Sebastián Cordero, director de “Sin muertos no hay carnaval”
El director, guionista y productor ecuatoriano Sebastián Cordero debutó en cine en 1999 con "Ratas, ratones, rateros" y así dio inició a una prolífica carrera que continuó con "Crónicas", "Rabia", "Pescador" y "Europa Report". Su sexto largometraje –“Sin muertos no hay carnaval”- muestra los estratos sociales de Guayaquil a través de la historia de un joven acaudalado que trata de desalojar a 250 familias que han invadido las tierras heredadas de su padre en la zona del Monte Sinaí, al noroeste de la ciudad. La película fue estrenada en Ecuador en septiembre y ha sido seleccionada para representar al país en los premios Oscar. LatAm cinema habló con el director con motivo de la primera exhibición internacional del film en el 14º Festival de Cine de Morelia.
¿Cómo surgió “Sin muertos no hay carnaval”?
Mi involucramiento empezó cuando estábamos terminando de filmar “Pescador” en 2011. El protagonista de la película es Andrés Crespo, y él estaba trabajando desde ese entonces en el guion de lo que eventualmente sería “Sin muertos no hay carnaval”. Siempre tuvimos una buena dinámica de trabajo y al final de “Pescador” estábamos con ganas de que no se quedara ahí, entonces él me pasó este guion en el que había estado trabajando que era un relato de la ciudad de Guayaquil a través de las diferencias entre los estratos sociales contado a través de un problema de una invasión de tierras. Lo leí y me encantó: tenía algo muy potente y Andrés estaba buscando a alguien que dirigiera el proyecto, ya que él ha dirigido cortos pero todavía no se lanza a dirigir su primer largometraje. A partir de ahí empezamos a trabajar el guión por varios años, hice un par de películas entremedio pero a la distancia seguíamos trabajando en el guion. Cuando terminé “Europa Report”, en 2013 en Estados Unidos, regresé a Ecuador y empezamos a fondo el trabajo de desarrollo del proyecto hasta filmarlo a inicios del año pasado.
Si bien la película narra una historia de ficción, durante el rodaje muchos de los extras y roles fueron cubiertos por personas que habitan zonas ocupadas del Monte Sinaí. ¿Cómo fue el proceso de preproducción y rodaje?
Esa fue una de las cosas que más me interesaron cuando leí el guion. Conocía el tema pero no había hecho una gran investigación, y yo soy de Quito. Conozco bien Guayaquil porque he filmado mucho allá, pero nunca había estado en el Monte Sinaí. Cuando empezamos a hacer esta investigación con Andrés nos metimos ahí para conversar con gente, para ver cómo era la dinámica de este asentamiento, ya que una cosa interesante es que la ciudad de Guayaquil y esta zona en particular han crecido y se han desarrollado a través de las invasiones de tierras, de los asentamientos ilegales. Hay algunos lugares que ya tienen varias décadas y otros que están recién empezando, y para que funcionara dentro de la historia necesitábamos que fuera un asentamiento reciente, entonces nos dimos una buena vuelta por toda la zona y la gente siempre fue muy colaboradora. Querían que se contara su historia, y aunque se cuente una ficción con una trama dramática construida, el trasfondo es una realidad que ellos viven todos los días: la fragilidad de estar viviendo en un sitio donde de un día para otro te pueden desalojar, donde no sabes en quién confiar. Lo que hace la película es contar de cerca este entorno y al final se mezcla la ficción con la realidad. La mejor manera de trabajar cuando estás haciendo una película es involucrar a la gente local de cada lugar y en este caso para la gente de la zona de Voluntad de Dios, de este barrio en el Monte Sinaí, el proyecto de la peli fue algo que les llegó de la nada pero se involucraron muchísimo en todas las etapas: el rodaje, la construcción, el arte, la decoración. También hay una escena de un intento de desalojo en la cual tuvimos entre 150 y 200 extras que eran gente de ahí mismo de la zona. Para ellos el estar actuando la situación que temen que suceda debe haber sido muy catártico, muy fuerte.
Por lo que cuentas el trabajo de producción fue complejo ¿Podría haberse hecho una película de estas dimensiones en Ecuador sin una coproducción, en este caso de productoras de México y Alemania?
