Hernán Goldfrid, director de “Tesis sobre un homicidio”
“Tesis sobre un homicidio” es el primer gran estreno argentino del año, el tanque nacional que se la juega en taquilla en una fecha poco tradicional, el 17 de enero, plenas vacaciones de verano. Un riesgo que se asume si se cuenta con un as en la manga: Ricardo Darín, el único actor local capaz de asegurar un éxito. Pero esta nueva película de Darín –como se diría popularmente- es técnicamente el segundo largometraje de Hernán Goldfrid, director de 33 años que debutó con la comedia romántica “Música en espera” (2009), logrando buena respuesta de público y crítica. Amante de los géneros, ahora se adentra en el thriller psicológico con la historia de un profesor universitario convencido de que uno de sus alumnos ha cometido un asesinato. Adaptación de la novela homónima de Diego Paszkowski, repite el esquema de su opera prima, al contar con guión de Patricio Vega y producción de BD Cine, a la cual se suman Haddock Films, Telefé y las españolas Tornasol Films y Castafiore Films, y la distribución de Buena Vista International. Por Cynthia García Calvo
Este es un proyecto que vos se lo acercaste a los productores junto con el guionista Patricio Vega. ¿Por qué te interesó llevar al cine esta novela?
Tenía muchas ganas de meterme en este género, de explorar el thriller psicológico, el policial. Ante todo yo me siento espectador de cine, entonces en el momento de imaginar una nueva película tenía ganas de ubicarme como espectador, y meterme en un thriller psicológico tenía mucho que ver con el cine que yo disfruto mucho. Patricio (Vega) había leído la novela y me la comentó. La leí y enseguida coincidimos que ahí había una película, que respiraba imágenes y que era una historia muy potente. A partir de esa trama, él empezó a avanzar en la escritura del guión y yo empecé a imaginar el mundo visual.
El thriller psicológico es un género que en el imaginario del espectador está muy ligado al cine de Hollywood. ¿Cómo fue para vos trabajar este género puntual y trasladarlo al contexto argentino?
Yo me considero muy espectador de cine, me gusta muchísimo ver cine y leer literatura policial; entonces me siento muy empapado de este mundo en el que yo quería meterme. A partir del guión, que siempre me pareció muy sólido, yo empecé a indagar y a tratar de meterme en la psicología de los personajes. Una de las cosas más importantes que tiene el cine es el momento en que uno se identifica con los personajes, el momento en que uno los entiende, en que los va siguiendo o que les suelta la mano. Es muy importante el momento en que uno decide cada una de esas cosas. Entonces la psicología de los personajes para mí es fundamental. Pensar a partir de eso un thriller psicológico y una historia de una obsesión tan de un personaje, de un punto de vista tan propio, era algo que naturalmente iba saliendo. Sí obviamente hay mucho cine en mi cabeza: mucho thriller psicológico, mucho policial, mucha comedia y otro tipo cine. Y seguramente todo eso influye en el momento de imaginar y de crear. Pero por sobre todo, trataba de entender al personaje y que fluya de manera natural cada uno de sus pasos. Tratar de entender, aceptar y comprometerme también como espectador en cada una de las cosas que el personaje va eligiendo hacer.
Pienso que sos el único director de tu generación que desde el inicio de su carrera se volcó al cine industrial. ¿Por qué elegiste ese camino?
Tiene que ver por sobre todas las cosas con hacer películas que yo disfrutaría en el cine. El momento de sentarme en una sala de cine para mí es un placer absoluto, y recuperar ese mismo placer en una película que dirigí, es lo máximo. Quizá esa es una de las motivaciones para tomar este camino, de hacer un cine más de género o de utilizar el género como una llave para abrir una puerta y que uno pueda entrar más fácil a ciertas historias que de alguna manera se van desviando hacia lugares inesperados. Una de las cosas que brinda el género es que cuando uno abre una puerta cree entrar en una zona conocida, después no sabe con qué se va a encontrar, pero la primera impresión es cómoda. Ya de por sí te atrapa de una manera y te conduce solo.
Es inevitable hablar de Ricardo Darín, ¿cómo se involucró en el proyecto y cuál es tu balance del trabajo con él?
Ricardo es la primera imagen que viene a mí cuando empiezo a imaginar esta película. Obviamente cuando empezamos a trabajar era algo más soñado, pero siempre teníamos a Ricardo en la cabeza para pensar al profesor Bermúdez. Cuando finalmente se llegó a la primera versión del guión se lo acercamos a Ricardo y desde la primera reunión empezamos a generar algo espectacular. Desde la primera reunión él empezó a potenciar al personaje, a descubrir cosas que yo todavía no había descubierto de ese personaje. Empezó a otorgarle detalles, y justamente la película habla mucho sobre los detalles. Él le empezó a dar alma. Desde la primera reunión y hasta hoy, con todo lo que sigue, es de un placer enorme trabajar con Ricardo. Generamos una química de trabajo buenísima y de permanente disfrute. Me parece que esa era una de las claves al trabajar: pasarla bien. Y también ir indagando y descubriendo nuevas cosas del personaje. Empezamos a radiografiar juntos al personaje para tratar de entender las razones de él y su mundo: pensar en sus motivaciones, por qué hace una cosa, por qué hace otra, por qué se viste de esta manera, etc. La verdad que el trabajo fue buenísimo.
Considerando que tenés una figura como Darín, que es sinónimo de éxito en el cine argentino, ¿con qué expectativas te enfrentás a este estreno, que es además en una fecha atípica?
Es una fecha atípica pero yo recuerdo de chico ir mucho al cine en verano. Pusimos esta fecha con entusiasmo pero por sobre todas las cosas creo que el mayor logro es estar avanzando. La expectativa –fundamentalmente- es disfrutar todo lo que viene. El trabajo en el cine es muy pasional, entonces lo mejor que uno puede hacer es disfrutar lo máximo posible cuando llega el día del estreno. Esperemos que haya una gran recepción, pero por sobre todo se trata de seguir creciendo y seguir contagiando de estas ideas y de estas películas a mucha gente.
Ahora hay una suerte de auge con el cine de género en Argentina. ¿Qué pensás sobre eso?
En Argentina hay una gran tradición de cine de género. Soy gran admirador del cine clásico argentino de los años 40 y 50, donde había un montón de policiales, de comedias, de musicales. Puede ser que ahora estén apareciendo películas que recuperan eso. Quizá es algo de esta generación, que creció viendo mucho cine de género y tiene el deseo de hacer esas películas que a uno le gustan como espectador.