Organizada por la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (FIPCA) y el European Producers Club (EPC), la tercera edición del Foro de industria iberoamericano fue el espacio donde productores y representantes de instituciones a uno y otro lado del Atlántico reflexionaron sobre la definición de "productor independiente" y "película nacional".
Debido a múltiples factores, como la aceleración de los procesos de globalización, los avances tecnológicos y los cambios en los medios de comunicación, la producción cinematográfica ha tenido que encontrar nuevos caminos para ajustar el ejercicio profesional a las demandas de un mercado en constante movimiento. Desde las maneras de negociar, de formar equipo, de programar rodajes y contratar servicios, hasta los mecanismos de gestión de costos, desgravación de impuestos, o la definición misma de quién es quién y a qué se aboca en la cadena productiva, todo requiere revisión.
De ahí las preguntas, "¿qué entendemos por productor independiente? y ¿cómo definimos una película nacional?" con la que Ignacio Rey, presidente de FIPCA, abrió la charla programada para la segunda jornada de Iberseries &Platino Industria en Madrid, el pasado 4 de octubre, que también contó con la participación de Álvaro Longoria, productor y director en Morena Films y vicepresidente de EPC; Mariela Besuievsky, productora de Tornasol Media; Mónica Lozano, CEO en la mexicana Alebrije Cine y Video; Diego Ramírez, CEO de 64A Films, Colombia; y Christian Michel Salazar, coordinador de la Unidad Jurídica y de Proyectos en la Secretaría Ejecutiva de la Cinematografía Iberoamericana (SECI).
Álvaro Longoria recordó el origen de la figura del productor y cómo, por las mismas funciones que han desarrollado históricamente los productores, no es posible establecer una única definición: “El productor independiente supone un choque de dos modelos, el de Estados Unidos y el europeo”. Para Longoria, la conversación debería continuar con otra pregunta: "¿quién es el dueño de la propiedad intelectual?" De la respuesta dependerá que el productor sea o no independiente, al menos en Europa: “Si los derechos están en poder de de uno o más broadcasteres, ya no son productores independientes en la UE”, ejemplificó.
Mónica Lozano, por su parte, habló de lo que pasó en en México, donde, tras eliminarse la obligación del Estado de apoyar la cinematografía nacional prevista en la ley de cine, se consiguió que se restituyeran los artículos eliminados gracias a una rápida movilización de todos los sectores involucrados. Es una prioridad, agregó, “pugnar por definir producto nacional y productor independiente para el fomento del sector, porque afectan tanto al modelo de negocios como a la propiedad intelectual”.
Mariela Besuievsky presentó un resumen de la normativa europea y española, y reivindicó la importancia de seguir de cerca el tema de la propiedad intelectual: “Cuando la propiedad intelectual queda en un país, se protege el patrimonio”, reivindicó. Para la productora uruguaya con larga trayectoria en España, las leyes vigentes definen de una manera “muy laxa” al productor independiente. Definiciones, dijo, que no satisfacen en términos de la defensa del tejido productivo español. Sin embargo, la ley de cine española sí que establece con claridad qué es una película nacional, lo que facilita el acceso a fondos de financiación pública. Para los casos de coproducción con participación de este país, la ley también contempla que la parte española pueda aspirar a esas mismas ayudas.
En Colombia, el concepto concreto sobre lo que es el productor independiente “está en el aire”, afirma Diego Ramírez. En su país hay dos leyes vigentes, una depende del Ministerio de Cultura, “con un espíritu de creación de patrimonio colombiano” que en 2023 cumplió 20 años. La otra es la ley de filmaciones, creada para promover al país como escenario de rodaje de obras cinematográficas bajo la cual se creó el Fondo Fílmico Colombia (FFFC) en la órbita del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. “En estas normativas lo que sí se delimita mejor es el concepto de película y producción nacional y extranjera”, aclaró.
Al cierre del encuentro, Michel Salazar aportó una mirada más global de lo que está ocurriendo en la región. En su rol de coordinador jurídico y experto en normativa iberoamericana cultural y cinematográfica, desarrolló tres puntos para esbozar posibles respuestas a las preguntas que propiciaron este encuentro. El primero es que América Latina necesita atención heterogénea: “Hay países sin ley de cine o sin incentivos fiscales; otros que tienen ley, pero no convocan fondos desde hace años”. En este panorama, es comprensible que exista “un desnivel de negociación” entre unos y otros, agregó. En segundo lugar, está la diversidad cultural de Iberoamérica, donde, para unos, independiente y nacional significa “una película en lengua originaria y lo menos hegemónica posible”. Tal es el caso de países como Colombia, Perú y Ecuador, explicó.
En último lugar, Salazar señaló los retos del futuro, incluyendo la búsqueda de una estandarización de criterios y definiciones para productor independiente, película nacional y coproducciones. Otros pilares que complementan esta discusión tienen que ver con la diversidad del contenido que se produce: “El reto está en qué hacemos y qué promovemos”.