Paula Astorga, directora del Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México
El divorcio entre las grandes capitales y los festivales de cine es más que evidente. Sin embargo el Festival de Cine Contemporáneo ha logrado consolidarse en una de las ciudades más habitadas del planeta: Ciudad de México.
El número de festivales continúa creciendo en México y en todo el mundo. ¿Cómo se posiciona el FICCO en este entorno tan competitivo?
El FICCO ha encontrado su lugar de manera autónoma y casi sin darse cuenta. Sin mayor ánimo que el de lograr una programación genuina y pensada cuidadosamente para el público de la Ciudad de México, el FICCO se ha posicionado natural y rápidamente en el ámbito internacional. Considero que parte importante de su éxito es que no es un festival que se está construyendo a partir de otros festivales. Nuestras referencias están en lo que nosotros creemos firmemente y hemos tratado de ser muy congruentes con la línea que hemos elegido, que es la del cine independiente. Por otra parte, en México, el FICCO se distingue de los otros festivales pues su vocación está totalmente dirigida al público, no hacia la industria, y de momento no cuenta con mercados ni actividades similares.
En la selección del FICCO hay un cuidado equilibrio entre las cinematografías de los distintos continentes. ¿Cuál ha sido la consigna a la hora de seleccionar las películas?
Nosotros no creemos en llenar espacios requeridos previamente. A la hora de seleccionar las películas buscamos siempre lo mejor de todas partes, lo que más no ha gustado de otros festivales y películas que nos sorprenden sin importar su lugar de procedencia. El resultado final ha sido, hasta ahora, bastante equilibrado y ha sido una evolución natural más que otra cosa. Díficilmente una película encuentra un lugar en las selecciones oficiales de FICCO por ser de un pais en especial. Ni siquiera las mexicanas que quedan en la selección oficial disfrutan de tales concesiones. En cuanto a los enfoques, definitivamente hay una intención por encuadrar lo que sucede en Europa y en Oriente.
El divorcio entre las grandes capitales y los festivales de cine es más que evidente. Sin embargo el Festival de Cine Contemporáneo ha logrado consolidarse en una de las ciudades más habitadas del planeta: Ciudad de México.
Más de la mitad de los filmes de ficción a competición son óperas primas. ¿Por qué esta preferencia por el trabajo de directores noveles?
Porque desde la primera edición del festival decidimos funcionar como una plataforma que sirva para encontrar y reconocer a nuevos talentos. También queremos que nuestros premios sean importantes para los directores galardonados en el FICCO. De hecho, en la selección oficial tenemos un criterio interno que nos lleva a elegir sólo obras de directores con menos de cuatro películas en su filmografía, de manera que prevalezca un espíritu de nuevos lenguajes y formas cinematográficas. Esta preferencia también tiene que ver también con que somos un festival de cine contemporáneo.
El 90% de las películas que van a exhibir no tienen distribución en México. ¿Cree que esta situación se pueda revertir a corto plazo? ¿Cuál le gustaría que fuera el papel del FICCO en este proceso?
La situación de las carteleras comerciales saturadas de producciones hollywoodenses es muy díficil de revertir, pero igual creo que se pueden abrir espacios. Al menos el FICCO trabaja para ello. Hemos logrado ser el festival de una exhibidora comercial, como Cinemex, convenciéndonos de que ve la pena ofrecerle al público una alternativa. Los resultados son contados pero son buenos, como el caso de la película iraní “Las tortugas pueden volar”, mejor película del público en la edición de 2005, que se estrenó comercialmente y estuvo seis meses en cartelera cuando su destino original era distribuirse directamente en DVD. Asimismo, el festival ha conseguido que se adquieran los derechos para México de películas como “Yes”, de Sally Potter o “La muerte del Sr. Lazarescu”, de Cristi Puiu, que ganó el premio a la mejor película en la pasada edición. En cuanto a cine mexicano, hacemos todo lo posible por encontrar nuevas ventanas de exhibición, dentro y fuera del país, para las películas que se están realizando al margen de las productoras comerciales o de las instituciones. Buen ejemplo de esto es el documental “Toro negro”, que después de su estreno en FICCO, viajó por todo el mundo.
La próxima edición el FICCO va a cumplir cinco años. ¿Cuáles son los desafíos que tienen por delante?
¡Caray! Pues son varios y en distintos planos. En primer lugar está el finaciero: sería ideal que el festival consiga autofinanciarse pues esto garantizaría su continuidad. Luego, en cuanto a la programación, quisiéramos seguir madurando y en lo que respecta a la organización nos gustaría mantener nuestra objetividad y poder crecer en creatividad y riqueza en nuestros servicios para nuestro público e invitados. A nivel internacional... si todo lo anterior sale correctamente, la internacionalización del festival se va a dar de manera natural.
G.M.