Mientras presenta buena parte de su obra en una muestra especial de esta edición de FICValdivia, el argentino José Celestino Campusano aprovecha su visita a la ciudad para rodar escenas de su nuevo largometraje, “Placer y martirio”, una película en la cual por primera vez abandona las historias marginales en el conurbano bonaerense para retratar a la clase alta porteña.
“Es una historia muy femenina, relacionada con el aspecto sexual y amoroso de mujeres de 40 a 60 años. Habla sobre cómo mantener la juventud y la supuesta belleza les lleva la vida", adelanta Campusano sobre su nueva producción, que vuelve a tener detrás a su compañía Cine Bruto y el apoyo del INCAA.
Siguiendo uno de sus “principios esenciales”, la historia está basada en hechos verídicos. Como parte de la trama sucedió en el exterior, la invitación al certamen convirtió a Valdivia en el escenario ideal para rodar esas secuencias. “A través de una alianza con Raúl Camargo, el festival y la Film Commission de Valdivia, trasladamos el rodaje acá", cuenta Campusano, quien viajó con un equipo reducido y tuvo todas las facilidades para rodar en la ciudad, incluyendo el ingreso a la cárcel de máxima seguridad.
Mientras finaliza este nuevo film, Campusano inicia en paralelo el camino de su película más reciente, la tragedia amorosa “El perro Molina”, que tuvo su anticipo en Valdivia como parte de la muestra que repasó buena parte de su obra, con títulos como “Vil romance” o “Fango”, que ha terminado por instalar definitivamente al argentino en el plano cinéfilo local.
Esta retrospectiva es la primera de tres que tendrá en este año, muestra del interés internacional que despierta ese cine crudo que persigue en cada una de sus películas, que ha crecido en recursos pero sin perder su autenticidad.
“Creo que la particularidad del cine que hago es que miro de igual a igual a la comunidad. El cine se ha creado de espaldas a la vida, de espaldas a la comunidad. Yo creo que el audiovisual es detractor o complaciente. El mercado lo que hace es reinstalarte en un lugar cómodo que todos conocemos. Los audiovisualistas van siempre al mismo lugar común. Nosotros buscamos hacer otra cosa”, reflexiona.
Convencido de la necesidad de “construir desde la integración”, actualmente avanza en posibles proyectos con Bolivia, Perú, España y Belice, mientras busca fomentar alianzas con el interior del país para ampliar la mirada.
“Cuando cambia la mirada, cambia el imaginario colectivo. Y el imaginario colectivo no solo nuestro, sino de la gran mayoría de los países, está regido por los grandes centros capitalinos. Eso tiene que ver con una mirada de casta, de prejuicios, cuestiones acomodaticias, que el interior no maneja. Por ejemplo, el cine de Córdoba es un cine totalmente fresco, desestructurado, novedoso e innovador”, explica, subrayando: “Nosotros apuntamos a eso, a que cada película renueve al cine en sí mismo”.