El 23º Festival Internacional de Cine de Valdivia iniciado el pasado lunes, es sin duda la edición más política del certamen. La histórica presencia de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, con motivo de la promulgación de una nueva ley de derechos de autor para directores y guionistas, consolida un perfil que este año se enfatiza desde su contenido y concepto.
Bachelet se transformó en el primer jefe de Estado del país en acudir a la apertura de una cita cinematográfica nacional. Su presencia en la apertura del festival fue a raíz de la promulgación de la Ley Ricardo Larraín, que otorga derechos de autor a directores y guionistas, que firmó en el escenario de la Aula Magna de la Universidad Austral junto al Ministro de Cultura Ernesto Ottone.
“Lo que estamos haciendo es un acto de justicia. Estamos corrigiendo una asimetría y haciendo extensiva a un grupo de creadores un derecho que ya está consagrado. La ley que promulgamos extiende los derechos patrimoniales a directores y guionistas, así los autores tendrán una remuneración por la difusión de su obra”, precisó Bachelet, quien también destacó que esta ley se da en un momento muy especial para la cinematografía chilena, donde el cine nacional “acumula prestigio y premios, gracias a la creatividad y el empuje de todos quienes forman parte de esta industria, pero también a la inversión sostenida que ha hecho el Estado, que se ha visto reflejada en mayor niveles de acceso, internacionalización y difusión”.
Política y arte se unen particularmente en esta edición de FICValdivia, que en sus diferentes secciones destaca las historias que son testigo de su época, indagando en las diferentes realidades sociales del mundo, desde el cotidiano de los refugiados hasta los marginados del sueño americano, pasando por el conflicto mapuche. Destaca también la importante presencia de obras de directoras, reforzada con el homenaje en la apertura a Alice Guy Blaché y las retrospectivas de dos directoras del futuro de quienes se verá su obra en corto, la argentina María Alché y la iraní Roya Eshraghi.
FICValdivia se define como un festival de clásicos del futuro, y precisamente desde su programación se alienta esa comunión entre lo que vendrá y el pasado, poniendo su foco en nuevos directores cuya incipiente filmografía revela particulares autores, como el argentino Eduardo Williams o el francés Damien Manivel, con homenajes a figuras como Buster Keaton o Carlos Gardel, y el repaso de películas y formatos que alimentan la educación cinéfila.
El cine chileno vuelve a ser la columna vertebral de la oferta cinematográfica. La inauguración exhibió el cortometraje animado “Cantar con sentido, una biografía de Violeta Parra”, de Leonardo Beltrán; mientras que el film de apertura es “Como me da la gana II”, de Ignacio Agüero, premiado en FIDMarseille. En tanto que en la competencia internacional se inscriben “Rara” de Pepa san Martín y “El cristo ciego” de Christopher Murray, y en la competencia chilena “(Pewen) Araucaria” de Carlos Vásquez Méndez, “Pastora” de Ricardo Villarroel, “Mala junta” de Claudia Huaiquimilla, “El diablo es magnífico” de Nicolás Videla, “7 semanas” de Constanza Figari y “Venían a buscarme” de Álvaro de la Barra. A ello se suma la Ventana Cine Chileno, con películas nacionales ya estrenadas o vistas en otros festivales.
Paralelamente, se desarrollarán actividades bajo tres ejes que impulsan a la reflexión: cine, ciudadanía y contingencia. “Parte fundamental de nuestra apuesta es convertir al festival en algo más que una semana de cine. Queremos que el cine sea parte del proceso educativo”, comentó Raúl Camargo, director del certamen, acerca del gran objetivo de FICValdivia. En ese sentido, se invitó al responsable del programa de cine y educación del Festival de Seattle, para conjuntamente con la Universidad Austral y el Ministerio de Educación realizar acciones concretas para crear un programa piloto en una escuela local.
“Esperamos que sea la primera semilla que inocule al resto del país para producir esta simbiosis entre cine y educación. Es un primer paso que queremos dar para contribuir a las políticas públicas. Ojalá sea un programa que pueda seguir en el tiempo porque sabemos que el cine fomenta el compañerismo, la solidaridad, el pensamiento crítico, la búsqueda del otro, desde el arte y lo político”, precisó Camargo.