la aparición de buenas películas y directores talentosos de Argentina. Muchos de esos directores tenían la misma edad que yo, era fácil acercarme, conocerlo y estar al tanto de las películas que estaban haciendo. Después, seguí trabajando para el festival de Toronto, del que formo parte hasta hoy como programadora de películas iberoamericanas.
¿Desde entonces, crees que el panorama de la industria latinoamericana ha cambiado?
Sin duda. Es una satisfacción enorme para mí ver que el cine latino está ganando importancia. En el último Festival de Cine de Miami, por ejemplo, tuvimos películas de Costa Rica y de Paraguay, que no son países de gran tradición cinematográfica en la región. Es una novedad realmente muy buena que este tipo de cosas pasen hoy en día.
Las cosas han mejorado, pero el cine latino todavía no circula ampliamente en el mundo. ¿Por qué?
Creo que, para películas que no son blockbusters, la situación es difícil en general. Sólo las grandes consiguen una buena distribución porque están respaldadas por los grandes estudios y, específicamente, por la fuerza de la industria de Los Ángeles. En Brasil, por ejemplo, veo que surgen muchos talentos locales pero es probable que muchas de las películas de esos realizadores talentosos no funcionen fuera del país, por tener temáticas demasiado locales. Sea como sea, el tipo de cine que se está haciendo en Latinoamérica y en otras regiones no puede competir con Hollywood.
Se suele citar a los guiones como uno de los puntos que debe mejorar el cine latinoamericano para conectar con el público. ¿Identificas esa falla?
Creo que, de alguna manera, es natural no tener 100% de guiones buenos. El hecho es que en la industria estadounidense, que es la más fuerte, se puede decir que de diez guiones, uno llega a producirse y se vuelve película. Se invierte mucho en historias, como en otras áreas de la producción. En Latinoamérica, la lógica de fomento de la industria es otra, los presupuestos son mucho más reducidos. Cuando es así, creo que la realización de una película es vista de otra manera y se terminan produciendo casi todos los guiones.
Estás involucrada con los festivales de Toronto, Miami y Panamá, responsable, de diferentes maneras, de la selección de las películas. ¿El trabajo que haces con ellos se relaciona de alguna manera o cada caso requiere una dedicación especial?
En Toronto, soy programadora de películas de Latinoamérica, Portugal y España. Mi dedicación en ese caso es ver todo lo nuevo, lo que me ayuda bastante de manera general. En Miami, hago la selección de proyectos en fase de finalización para el programa ‘Miami Encuentros’, y ése es totalmente otro juego, porque seleccionar películas que todavía no están listas requiere otro tipo de lógica y de sensibilidad. En el festival de Panamá soy la directora artística, responsable de toda la programación. Y eventualmente hago consultorías, como ahora para el festival de Rotterdam. Aunque estén conectadas, cada actividad es muy diferente y exige una faceta específica del trabajo que desarrollo.
¿Cuáles son tus expectativas para la segunda edición del IFF Panamá, a realizarse en abril próximo?
Panamá está viviendo una fase muy positiva de crecimiento de la industria cinematográfica local. Hay un mayor contacto de las personas con las películas, los directores y eventos alrededor del cine. El festival, sobre todo en esta segunda edición, tiene una programación que privilegia la producción iberoamericana, dentro de la que el país está ubicado. Una de las novedades de este año, de hecho, es una sección dedicada exclusivamente a América Central, con un panorama de películas de Panamá y del resto de la región. También estarán presentes algunos invitados especiales, como la actriz Geraldine Chaplin, nuestra homenajeada, y un montón de profesionales que participarán en sesiones de preguntas y respuestas. Es increíble como al público del festival le gustan y como participan en esas iniciativas. Nuestra expectativa es conquistar cada año más audiencia.
En tu opinión, ¿cuáles son las principales vitrinas que tienen hoy las películas latinoamericanas para su promoción internacional?
Depende de la película, por supuesto. Cannes, Berlín y otros festivales muy relevantes para películas de cualquier origen seguramente son lugares importantes. El festival de Toronto también es muy importante. Es un espacio en el cual las personas se conocen, se alían, y donde los distintos proyectos crecen, a mi modo de ver, porque el festival ha logrado construir una marca, un talento, de actuar como puente. En Latinoamérica, puedo citar el BAFICI, que proyecta el cine latinoamericano internacionalmente.
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