• Los programadores: Javier García Puerto, Black Nights Film Festival (PÖFF)

    Javier García Puerto.

  • Los programadores: Javier García Puerto, Black Nights Film Festival (PÖFF)

    Ceremonia de premiación del POFF 2015 (Foto: Ahto-Sooaru)

Los programadores: Javier García Puerto, Black Nights Film Festival (PÖFF)

El certamen estonio Black Nights Film Festival (PÖFF) es un festival atípico. En sus más de quince días de evento en las dos principales ciudades del país, Tallin y Turtu, concentra un certamen de largometrajes “tradicional” y tres sub-festivales de animación - Animated Dreams-, cine infantil y juvenil -Just Film- y cortometrajes -Sleepwalkers-; cuatro líneas de programación que en la pasada edición llegaron al millar de exhibiciones y más de 80.000 entradas cortadas. El público profesional tiene su espacio en Industry@Tallin, plataforma que congregó en 2015 a más de 750 miembros de la industria y que propone entre sus actividades un Foro de Coproducción y un Work in Progress. El festival surgió en 1997 enfocado en cine nórdico y desde 2014 es considerado por la FIAPF como clase A, siendo el único festival de la región báltica en ostentar dicha categoría. LatAm cinema conversa sobre el creciente espacio del cine latinoamericano en el PÖFF con Javier García Puerto, programador del certamen y asesor de cine en lengua española.

El PÖFF mantiene una estructura de programación particular que incluye tres categorías competitivas, además de los tres sub-festivales independientes. ¿Cómo describirías la línea editorial del certamen y de sus diversas secciones?

La estructura de PÖFF es algo ciertamente único ya que se realizan a la vez cuatro festivales, todos ellos con diferentes tipos de secciones competitivas. Quizás cuando Sleepwalkers, Animated Dreams y Just Film nacieron dentro del festival, no teníamos muy claro si durante su desarrollo se iban a independizar, pero ahora tenemos muy claro que artísticamente es mejor mantenerse unidos. Tras los festivales se encuentra la misma filosofía, mantenemos y seguimos la misma misión y por otra parte siempre ha habido una directora para todo el festival, Tina Lokk. En un principio el festival nació para mostrar largos de ficción y documentales, enseguida se vió la necesidad de añadir los cortos y piezas de estudiantes. Por otra parte, el cine de animación tiene una gran y larga tradición en Estonia, siendo uno de los referentes en Europa del Este, con lo que la creación de Animated Dreams llegó casi de manera natural. Finalmente, cuando el festival fue tomando cuerpo se empezó a pensar con responsabilidad en los nuevos públicos y cómo incentivarlos, así que se creó Just Film, llegando a todo el público infantil y juvenil. Ahora todos ellos tienen su propia cara, imagen y público, para las magníficas sinergias e intensas colaboraciones existentes entre todos ellos conforman lo que es actualmente Tallinn Black Nights. Después existen otras secciones no competitivas como Vitamine Boost, o Forum, más abierta a la experimentación, entre otras. Y de entre todas las secciones, destacan las dos competencias: la principal, y la de debut, dónde se concentran las premieres.

El cine latinoamericano está encontrando presencia en las últimas ediciones del certamen, donde incluso recibió algunos de los principales premios. ¿Qué tipo de filmes latinoamericanos tienen cabida en POFF?

Así como en la competencia se intenta presentar un panorama de los diversos estilos de creación, para mostrar al público el camino del cine actual, en el cine latinoamericano que forma parte de esas competencias intentamos hacer lo mismo. Intentar reflejar la diversidad y amplitud de miradas que nos llegan desde América y cómo sus creadores expresan sus diversas inquietudes, sin dejar de lado ningún estilo o propuesta, desde las más experimentales hasta las supuestamente más convencionales, siempre que demuestren fuerza, honestidad, riesgo y una manera personal de mostrar el mundo. Desde una propuesta más naturalista y radical como puede ser “Nacimiento”(Ganadora Mejor Opera Prima y FIPRESCI en 2015), a otra más discursiva basada en lo emotivo y en la fuerza seductora de las imágenes como “Suave el aliento” (a concurso este año 2016), una historia potente basado en una actuación arrebatadora y un guión medido y bien armado como “Ana” (Competencia Debut 2015), pasando por una apuesta más sensorial, envolvente e hipnótica como “Epitafio”, que tuvo su World Premiere en la Competencia Principal en 2015.

¿A través de qué vías hacen la selección -convocatoria, seguimiento, selección en festivales-?

