Jorge Sánchez Sosa, director del Festival de Cine en Guadalajara

Con motivo de la celebración del 25 Festival Internacional de Cine en Guadalajara, su director, Jorge Sánchez Sosa, realizar un repaso de las principales señas de identidad del certamen.

Creo que los festivales de cine en América Latina, exceptuando Cartagena o Mar del Plata y refiriéndome a los que surgieron paralela o posteriormente a La Habana y Guadalajara, surgen más por necesidad que por genialidad. En Guadalajara, la necesidad surgió de un grupo de cineastas y cinéfilos agrupados en Cine y Crítica de Occidente a mediados de los años ochenta. El festival se fue construyendo piedra por piedra, lleno de contradicciones, mas siempre impregnado por esa necesidad de ver y ser vistos, de reconocer y ser reconocidos, de abrir las puertas de esta casa de todos y mirarse en los espejos del otro.

¿Qué cara, qué pies, qué alma tiene hoy el festival? Creo que su “falta de identidad” es su paradójica virtud. Hemos procurado –sumo aquí las voces del equipo que logramos conformar– que el festival sea útil, que sea un verdadero camaleón, que responda a las necesidades que nos manifiestan los cineastas o el público, o las que percibimos en la edición anterior o el mismísimo día a día.

En programación, contamos con un equipo variado y dinámico. Algunos empezaron colaborando en diferentes servicios y ahora ejercen criterios de selección, otros los importamos. Incorporamos a algunos responsables originarios de la programación del FICCO. Pretendemos ofrecer diversidad sin olvidar la importancia central del cine mexicano e iberoamericano.

La sección Vox Office, que reúne las películas con mayor número de espectadores durante el año anterior al Festival en México, Brasil, España, Colombia, Chile y España, mostró que no interesaban al público en general, pero sí a un número reducido de distribuidores locales. Insistimos y conseguimos mantener la sección, pues nos interesa demostrar que podemos ser exitosos en la taquilla.

En la sección Corrientes Alternas seleccionamos películas de vanguardia que sorprenden por su tratamiento, originalidad, visión del director, o conjunción de esos factores y muchos otros.

También generamos la existencia del Doculab, donde participan 30 documentalistas de América Latina con documentales en proceso de montaje, de los cuales se eligen nueve para ser diseccionados por los tutores (profesionales del documental como Nicolás Echevarría, Emilio Maillé, Everardo González, Juan Carlos Rulfo…) y sus compañeros participantes.

Guadalajara Construye es una iniciativa del Festival de San Sebastián, que con su apoyo y el del Festival de Toulouse logramos replicar en Guadalajara. El año pasado coincidimos en fechas y acordamos desarrollarlo de forma independiente. Convocamos proyectos de largometraje –ficción o documental– de México, Centroamérica y el Caribe (y excepcionalmente del país invitado) en proceso de postproducción. Seleccionamos seis de ellos y los presentamos ante los patrocinadores de la sección, a programadores o directores de festivales internacionales interesados en esas producciones que probablemente seleccionarán para sus festivales cuando estén terminadas. Los patrocinadores otorgan premios que van desde uso de derechos musicales hasta procesos de postproducción de audio, sonido o ambos.

En el primer año de nuestra gestión iniciamos el foro Presente y futuro del cine mexicano. Mejores intenciones serían difíciles de encontrar: reflexionar y discutir ese amplio panorama del futuro, un ejercicio arduo. Pero más difícil resulta actuar según lo ahí expresado, que no es labor del festival, como sí lo es incentivar la discusión sobre el cine y el país que tenemos y el que queremos.

Hay más, muchas más actividades: secciones, fiestas, comidas, pachanga, bailongo y sueños. No faltan voces que señalan que es demasiado… No lo creo, debemos ser grandes o pequeños pero diversos y pro-positivos, interactuando con cada necesidad y cada público. Cada cual irá al baile, película, foro o laboratorio que más le atraiga por su capacidad de aprehender, enamorar, divertirse, expandirse y hasta multiplicarse. Quién nos quita lo bailado.

El momento más pleno que vivo año a año en el festival es la noche anterior a la clausura. El Jurado Mezcal, jóvenes entre 18 y 25 años, casi todos de la mismísima Guadalajara, algunos del occidente del país y otros residentes en California (seleccionados por su crítica sobre una película mexicana), me invita a su votación de la mejor película nacional… ¡Llueven reclamos! ¿Por qué seleccionaron tal película que es nefasta y machista?…¿Por qué no recibimos invitación para tal fiesta? Ahí aparece el que comenta: “No veo cine mexicano. Pero supe por un amigo que pedían la crítica de una que estaba en mi videoclub y total, la vi. Mandé lo que me pareció y me seleccionaron. Aquí ya vi 12 películas mexicanas y me di cuenta que hay un cine que sí habla de nosotros y que está bien chido… No todas pero sí algunas… ¿Se vale repetir para el año próximo?” Y cae el veinte y le aplauden-se aplauden. ¿Podemos pedir algo más? Sí, un tequila por favor. ¡Salud!

Jorge Sánchez Sosa
Director del FICG.

“La ‘falta de identidad’ del FICG es su paradójica virtud”