• Tito Catacora, cineasta aymara: “somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico”

  • Tito Catacora, cineasta aymara: “somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico”

  • Tito Catacora, cineasta aymara: “somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico”

  • Tito Catacora, cineasta aymara: “somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico”

    El equipo de la película durante el rodaje.

Tito Catacora, cineasta aymara: “somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico”

“Yana-Wara” de los directores aymaras Óscar y Tito Catacora trata sobre un juicio comunitario contra Evaristo, un hombre de 80 años acusado de asesinar a su nieta Yana-Wara, de 13. Durante el proceso, la comunidad se entera de que el abuso sexual contra la joven alteró el orden cósmico, provocando la aparición de los espíritus malignos.

La película es el debut en ficción de Tito Catacora ("Pakucha") y la obra póstuma de Óscar Catacora (“Wiñaypacha”), su sobrino, que falleció al inicio del rodaje. Ambos venían trabajando desde hace más de una década como dupla creativa, alternando en los roles de director y productor en función del proyecto; ademas, han contado con la colaboración de otros familiares en los equipos técnicos de las películas. Luz Diana Mamami lidera un  elenco de actrices y actores no profesionales que también integran Cecilio Quispe, Juan Choquehuanca, Irma Percca y José Calisaya.

Producido por Cine Aymara Studios, el film tuvo su premiere mundial en marzo en el Festival de Málaga y se estrenó en Perú en abril, donde fue visto por más de 30 mil personas durante seis semanas. Sus ventas internacionales están en manos de Quechua Films y es la obra que representa a Perú en los Premios Goya y Óscar.

LatAm cinema conversó con Tito Catacora sobre el proceso creativo de la película y el momento que vive el cine indígena en Perú. 2024 ha sido un año de estrenos para el director, que también presentó en el Festival de Lima su segunda película de ficción, “Los indomables”, un drama histórico filmado en quechua, aymara y español inspirado en un intento de revolución inca aymara contra la corona española en 1781. Escrito por Óscar Catacora, el film busca su estreno internacional.

¿De dónde surge la motivación para hacer esta película?

Queríamos tocar un tema que no es tan común abordar, que son los espíritus malignos. Entendemos que hablar de los espíritus malignos es hablar también de la naturaleza, porque el ser humano es cada vez más egocéntrico y no le tiene respeto. Queríamos rescatar los aportes de nuestros abuelos, que nos han enseñado que hay que tener un respeto a la naturaleza. Entonces nosotros pensamos en hablar sobre un espíritu maligno llamado Anchanchu, el dueño de la riqueza, el oro y la plata, que controla el comportamiento, la conducta humana, o sea, nuestra cultura. Ese, básicamente, era nuestro interés. Como necesitábamos una historia para abordar este tema, hemos incorporado la historia de de la niña indígena Yana-Wara, que es como la intermediaria, porque a ella le ocurren muchos sucesos en los que padece. Esos son los puntos que a nosotros nos han encaminado para sacar adelante la obra. 

A partir de ser víctima de violencia machista, Yana-Wara se convierte en víctima también de otros elementos, entre ellos, los espíritus. ¿Cómo es percibida la violencia machista en la cosmovisión aymara?

La niña indígena sufre violencia de género y, peor todavía, violencia sexual. Esto es atentatorio en nuestra cultura, es visto como algo antimoral, antiético, y ese problema que padece la niña, no solamente la afecta a ella, sino a toda la familia y a la comunidad, y a toda una organización grande de hasta 23 comunidades. Eso es así porque en nuestra cultura todavía existen bien arraigadas la ética y la moral. Ahora, ¿cómo es visto de repente esta cuestión del machismo en mi cultura? Consideramos que las mujeres, históricamente y en todas las culturas, han sufrido violencia y discriminación. Poco a poco se está mejorando, pero todavía falta. Nuestra cultura no es ajena tampoco a este tipo de casos. Aunque de acuerdo a nuestra lógica andina, la mujer es la parte complementaria del varón, a diferencia de la lógica occidental en donde el hombre y la mujer son antagónicos. En algún momento, yo escuché decir que una persona no está conformada como persona de derecho mientras es soltera, es todavía guagua y no puede asumir ningún cargo político ni administrativo ni nada. A ese nivel filosófico es muy interesante, sin embargo, en la vida práctica también se ha visto que no siempre se suele tratar así, porque también se cometen abusos. Y tal vez también vivimos en una sociedad machista, aunque algunos entienden que no, pero analicemos: por ejemplo el varón es el día y la mujer la noche, puede parece que hay cierta discriminación, ¿por qué no es al revés?

“Entendemos que hablar de los espíritus malignos es hablar también de la naturaleza, porque el ser humano es cada vez más egocéntrico y no le tiene respeto. Queríamos rescatar los aportes de nuestros abuelos, que nos han enseñado que hay que tener un respeto a la naturaleza”.

Respecto a la propuesta formal de la película y la fotografía, ¿puedes contar cuáles fueron las decisiones que les llevaron a definir el formato, el color, la cámara fija, los encuadres…?

