Las productoras: Agustina Chiarino, Bocacha Films
Una de las productoras uruguayas con mayor proyección internacional, Agustina Chiarino trabaja desde su nueva productora, Bocacha Films, en una decena de proyectos autorales de ficción y documental con vocación de coproducción internacional. En paralelo, ha trabajado como formadora, asesora y consultora en múltiples espacios, como Biennale College, BrLab o BioBioLab; organiza la edición anual Puentes EAVE en Uruguay e integra el comité de selección del Foro de Coproducción Europa - América Latina de San Sebastián.
En la filmografía de la productora uruguaya destacan obras como “3” e “Hiroshima” de Pablo Stoll, “Gigante” de Adrián Biniez, “Tanta agua” de Ana Guevara y Leticia Jorge, “Desperté con un sueño” de Pablo Solarz, “Bosco” de Alicia Cano, y “Alter” de Joaquín González Vaillant, entre otras. También figura en los créditos como coproductora de “Historia del miedo” de Benjamín Naishtat, “Mi amiga del parque” de Ana Katz, “Benzinho” de Gustavo Pizzi, “Las herederas” de Marcelo Martinessi o “Monos” de Alejandro Landes.
LatAm cinema conversó con Chiarino sobre los planes de Bocacha para este año y su visión sobre la industria en la región.
¿Qué películas prevén estrenar y rodar a lo largo del año? ¿qué otros proyectos tienen en desarrollo?
Por un lado, el documental “Dizer adeus”, ópera prima de una directora portuguesa, es una producción mayoritaria uruguaya en coproducción con Brasil que se estrena ahora en un festival de febrero y veremos cómo sigue. Y acabamos de terminar “Agarrame fuerte”, la segunda película que hacen juntas Ana Guevara y Leticia Jorge, para la que estamos buscando su estreno internacional. Por otro lado, estamos terminando el rodaje de “Mi abuela, al Mundial”, documental ópera prima de Alfonsina Alonso. En cuanto a coproducciones minoritarias, estamos con “Nuestra parte del mundo” del argentino Juan Schnitman, coproducción con Aramos Cine en las últimas etapas de postproducción; y el documental mexicano “Ajuste de pérdidas” de Miguel Calderón, cuya ópera prima -“La discípula del velocímetro”- fue mi primera película como productora. Otro documental que estamos finalizando es “Antes del recuerdo”, segunda película de Joaquín González Vaillant con la que acabo de participar en When East Meets West.
Con respecto a rodajes, en marzo arrancamos con “Narciso”, la segunda película de Marcelo Martinessi, que la empezamos con Mutante y ahora la estamos coproduciendo desde Bocacha con Fernando Epstein. Se rueda en Paraguay, va parte del equipo uruguayo al rodaje y luego la edición se realiza en Uruguay. También estamos rodando y comenzando la edición del documental “El silencio de las madres” de Adriana Loeff y Claudia Abend. En el segundo semestre tenemos previsto filmar “Melódico internacional” de Leticia Jorge, una coproducción con la argentina Aramos y la colombiana Burning que está bastante avanzada en el financiamiento. También se va a filmar en Costa Rica “La casa de playa” de Kim Elizondo, de la que somos socios minoritarios. Después tenemos en desarrollo “Arena”, una adaptación de la novela del español Miguel Ángel Oeste que va a dirigir Pablo Stoll y para la que acabamos de recibir el apoyo del programa PUA para desarrollo.
Tras muchos años al frente de Mutante junto a Fernando Epstein, creaste Bocacha, ¿cómo definirías su línea editorial?
Bocacha tiene la línea editorial de Mutante con mi impronta, digamos. Últimamente me he enfocado bastante en el cine documental, sigo con la línea de la ficción, pero los documentales ocupan un lugar importante en mi line-up, y también las coproducciones minoritarias. Tengo segundas y terceras películas de directores con los que ya vengo trabajando y también directores nuevos. Tengo algunas ideas nuevas, quizás coproducir como minoritaria para un proyecto europeo, pero siempre seguir en la línea de lo que vengo haciendo, que es lo que me apasiona. Y por último, Bocacha va a continuar distribuyendo nuestras películas en Uruguay y estamos desarrollando una especie de departamento enfocado en la estrategia de festivales de nuestras películas y estamos abiertos a tomar una o dos películas de otras productoras con las que compartamos el contenido.
¿Cuál es tu percepción del cine uruguayo en este momento?