En este momento creo que el tema de las coproducciones ha abierto mucho camino y ha permitido trabajar a una escala muy grande. “Sin muertos no hay carnaval” sin una coproducción no podría haber tenido el tamaño que tiene, es una película de cerca de 2 millones de dólares de presupuesto, es grande para Latinoamérica. Pero aliarte con gente, sobre todo de países donde hay una industria mucho más sólida, más fuerte, de mucho más tiempo como es la de México permite que el proyecto crezca bastante. Yo siento que en los últimos años han habido muchos más largometrajes tanto de ficción como de documental produciéndose y estrenándose, pero creo que igual de alguna forma los proyectos que se hacen sólo con el Ecuador como país productor tienen que ser más pequeños. Ahora de hecho estamos en un momento de crisis y hubo un recorte en los fondos concursables, entonces siempre te toca aliarte con otros países. De todos modos se está produciendo mucho más e igual hay un montón de proyectos que se están haciendo sólo dentro del Ecuador, lo cual también es muy válido.
En Ecuador tengo muchas historias por contar, hay cosas realmente increíbles y es algo que me interesa seguir haciendo a largo plazo, pero siempre teniendo el otro pie afuera.
La temática de tu película es muy local ¿Cómo pensás que será la recepción cuando se estrene a nivel internacional?
Es cierto que la historia retrata una situación muy local donde trato de captar los sabores y características de la ciudad de Guayaquil, pero a la vez es una situación que es real en casi todos los países de Latinoamérica. La película puede entonces funcionar a nivel global, se puede entender claramente lo que está sucediendo y es un conflicto super interesante desde afuera, por lo cual queremos moverla internacionalmente. Por ahora lo único que se puede anunciar es que va a estar en el festival de Morelia en octubre. A pesar de que lo normal es empezar por festivales, aquí en Ecuador teníamos mucha expectativa y un poco de apuro por exhibirla ya, y el recorrido de festivales vendrá después. En Morelia va a estar en octubre porque además de ser una coproducción con México es un festival que consideramos super importante para el recorrido que tenga la película tanto en la distribución en México como a nivel internacional. Todavía no tenemos acuerdos de distribución, estamos definiendo esa etapa. Pensamos un poco en base a mi trayectoria, a las otras películas que he hecho, a lo que se ha logrado en el pasado. Hoy en día todo el tema de la distribución ha cambiado muchísimo con el streaming, internet, Netflix, iTunes, entonces en este momento una de las prioridades es tener difusión en esas ventanas.
“Sin muertos no hay carnaval” es tu sexto largometraje. ¿Qué ha cambiado y qué se mantiene en tu cine? ¿Considerás que tu obra pertenece a alguna corriente latinoamericana?
Dentro de mi cine hay algo que entra en una corriente latinoamericana contemporánea que tiene que ver con el realismo social, con contar historias que pueden engancharte mucho en su trama y en la tensión dramática que llevan pero a su vez están atadas a situaciones reales y problemáticas de nuestros países. Eso ha estado muy presente en mi cine, en algunas pelis más que en otras. Por un lado siento que tengo ese lado establecido pero al mismo tiempo siempre me ha interesado hacer cine muy diverso. De hecho la última película que hice fue una producción de Estados Unidos de ciencia ficción, “Europa Report”. Puedes ver a esa película como algo totalmente distinto al resto de mi filmografía aunque en realidad tiene mucha búsqueda de veracidad. Al ser un documental falso que cuenta desde una perspectiva científica esta exploración espacial, hay algo de tratar de contar una historia de la manera más realista posible que está presente en todo mi cine. Yo nací en Ecuador pero pasé varios años en Francia y luego estudié en Los Ángeles. Siento que tengo una influencia de mucha culturas y tipos de cine, y me interesa explorar historias de distintos lugares. Ahora con “Sin muertos no hay carnaval” siento que se ha ido reafirmando un camino que ya venía tomando, pero también me interesa explorar otros caminos, tratar de hacer otras películas fuera de Ecuador y de ahí regresar aquí. En Ecuador tengo muchas historias por contar, hay cosas realmente increíbles y es algo que me interesa seguir haciendo a largo plazo, pero siempre teniendo el otro pie afuera.