La selección se basa en distintos aspectos, principalmente la convocatoria, donde cada año se reciben más propuestas latinoamericanas, y por otra parte el seguimiento de proyectos, ya sea a través de instituciones, plataformas y mercados, cómo la relación directa con productores y directores. Desde el nombramiento del festival como Clase A, no se atiende demasiado lo que asiste a otros festivales, tan sólo para las secciones paralelas. No obstante, se hace seguimiento de algunos festivales nacionales que por su apuesta o calendario puede presentar propuestas interesantes para nosotros, como “El fumigador” que realizará su estreno internacional en la competencia de Debut, tras ser nombrada mejor película chilena en SANFIC.

Intentamos reflejar la diversidad y amplitud de miradas que nos llegan desde América y cómo sus creadores expresan sus diversas inquietudes, sin dejar de lado ningún estilo o propuesta.

En líneas generales, ¿qué alcance tiene el cine latinoamericano en el público estonio?

Se podría decir que el cine latinoamericano es uno de los favoritos entre el público estonio, no sólo con respuesta a nivel de público, también muestran un gran interés por las nuevas tendencias y saber hacia dónde llevan estos nuevos caminos. Recuerdo las sesiones de preguntas y respuestas de “Lucifer” -que aun siendo dirigida por el belga Gus Van Den Berghe es una película mexicana, en coproducción con Bélgica-, ganadora en 2014, que se extendían hasta que debíamos dejar la sala por inicio de la siguiente proyección. Lo mismo sucedía con “Guaraní” (Debut, 2015), donde se interesaban ampliamente por las realidades culturales que la película muestra. Creo que, a pesar de la gran distancia geográfica y cultural, existe una gran similitud entre ambos territorios. Son, en cierta medida, países nuevos que después de unos regímenes concretos durante muchos años, ahora se están ‘despertando’ y afianzando (y proyectando) su identidad, con lo cual se pueden encontrar puntos en común. La atracción por lo exótico y el atractivo histórico de América, hacen el resto. Aunque las preferencias del público estonio van más allá del tipicismo y los lugares comunes.

El certamen también propone una plataforma profesional en la que, entre otras actividades, desarrollan el Foro de Coproducción Báltico y una sección Work in Progress. ¿Qué características tiene? ¿Está abierta a profesionales latinoamericanos?

El mercado está principalmente enfocado a proyectos de la región, extendiéndose también a toda Europa del Este, y a países de la extinta Unión Soviética (Georgia, Armenia, Ucrania, etc.). No obstante, la amplia presencia de agentes internacionales y la pujanza de la sección profesional del festival ha llevado a que se amplíe la presencia de países y proyectos más allá de estos límites. Por ejemplo, el Work In Progress es totalmente internacional, algo novedoso, ya que habitualmente cada festival propone proyectos de su área de influencia. Por ejemplo este año el WIP presenta el proyecto español “Ana de Día”, de Andrea Jaurrieta, y “El Baile y El Salón”, de Iván Porras, procedente de Costa Rica.

¿Qué espacios encuentra el cine latinoamericano en los países bálticos?

La verdad es que el cine latinoamericano es uno de los favoritos en los países bálticos, y una gran respuesta de público en los festivales donde se programa cine latinoamericano, que no son pocos. Más allá de los festivales hay una activa red de cines de autor y pequeñas distribuidoras, que hacen una labor encomiable si lo comparamos con otros países o la escasa población de estos territorios.

En sentido inverso, la circulación de cine de Europa del Este en Latinoamérica también es mínima. ¿En qué momento está el panorama actual de producción en los países bálticos? ¿Existe alguna iniciativa para su difusión en la región latinoamericana?

El panorama actual es bastante halagüeño, con una nueva generación de creadores que ya está llegando lejos. A principios de la década se rompieron las primeras barreras con selecciones en festivales como Rotterdam, Sundance o Berlín, y en los últimos años se ha ido más allá con una nominación al Oscar y dos al Globo de Oro. En Lituania y Letonia también están surgiendo autores de interés más allá de los clásicos. No obstante, ciertamente el cine báltico no es demasiado conocido en Latinoamérica. Estamos apoyando algunos proyectos como Off the Wall que llevó cine de jóvenes de Europa del Este a Uruguay y Perú en 2015 y ahora tendrá una segunda parte. También debemos decir que la visibilidad del cine procedente de Estonia tiene una gran conexión con lo que hagamos desde el festival. Los territorios con los que PÖFF está trabajando de forma intensa y dinámica, tienen un gran interés en el cine procedente de Estonia. En este sentido, podríamos decir que Latinoamérica es nueva para nosotros. Gracias al nuevo status de Clase A estamos incidiendo en la investigación y en el conocimiento de aquellos territorios y sus mercados y poco a poco se va más allá de las fronteras y el festival está siendo más conocido entre los creadores procedentes de América. Esperamos que esta incidencia vaya siendo poco a poco mutua y crezca el interés en las producciones de Estonia.