Bolivia apuesta por su documental: tres nuevas obras obtienen fondos para llevar adelante su rodaje
Las tradiciones de una escritura ancestral que se va perdiendo con el tiempo; una aproximación visual al “imaginario amoroso-sexual” de una comunidad indígena del sur de Bolivia o la vida de dos hombres explotados que destruyen para crear, son algunas de las temáticas que tres documentales bolivianos exploran y que podrán culminar sus respectivas etapas de rodaje antes de fin de año. La materialización de estas producciones es posible gracias a la obtención de un fondo concursable estatal de incentivo a la producción cinematográfica, el Programa de Intervenciones Urbanas (PIU) –una iniciativa del Ministerio de Planificación del Desarrollo–.
La ministra de Planificación del Desarrollo del Gobierno boliviano, Mariana Prado, explicó a LatAm cinema que el PIU nace de una inquietud para buscar formas distintas de apoyo a las industrias culturales. En el área de cine y audiovisual, la primera convocatoria tenía el objetivo de apoyar iniciativas para la formación, para promocionar cintas internacionalmente y para la producción de largometrajes. En esta categoría, cinco películas de ficción y tres documentales fueron los beneficiados con recursos provenientes del Tesoro General de la Nación. “En todos los casos se están haciendo asignaciones entre 50.000 y 350.000 dólares, para que podamos apoyar este tipo de producciones”, precisa la autoridad.
Prado explicó que la selección de los beneficiarios fue realizada por un consejo consultivo conformado por siete especialistas de países como Cuba, España y México, entre otros, para que no se genere un conflicto de interés entre los cineastas bolivianos. “En la convocatoria hemos establecido que todas las producciones tienen que culminar su rodaje antes de fin de año.
Uno de los documentales beneficiados con el fondo es “El disco de piedra, en busca del lenguaje perdido”, de la directora Geraldine Ovando, producido por Nicobis (Bolivia) –empresa cinematográfica con 36 años de trayectoria en el audiovisual y la animación infantil–, y que se encuentra por empezar la segunda etapa del rodaje.
Para la siguiente fase de filmación, el equipo de producción de Ovando se adentrará en un viaje por distintas locaciones para contar la historia de su abuela y la historia de su comunidad, San Lucas, donde las mujeres cantaban al agua en las fiestas de Semana Santa, pero cantaban leyendo los rezos en soportes jamás sospechados, como son las piedras y el barro, según cuenta la sinopsis. “Intervenir e indagar en las propias memorias familiares, requiere de un trabajo de tripas-corazón, pues hay mucho de mí misma comprometida en el rodaje. Finalmente digo yo, el disco de piedra se ha convertido en un amuleto para mí, que me está permitiendo encontrarme a mí misma y a mis raíces”, cuenta Ovando a LatAm cinema.
La realizadora dice que en la etapa de preproducción y producción, la película se mantiene como una obra boliviana. Sin embargo, están viendo la posibilidad de lograr alianzas para la fase de postproducción con otros países y productoras. Asimismo, da a conocer que para la filmación tienen un presupuesto estimado de 50.000 dólares. El productor del filme es Harold Céspedes, con experiencia en otros largometrajes como “Soren”, de Juan Carlos Valdivia; “Wiñay”, de Álvaro Olmos, entre otros. Ovando, aparte de su proyecto de grado de la carrera de cine en la Universidad Católica Boliviana (“Todo mojado”), ha dirigido junto a Emiliano Longo, su pareja, el documental “Los hijos del fin del mundo”, producción que aún no ha visto la luz.
El deseo de Ovando es que la película pueda estar lista el próximo año para proyectarla en San Lucas en Semana Santa, para que después recorra algunos festivales y finalmente sea estrenada en Bolivia en el marco del Festival de Cine Radical.
Las tradiciones de una escritura ancestral; una aproximación visual al “imaginario amoroso-sexual” de una comunidad indígena o la vida de dos hombres explotados que destruyen para crear, son algunas de las temáticas que abordan estos documentales.
Ariel Soto Paz, director de “Quinuera” –documental boliviano ganador del DOCTV Latinoamérica en 2014–, es el productor de “La conquista de las ruinas”, dirigido por Eduardo Gómez, una coproducción entre Rodante Films (Bolivia) y Pensilvania Films (Argentina), otro de los largometrajes beneficiados con los fondos del PIU. La sinopsis del filme documental retrata a trabajadores de canteras y obras de construcción. Barrios privados. Restos paleontológicos. La tierra une y separa a todos ellos, donde cada uno tiene una interpretación sobre qué es y cómo se debe habitar este mundo. El documental sigue sus intereses para construir un relato sobre la expansión de la ciudad y sus consecuencias. “La destrucción de un lugar para la construcción de otros, que son las nuevas ciudades, las metrópolis, esa idea que envolvía la narrativa me pareció súper importante”, explica Soto a LatAm cinema.
La película inició su etapa de rodaje en junio de este año en Buenos Aires, Argentina, con uno de los protagonistas. La segunda quincena de julio, el equipo de producción estuvo en Bolivia. Soto estima que la fase de filmación termine en septiembre. Anterior a esta etapa, el filme formó parte de eventos de desarrollo como el Bolivia Lab, Buenos Aires DocLab, ChileDoc y se hizo acreedor al fondo de Ibermedia a la coproducción en la convocatoria 2018.
Soto estima que el primer corte de “La conquista de las ruinas”, ópera prima de Gómez, pueda estar finalizada el segundo semestre del próximo año, para que así pueda postular a distintos work in progress que ayuden a solventar la fase de postproducción. “Eso siempre ayuda para ganar un nombre y darle un peso a la película, para que pueda tener un mayor interés de los públicos y festivales. Por la estética y el tipo de narrativa que maneja el documental, pensar y soñar en entrar en un festival de clase A no está lejos”, agrega el productor.
“Yucay: El paraíso de los sentidos”, según su directora Mela Márquez, nace de la experiencia durante la realización de su primer filme, “Sayari” en 1994. “Quería representar el amor y ahí me di cuenta que la representación amorosa del mundo indígena es muy diversa y que los símbolos y signos no son los mismos que en el mundo occidental”, explica a LatAm cinema la realizadora.
Márquez, quien ocupa el cargo de directora ejecutiva de la Fundación Cinemateca Boliviana, propone un documental creativo que con diversas aproximaciones visuales, según la sinopsis, pretende plasmar el imaginario amoroso-sexual de los Jalq’a, una comunidad indígena originaria del sur de Bolivia, rodeada por estratos rocosos de múltiples colores y que representa en el arte textil un mundo subterráneo, un lenguaje codificado en las concepciones de belleza, amor, ternura, miedo, vida y muerte.
La productora del filme es Rosa Jalja, radialista y productora audiovisual, quien se ocupará de obtener la autorización para poder filmar dentro de las comunidades. La investigación y preparación se realizará a mediados de septiembre y la directora espera poder empezar a filmar a principios de noviembre. La producción del documental, según Márquez, está en torno a los 120.000 dólares. La directora dice que de momento no hay ningún acuerdo de coproducción, pero que hay interés de Italia para lograr algún acuerdo en las etapas posteriores.