Jorge R. Gutiérrez, director de animación
La obra de Jorge R. Gutiérrez se caracteriza por una fuerte impronta mexicana a través de su exuberante paleta de colores, y por la relectura de la iconografía mexicana, barroca y frondosa. Pero también incorpora elementos visuales de la cultura pop entreverados con otros propios de las tradiciones y el folclore de su país. Su estilo se ha vuelto inconfundible y reconocible en todo el mundo.
Junto a su amigo Guillermo del Toro, Gutiérrez es uno de los grandes nombres mexicanos de la animación internacional. Criado en Tijuana y formado en la CalArts School, en California, como el autor de “Pinocho”, Gutiérrez trabaja desde Los Ángeles. Entre los títulos de su filmografía destacan “El libro de la vida” para 20th Century Fox, la serie “Maya y los tres” para Netflix, y “El Tigre: Las aventuras de Manny Rivera” para Nickelodeon, todos ganadores de los premios Annie.
Después de “Maya y los tres” (2021), Gutiérrez firmó un acuerdo global con Netflix para dirigir y producir otros largometrajes desde su compañía Mexopolis, así como series de animación y proyectos interactivos. Siempre ha trabajado con su mujer, la artista Sandra Equihua, que es la autora de todos los diseños de personajes femeninos. El pasado mes de junio, el animador mexicano integró el Focus en Mexico que el Festival de Annecy le dedicó al país azteca.
LatAm cinema conversó con Gutiérrez, que respondió con la misma vivacidad, generosidad y buen humor que caracterizan a sus personajes.
¿Qué relación tienes con México?
Originalmente soy de la Ciudad de México. A los nueve años me fui a vivir a Tijuana, que está al lado de la frontera. Salí del país porque en México no había los recursos para apoyar el tipo de proyectos que yo quería hacer celebrando a México. Resulta muy irónico, porque tuve que marcharme de México para hacer cosas mexicanas.
Yo creo que tu país es tu madre y el que no quiere a su patria no quiere a su madre. Marcharme a Los Ángeles –primero a estudiar con una beca y, luego, a trabajar- me ayudó mucho. En el fondo, yo me preguntaba ‘qué le pasará a la cultura mexicana cuando se vea desde Estados Unidos y qué le pasará a Hollywood’. Y hay otra cosa: a tu país no lo aprecias hasta que sales de él. Siempre digo que no sabía que era mexicano hasta que dejé de vivir en México. Mis tres ídolos siempre fueron Iñárritu, Cuarón y Del Toro. Y yo me decía ‘bueno, sus películas salen de México y se ven por todo el planeta’. Le dan la vuelta, pero siguen teniendo una esencia mexicana.
En la última década ha habido un crecimiento grande de la industria mexicana de animación y hay una proliferación muy notable de escuelas...
Es mágico lo que está pasando en México, ¿verdad? Ya hay una generación de maestros en las universidades que ya trabajaron en la industria de la animación, porque antes todo era teoría. Ahora ya se está explicando cómo hacer las cosas, no solo a nivel artístico, sino a nivel comercial. Por otra parte, tener a Estados Unidos como vecino es muy positivo, pero también muy negativo en el sentido de que el talento por lo general se va de México. Lo que ayudó mucho durante el COVID fue esta idea de que ya puedes quedarte en tu país y trabajar en otras partes del mundo, especialmente en animación. En “Spider-Man: Across the Spider-Verse” hubo 50 mexicanos trabajando en la película y más de la mitad en México.
Con el talento que tiene, ¿qué qué crees que le falta a la animación mexicana para dar un salto y consolidar su industria?
En México es muy difícil competir con el costo de las películas de Disney, Pixar, Dreamworks y Sony. Son presupuestos gigantescos. Y aunque un estudio mexicano tuviera este capital, todavía no existe la infraestructura para hacer una película de 100 millones de dólares. Ese salto va a tardar aún muchos años en darse. Ahora lo veo un poco más cercano en televisión... En Guadalajara hay un estudio (Migthy Animation) que está haciendo la producción de una película para Nickelodeon, son pasos muy importantes. Hollywood está girando su mirada hacia México y piensa ‘a ver... si mandamos producciones a Canadá, la India, y a todo el planeta, ¿cómo no las vamos a mandar a Mexico?’
