Los programadores: Ramón Perea, Festival Internacional comunitario afro Kunta Kinte
¿Cómo surge el Festival Kunta Kinte?
En sus inicios nace como una muestra de cine. Es importante mencionarlo porque habla de un camino transitado. En 2012 hicimos una muestra con los hermanos indígenas que se llamó “Caminandando, espero nuestras raíces”. Al año siguiente nace la primera Muestra Internacional de Cine Kunta Kinte y luego de tres ediciones decidimos convertirnos en un festival.
Reconocemos que parte de nuestra historia tiene que ver con el proceso de esclavización entendido como el mayor flagelo de no dignificación hacia las personas africanas arrancadas de sus territorios para ser traídas a las Américas y el Caribe. Reconocemos que estos africanos y africanas trajeron consigo una cosmovisión y unos conocimientos que es muy importante reivindicar a través del cine.
El propio nombre del proyecto reivindica la memoria y el legado de las poblaciones africanas traídas esclavizadas al continente. ¿Se consideran un festival de cine afrocentrado?
El nombre “Kunta Kinte” viene del personaje de la novela “Raíces" de Alex Haley, que en 1977 fue adaptada a miniserie. En primer lugar quisimos reconocer y reivindicar el poder que tiene la historia de Kunta Kinte, cuyo esclavizador quiso cambiarle el nombre por Toby y él nunca escuchó, mostrando su autodeterminación y conciencia libertaria. Creemos que la serie “Raíces” fue un gran ejemplo de una representación respetuosa del proceso de esclavización y ahí se centra gran parte del trabajo que queremos hacer desde el cine, la forma como nos queremos representar hacia el mundo y narrarnos, no como Occidente o Europa ha querido representar a la gente negra. Entonces, en primera instancia, escogimos ese nombre porque nos identificamos con la postura de este personaje.
También reivindicamos a un líder chocuano de la costa pacífica cuyo nombre era Euclides Blandón pero le decían Kunta Kinte. Él decía que había que llenar de contenido político la negrura y esa es la apuesta de nuestro festival: hablar de negritud, afrodescendencia y reconocer a Euclides Blandón, desaparecido en 1999 cuando se trasladaba de Buenaventura hacia Cali. Es en honor a estas dos a estas dos figuras que nuestro festival lleva este nombre.
Nos consideramos un festival afrocentrado porque buscamos, desde la curaduría, que todo el trabajo a exhibir sea dirigido, construido y pensado por gente negra. Es un trabajo busca reivindicar lo afro, con foco en la humanización y en la dignificación de lo que nosotros hemos sido y hemos contribuido a las Américas y al mundo.
¿Qué desafíos enfrentan cada año desde la programación y la exhibición de cine afrodescendiente?
El mayor desafío al que nos enfrentamos es sobre qué tipo de cine nos llega. Nosotros abrimos convocatorias para que nos lleguen películas por plataforma y al correo. Pero nos encontramos con que parte de las películas que nos llegan por las plataformas son películas estereotipadas que presentan a la gente negra, digamos, de una manera no digna. Esto nos lleva a mantener relaciones permanentes con diferentes realizadores y productores del mundo afro y no afro para poder nutrir nuestro festival y de esta forma poder presentar películas dignas sobre la población afro. Afortunadamente, como en el caso de Colombia, cada vez hay más realizadores y productores afros conscientes de la dignificación de la imagen de la gente negra.
Cuando hablas de dignificación desde la representación, ¿a qué te refieres?
Buscamos que esa cosmovisión de la gente negra sea representada desde las imágenes y que no se vea reducida a estereotipos, imaginarios y representaciones sociales que que no nos representan. Queremos mostrar al mundo esas múltiples formas en las que podemos ser narrados.
“Nos consideramos un festival afrocentrado porque buscamos, desde la curaduría, que todo el trabajo a exhibir sea dirigido, construido y pensado por gente negra”.
¿Cómo se estructura el festival?
Tenemos varias sesiones. Una general con películas de distintas partes del mundo que incluye secciones dedicadas al documental y otra que se enfoca en una temática que escogemos cada año. Estamos trabajando en una sesión dedicada a la representación de películas sobre el trabajo de las mujeres negras en el audiovisual y una sobre infancias.
Contamos también con una sesión que es muy, pero muy importante, en la que presentamos los trabajos realizados por los niños y las niñas en el marco de los talleres de fotografía y video. Me atrevo a decir que esta sesión es la más importante para nosotros, porque los y las chicas presentan sus trabajos en la clausura . En la gran mayoría de las presentaciones abrimos un espacio de diálogo, de conversación y en lo posible buscamos la oportunidad de que estén sus realizadores y podamos conversar con ellos y ellas.
El proyecto tiene un importante segmento de formación, ¿qué objetivos se proponen a largo plazo con este programa?
La sesión de formación es crucial para nosotros. Primero, porque permite ir construyendo y consolidando unos públicos que reconozcan la memoria, la historia y los aportes de la gente negra. Segundo, porque este proyecto busca ir trabajando y enseñando elementos culturales para que las personas que participan en nuestro festival tengan una concepción diferente frente al afrodescendiente.
Por último, creemos que los procesos formativos nos atraviesan y eso nos permite ir cambiando comportamientos y situaciones. Este es un festival antirracista que apuesta por construir sujetos más humanos. Creemos que mantener y sostener este festival nos va a permitir hacer grandes aportes en la construcción de sujetos más respetuosos que viven y construyen desde la diferencia, sujetos antirracistas.
¿Han tejido colaboraciones con otros proyectos cinematográficos del continente que trabajen con cine afrodescendiente?
Hemos establecido relaciones con hermanos y hermanas de Francia y acciones colaborativas con la APAN de Brasil. También hemos construido relaciones con proyectos de Estados Unidos que nos acompañan en todo el proceso y en la curaduría de este trabajo, y también con personas de México y de Cuba, no sólo con la presencia de sus películas en el festival, sino a través de la participación de directoras y directores en el festival, y otros países que ahorita se me escapan. Somos conscientes de la importancia que tiene tejer relaciones con los continentes, hermanarnos y construir esa relación de conexión desde el cine, dignificando la humanidad de la gente negra en la representación.
¿Cuáles son los desafíos para la edición de este año?
Queremos seguir consolidándonos como festival de cine afrodescendiente. El mayor desafío es mantener y conseguir los recursos económicos para desarrollar este trabajo. Otro desafío es ir consolidando las memorias de nuestro festival para poder avanzar en esa contribución de continente, país y del mundo. Asimismo queremos continuar generando nuevas conexiones con proyectos de distintas partes del mundo para crear una red que trabaje desde, para y con la afrodescendencia desde un cine antirracista.