Está en un momento bastante bueno, hay muchas producciones, aunque hay que analizar qué pasa con ellas, porque el número no siempre significa que estemos creciendo en otras cosas. Sí se ha crecido mucho a partir de las políticas públicas tomadas en relación a los fondos, que nos han permitido considerar presupuestos un poco más altos y también ser parte de proyectos de afuera, algo buenísimo para nuestra industria. Creo mucho en la colaboración y es parte del ADN de mi empresa. Uruguay se mantuvo durante muchos años como productor mayoritario y recibiendo a otros socios minoritarios y ya era momento de que saliéramos a coproducir como minoritarias, nos hace crecer como industria, como productoras, las temáticas que podemos tratar, etc. Creo que el desafío está en que la industria se fortalezca y sea sostenible a largo plazo, que las personas puedan vivir de hacer cine. Y sin duda, el desafío más grande es la distribución, las películas uruguayas son complicadas para distribuir en Uruguay. Tuvimos el caso excepcional de “Bosco” el año pasado, que nos hizo ver que a veces hay algunos contenidos que sí son bien recibidos por el público uruguayo. Fue un trabajo de hormiga, artesanal, colaborativo entre Alicia y el equipo que trabajó en la distribución, nos llevó mucho tiempo, mucha atención, mucho cariño. Es donde mas tenemos que trabajar.
“Uruguay se mantuvo durante muchos años como productor mayoritario y recibiendo a otros socios minoritarios y ya era momento que saliéramos a coproducir como minoritarias, nos hace crecer como industria,
Trabajas como formadora y asesora en diferentes espacios formativos internacionales. ¿Cuál es tu percepción de este ecosistema en este momento?
Me encanta la formación, es parte vital de mi ADN como productora, me gusta nutrirme de lo que está pasando, conocer cómo se manejan las compañías, qué contenidos está dando vueltas. Lo que a veces siento es que aparece una idea novedosa y luego aparecen muchas cosas parecidas, tenemos muchos festivales o laboratorios que se repiten. También es cierto que hay muchos proyectos y que hay diversidad de laboratorios, a su vez creo que los proyectos a veces sufren un exceso de laboratorización, que no tiene que ver tanto con la formación sino con el prestigio que da, y eso me genera dudas, porque creo que hay que seleccionar bien qué tipo de formación estamos necesitando en función del perfil del proyecto. Yo como productora lo uso en casos muy puntuales y para algunos proyectos, dependiendo del perfil de cada director y de lo que esté necesitando el proyecto.
¿Y cuáles crees que son los desafíos en este entorno?
Tanto a nivel de formación como de producción, creo que el reto es no estandarizarnos y no repetirnos. A mí, lo que me alienta es cuando veo cosas que están pensadas desde las necesidades y la observación de lo que se necesita. Muchas veces lo que veo en estos lugares de formación es que los fondos los apoyan en función de los números del momento, qué se hizo, qué se terminó de hacer, pero los resultados de formación son muy a largo plazo: las alianzas que se forman en los laboratorios entre productores o entre industria y productores, por ejemplo, capaz no son para el proyecto en cuestión pero sí para el futuro. Para mí eso es una clave de éxito mucho más importante que algo se haga en ese instante. Es muy difícil de medir pero me parece que hay que verlo con perspectiva.
En relación a los proyectos que se presentan a los espacios de formación, ¿qué tendencias te parece que existen en este momento, si es que las hay?
Sí hay tendencias. Lo que me sucede ahora que estoy leyendo muchos proyectos es que a veces estas oleadas de tendencias hacen que haya muchos proyectos que se pisan demasiado temáticamente. Y, de repente, hay otros proyectos más singulares que en otro momento quizás hubieran pasado más desapercibidos que a veces dan un poco de equilibrio al mercado. Está bueno tener presente que si uno tiene un proyecto que no está en la tendencia actual, también está buenísimo, porque a veces hay necesidad de contar otras cosas cuando todo el universo se está concentrando en algunas. Y no hay espacio para que todos los proyectos vayan en un mismo sentido.
¿Cómo consideras que ha evolucionado el mapa de las coproducciones de América Latina en los últimos años?
Las coproducciones son parte de mi vida: me interesan como persona y como productora; no concibo un proyecto sin coproducción. Es muy importante ese input de otras miradas y obviamente también hay una necesidad financiera. Creo que América Latina está en el camino de mirarse a sí misma y de coproducir más internamente. Hay más fondos bilaterales, obviamente el apoyo de Ibermedia es un paraguas para esto, creo que nos está haciendo bien fortalecernos entre dos países de aquí y salir después a formalizar con Europa, por ejemplo. Creo que las coproducciones funcionan y encarecen, entonces uno tiene que ser muy cuidadoso en pensar con quién y por qué coproducir, cómo esa sociedad va a hacer crecer la película, cuál es el objetivo de la coproducir, con todo lo que significa el compromiso con el otro.