En el trabajo que hacen junto a Sandra como diseñadores de personajes muestran un mimo enorme, pero no creo que sea siempre el caso en la animación...
Mi esposa Sandra dice que me volví escritor y director para proteger el diseño de nuestros personajes. Trabajamos en la industria muchos años y veíamos como destrozaban nuestros diseños. Cuando contemplábamos los libros de arte de las películas siempre nos preguntábamos ¿pero por qué estos maravillosos diseños no llegaron a la película? Y descubrimos que era porque el director de animación, el de iluminación, el de modelaje o el de rigging los cambiaban. Pero por lo general, los directores no diseñan sus personajes. Yo empecé como diseñador y escritor. Esos fueron mis dos primeros trabajos.
Tuve que marcharme de México para hacer cosas mexicanas.
¿Qué es lo más complicado del diseño de personajes?
Nuestra estética es complicada, muy barroca. Mi padre era arquitecto y yo me pasaba viendo todo tipo de diseños. Nuestro secreto es que creamos los personajes como si fueran esculturas en un museo. De niño yo iba a ver las esculturas, ya fueran religiosas o de Mesoamérica, y jugaba a imaginarme que eran juguetes. La magia de la animación es ver que estos juguetes se muevan y tengan vida y se rían y te hagan llorar.
¿Podríamos decir que Picasso es unas de tus referencias artísticas más visibles?
Picasso es mi artista preferido. Recuerdo que mi padre y mi madre nos llevaron a mi hermana y a mí a ver una exposición suya en Ciudad de México. A mi padre le gustaba que todo estuviera bien ordenado y tenía un gusto muy conservador. Al final de la exposición, mi padre me dijo: ‘Jorge, ¡tú dibujas mejor que este señor!’ Yo, obviamente me lo tomé como un elogio, porque a mí ya me fascinó lo que vi, y ha sido una inspiración constante en mi vida. Yo también podía ser artista (se ríe). A mí, en lo personal, Picasso se me hace una persona muy chistosa. Muchos de sus diseños me parecen caricaturas. Creo que tenía madera de ilustrador y caricaturista. Por otra parte, siempre me ha fascinado la idea del cubismo, la idea de poder ver una figura desde muchos ángulos al mismo tiempo. ¡En la animación estamos haciendo que una pintura se mueva! ¿Por qué no aprender de Picasso, del cubismo?
Algo visible en tus trabajos es el arraigo en la realidad desde la fábula. En “Maya y los tres”, que es una especie de “Señor de los anillos” animado, mexicano y para audiencias familiares, se habla de la muerte, por ejemplo...
Bueno..., es que mis historias preferidas siempre tienen esa dualidad entre la muerte y la vida. La muerte es algo que parece que siempre está junto a ti. Como puedes ver, en mi oficina tengo calaveras por todos los lados y me encanta el concepto de que el mexicano tiene a la muerte preciosa en el oído diciéndole toda la vida: ‘vive, vive, disfruta porque se te va a acabar’. Ya desde chico, mis padres me explicaron que cuando moría alguien primero te enojabas y luego celebrabas la vida y el recuerdo de quien se fue, es algo profundamente mexicano.
¿Cuáles son tus próximos trabajos?
Mira, volviendo a Picasso... (se ríe), así como él tuvo su período azul, yo estoy empezando mi periodo de lucha libre. Estoy haciendo una película, “I, Chihuahua”, sobre un chihuahua mexicano que es un luchador que va a luchar con animales de todo el planeta, como un mundial de peleas. Además, por primera vez, estoy haciendo una serie que no es para niños, también la estoy desarrollando en Netflix. Es un mundo nuevo para mí. Todavía no se ha anunciado. Además, estoy desarrollando una especie de secuela de “Maya y los tres”, pero en otro periodo de tiempo muy avanzado.
¿Se va a hacer parte de la animación en México?
Pues esa es la idea, tal y como Guillermo hizo “Pinocho”, ¿eh? Él la hizo en Portland, pero hizo un cachito en México. Mi idea es tratar de hacer un pedazo bastante grande de “I, Chihuahua” en México, tratar de hacer crecer ese árbol para que se hagan ese tipo de proyectos más grandes en mi país.