• Fernando Vílchez y el cine documental de Colectivo Silencio en Perú

    Integrantes del Colectivo Silencio.

  • Fernando Vílchez y el cine documental de Colectivo Silencio en Perú

  • Fernando Vílchez y el cine documental de Colectivo Silencio en Perú

    Imagen del “El polvo ya no nubla nuestros ojos”.

Fernando Vílchez y el cine documental de Colectivo Silencio en Perú

En 2020, en plena pandemia de coronavirus, el Cine Club de Lambayeque (Perú) organizó un curso virtual sobre cine político. De aquel encuentro surgió Colectivo Silencio, integrado por artistas y activistas peruanos radicados en distintas ciudades del mundo. Su primer trabajo, “El polvo ya no nubla nuestros ojos”, se alzó con el Gran Premio a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, Punto de Vista.

Empezaron como un grupo de estudio, como tantos otros que se organizaron en 2020. Mientras unos aprendían a hacer pan, ellos hablaban de cine político. Así, durante meses, cada domingo a mediodía se conectaban por videollamada. La coincidencia con la celebración del bicentenario de Perú como nación les valió como pretexto para reflexionar sobre los asuntos políticos y sociales que arrastra el país desde hace décadas. “Estamos acostumbrados a que caen presidentes, ministros y a que hay problemas que se mantienen: los campesinos, la tierra, los indígenas, los derechos laborales y más cosas. Entonces el grupo empezó a pensar en hacer una película que fue mutando durante un año y medio de trabajo”, comentó a LatAm el cineasta, productor y miembro de Colectivo Silencio, Fernando Vílchez (“Su nombre es Fujimori”, 2016).

El grupo escribió un borrador de guion y luego, en un afán por conseguir una realización de contenido político que fuese a la misma vez poética, decidió recuperar textos significativos de la historia peruana para que fueran leídos por referentes de diversos grupos sociales del país: un párrafo histórico, un recorte de periódico, un poema, las cartas que envió un dirigente indígena a las autoridades, el post de Facebook de un adolescente. En síntesis, se decantaron por realizar un ejercicio puntual: que alguien leyera algo frente a la cámara.

El documental “El polvo ya no nubla nuestros ojos”, grabado en formato Super-8 en locaciones de Lima, Chiclayo, Pucallpa y también en Madrid, se estrenó en 2022 y desde entonces ha participado en el Festival de Lima (Premio Especial del Jurado y Premio del Público), en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (Competencia Latinoamericana de Cortos), en Punto de Vista, Festival Internacional de Cine Documental (Gran Premio a la Mejor Película 2023) y en Documenta Madrid en mayo, donde transcurrió esta entrevista. 

¿Cómo se organizó la producción del documental?

No fue fácil. Lo hicimos entre tres empresas: el Cine Club de Lambayeque, que fue el que organizó el ciclo de cine político, el portal de noticias Mano Alzada y mi productora en Perú, Bergman was right Films. Cada una de las tres puso un porcentaje del presupuesto general y con eso administramos la financiación de los rollos de película, los viajes y los test Covid, porque rodamos en pandemia. Finalmente hemos recuperado la inversión.

Por lo general, todo proyecto, más allá de que sea un trabajo en equipo, tiene una cabeza que dirige y decide. ¿Cómo organiza el trabajo el Colectivo Silencio?

Las decisiones de dirección, de hacia dónde iba la película, fueron conversadas una y otra vez. Hasta que no había un concepto unánime, con matices más, matices menos, seguíamos conversando. Intentamos encontrar otra manera de pensar, no tanto en cuanto al cine, sino al mundo político, queríamos reaccionar a eso mismo. Perú tiene centenares de conflictos sociales y la gran mayoría podría tener otro resultado si hubiera mesas de diálogo, si hubiera un encuentro, una conversación entre dirigentes, cosa que no se hace, porque la clase política es la que es. Entonces podemos pensar la política desde la producción, y Latinoamérica tiene una historia de cine político y colectivo impresionante. El cine político ya no es solamente lo que muestras en pantalla, sino cómo lo piensas, cómo lo organizas, cuáles son los medios de producción.

El cine político ya no es solamente lo que muestras en pantalla, sino cómo lo piensas, cómo lo organizas, cuáles son los medios de producción.

¿Crees que la falta de apoyo financiero de instituciones públicas les dio más libertad?

Creo que sí. Por un lado, pensando en el propio Ministerio de Cultura de Perú. En el momento tan álgido en el que estamos, cualquier película política puede ser atacada y que digan: ¿cómo puede ser que este ministerio esté financiando esto? Segundo, porque, aunque es verdad que hay independencia total con cada proyecto que es seleccionado, creo que tener un logo institucional del Estado, y más con el Estado que estamos ahora en Perú, es contraproducente con una obra que es una respuesta a la situación, o que es una propuesta que intenta ir más allá de los gobiernos que caen. El logo institucional para algunos proyectos es fundamental, obviamente que necesitas las ayudas. Y para otros está bien ir solos, con nuestra voz, en pequeñito, y que surja lo que surja.

Como productor, ¿como analizas las coproducciones entre España y Perú? ¿Hay nuevos caminos por recorrer?

Está la voluntad de las personas que están reflexionando mucho sobre las coproducciones; por ejemplo, de parte del ICAA. Está ocurriendo algo que yo, tras 15 años en España, aún no había visto. Las coproducciones siempre han existido, pero hay más interés. Se dan muchas facilidades. Se piensa, ¿qué está pasando por allá? ¿qué puede llegar aquí? Nos interesa, lo fomentamos, lo apoyamos. Y en Perú también. El trabajo que ha hecho DAFO en la última década busca eso. Para mí el problema es, un poco, lo que puede ganar un proyecto. Que son muchísimas cosas, desde el financiamiento, la distribución, la visibilidad, pero, para que pasen todas estas etapas, transcurren a veces cuatro o cinco años en los que la película o se mantiene muy viva por la energía de sus creadores o termina desactualizada. Ojalá hubiera una forma de agilizarlo. En todo caso, veo que es un tema bastante potente y Perú sigue haciendo coproducciones. Para el documental con el que trabajo ahora mismo, quiero hacer la postproducción en España. 

¿Cómo se llama este nuevo proyecto?

Con este gané el fondo de largometraje documental del Ministerio de Cultura del Perú. Se llama “Escribir nuestro nombre y seguir” y es sobre cinco mujeres que fueron esterilizadas en la política de esterilizaciones del expresidente Fujimori en los 90. Fueron miles de mujeres las que pasaron por esto, algunas incluso sin saberlo. Cinco de ellas, después de muchos años de un proceso lento y personal, de reconocerlo, de aceptarlo, hablan sobre esto.