En nuestras obras, siempre nos manejamos a nivel de concepto, de la forma como percibimos el mundo. Como estamos abordando un tema bastante caótico, para nosotros era necesario encasillar, ahorcar a la protagonista y darle energía, por eso es que hemos hecho cámara fija, porque si hacíamos movimientos de cámara, liberábamos energía y no era recomendable. En cuanto al formato, como la película está ambientada en 1980-1990, para que se note que es una obra de antaño, pensamos en apelar al formato del cine mudo. Ahora, blanco y negro, ¿por qué? Porque en nuestra cultura, el color negro significa poder, autoridad. Donde yo vivo, en la región de Puno, las autoridades políticas usan trajes de color negro. Eso representa poder, no significa muerte. Aunque ahora, con la incursión de la doctrina cristiana, las comunidades suelen usar el atuendo negro para actos funerales. Por otro lado, si queríamos transmitir al espectador el sufrimiento que padece la niña Yana-wara, era necesario que se pudiera concentrar en la historia o, mejor todavía, en la misma protagonista. Entonces, para que no se distrajera, era necesario hacer blanco y negro, porque el color distrae.

Y, obviamente, también tenemos nuestros referentes. Me gusta bastante el trabajo del cineasta japonés Kaneto Shindo, justamente por esa degradación de color, y también “Ida” de Pawel Pawlikowski

¿Qué nos puedes contar sobre el trabajo de conceptualización del diseño sonoro?

Esto también obedece a la forma en que nosotros percibimos el mundo. Somos aymaras, pobladores de la ecorregión andina, y nuestros abuelos nos han dejado la cosmovisión. De acuerdo a esas enseñanzas, el conocimiento que adquirimos no es solamente unidireccional. ¿Qué implica esto? Al observar una casa, no solamente debo de ver con mi ojo y luego describir si la casa está vieja, el color que tiene, si tiene puertas viejas… Más bien, lo que tengo que hacer es sentir, o sea, conocer si la casa está alegre, está triste, está enojada, tiene hambre, tiene sed… Ese era nuestro interés en la película: representar y sentir las montañas y las deidades protectoras y, para sentir eso, teníamos que valernos del diseño sonoro. No era necesario utilizar una música, porque es un recurso que ya tiene otro sentido, mi interés era sentir la naturaleza, el agua, el Anchanchu, sentir los apus, el viento, hasta la misma casa, todo. El equipo de diseño de sonido ha hecho un gran trabajo, porque justamente ésa era la idea, queríamos escuchar como si fuera una música, pero con sonidos de los elementos naturales.

¿Cómo se dio ese proceso de finalización de la película tras el fallecimiento de Óscar? Siendo que, además de ser familia, eran dos creadores que trabajaban juntos desde hace tiempo.

Justo estábamos ingresando a la etapa del rodaje y pasó lo que pasó. Ha sido un duro golpe para la familia, porque además estábamos todos. Hemos hecho un equipo conformado también a base de familiares, porque fueron los únicos que nos apoyaron cuando empezamos  y así se han hecho técnicos calificados. Y bueno, ¿qué podíamos hacer? Nos reorganizamos y yo asumí la batuta de la dirección, porque es él quien estaba haciéndola. Yo más bien estaba como asistente de dirección, como un codirector, yo conocía todo de la creación, de la propuesta artística. Entonces, no ha sido tan difícil para mí, la dificultad era que yo estaba acostumbrado a trabajar en equipo y ahora ya no tenía con quien comentar. Pero gracias al apoyo de los compañeros hemos terminado el rodaje, que duró más de dos meses. El Óscar falleció cuando estábamos iniciando, como a las dos semanas, por eso compartimos los créditos.

¿En qué momento dirías que está el cine indígena hoy en Perú? ¿Cuáles te parece que son los principales desafíos?

Hasta antes de la película “Wiñaypacha”, hacer películas indígenas en Perú era visto casi como un delito, porque lamentablemente nosotros hemos sufrido el proceso de colonización en tal sentido, que nuestras lenguas, idiomas, conocimiento, hasta la alimentación eran rechazados. En Perú hay como 48 lenguas originarias y, por ende, somos como 48 naciones. Nosotros rompimos ese paradigma con nuestra primera película y al ver que ha trascendido a nivel nacional e internacional, yo creo que hemos dado un salto cualitativo y también cuantitativo. Ahora ya podemos ver películas en quechua, en shipibo…pero aún falta bastante. Como le he indicado, somos como 48 lenguas. Estamos en buen camino, es más, las obras que hacemos en las regiones del país, o sea, en nuestras culturas originarias, son las películas que en la actualidad están representando a nuestro Perú. Ya estamos trascendiendo de otra manera y creo que eso es lo que nosotros ofrecemos como Perú, somos un país multicultural, multiétnico y multilingüístico. Ahí está la riqueza cultural. Esperemos que el Estado peruano también siga apostando por esto con el apoyo que corresponde.