• LatAm premiere: María Alché y Benjamin Naishtat, directores de “Puan”

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LatAm premiere: María Alché y Benjamin Naishtat, directores de “Puan”

La repentina muerte del profesor Caselli deja una vacante en la cátedra de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. El candidato ideal es Marcelo (Marcelo Subiotto), pero la aparición del carismático Rafael Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia), recién llegado de Europa con aura de eminencia, pone ese destino manifiesto en riesgo.  Ese es el centro de “Puan”, la primera película en conjunto de los directores y guionistas María Alché y Benjamin Naishtat. El título refiere al apelativo del centro de estudio, que está, precisamente, en la calle Puán, en el barrio porteño de Caballito. Es en ese micromundo donde transcurre esta comedia de enredos que tendrá su estreno mundial el 26 de septiembre, como parte de la competencia oficial del 71° Festival de San Sebastián, y representará en los Goya a Argentina, donde tiene estreno anunciado para el 5 de octubre. 

Es una comedia divertida e inteligente (incluso cuando se hace escatológica), llena de situaciones y de personajes que funcionan y confirman los elogios con que fueron recibidos los títulos anteriores de ambos directores. Se inscribe en la tradición de la comedia surgida del llamado Nuevo cine argentino y en su elenco hay grandes figuras además de Subiotto y Sbaraglia, están Julieta Zylberberg, Mara Bestelli, Alejandra Flechner, Cristina Banegas, Damián Dreizik y Héctor Bidonde; Andrea Frigerio tiene una divertida aparición especial.

“Puan” es una coproducción entre Argentina (a través de las productoras Pasto y Pucará Cine), Italia (Kino Produzioni), Alemania (Pandora Film Production), Francia (Atelier de Production), Infinity Hill (Estados Unidos) y Brasil (Bubbles Project). De las ventas internacionales se encarga la francesa Luxbox.

El vínculo de los directores con San Sebastián es largo y fructífero. Naishtat ganó la Concha de Plata a la mejor dirección con “Rojo” (2018), que también se llevó los premios a mejor actor (Darío Grandinetti) y a la mejor fotografía (Pedro Sotero), mientras que su “Historia del miedo” participó en Horizontes Latinos en 2014.

Alché, por su parte, ganó el premio Horizontes Latinos en 2018 con su ópera prima “Familia sumergida”, y su nuevo proyecto, “Te amo y hoy todo es hermoso” (“una película de época que surgió a partir de historias familiares”, contó) participa del programa vasco de residencias y desarrollo de proyectos, Ikusmira Berriak. 

Previo al estreno de “Puan” en la competencia oficial de San Sebastián, los directores charlaron con LatAm cinema. 

Teniendo en cuenta los antecedentes de ambos, más volcados al drama, “Puan” es una película sorprendente.

María Alché: Sí, a nosotros también nos sorprendió. Nuestras películas (Benjamín ya tenía tres, yo, una sola) venían de otros lenguajes y la idea de hacer algo en conjunto incluía, desde siempre, esto de tirarse de un trampolín a un lugar que fuera nuevo para los dos. Y está la circunstancia de que el proyecto no hubiera sido posible sin ese tiempo de encierro obligado por la pandemia que nos permitió escribir y pensar algo así. Surgió entonces, orgánicamente, la idea de hacer una comedia, algo que nos tentaba mucho. O, al menos coquetear con el género, porque después la película fue tomando cosas de drama. Y también queríamos trabajar con Marcelo Subiotto, otro impulsor del proyecto.

Salir, como se suele decir, de la zona de confort, entonces, fue uno de los motores detrás de “Puan”...

Benjamín Naishtat: Hacer comedia fue la regla que nos impusimos para abordar una serie de temas que, de otra manera, podían ser más densos o tristes, como pueden ser la situación de la educación pública o cuestiones existenciales como la muerte de alguien cercano. Sobre esos temas espesos, queríamos hacer una película luminosa y para eso el camino era el tono de comedia, un género realmente difícil y a la vez muy popular.

M.A.: Benjamín tiene mucho humor y no lo había explotado en sus películas; yo he tratado de colarlo en las mías, pero muy poco. Sentía que nos reíamos de cosas que se volvían absurdas y las utilizamos con el desafío consciente de convertirlas en una película.

“Puan” parece dividida en situaciones o sketchs, como los de Marcelo con Luisa, la empleada que trabaja en casa de su alumna particular. ¿Cómo trabajaron el guion?

B.N.: Lo fuimos trabajando por capas desde lo primero que apareció, que fue Puan, la Facultad de Filosofía y Letras, un mundo muy particular con sus dosis de absurdo y extrañeza. Por ejemplo, el edificio fue en su origen una fábrica de cigarrillos y nunca perdió su estirpe industrial, sin embargo, ahí adentro se está hablando del sentido de vivir. Hay un contrapunto entre el espacio y lo que se versa en las instalaciones que genera un tono muy particular y extraño. Y después se organizó todo un poco a partir de la economía, en el sentido literal, porque un docente público necesita varios trabajos para vivir. Todo eso nos fue abriendo a los otros mundos.

La película se cuela en la tradición de cierta comedia asociada con el Nuevo cine argentino, principalmente con la figura de Daniel Burman. ¿La inclusión de Damián Derzik en un personaje con cercanías al que hizo en “Derecho de familia” de Burman es una pista en ese sentido?

B.N.: Hay varias tradiciones que atraviesan el tipo de comedia que queríamos hacer. Las primeras películas de Burman eran comedias fantásticas como “El abrazo partido” y “Derecho de familia”, con personajes llenos de vida, muy particulares, muy ricos. Honestamente, no teníamos presente lo de Damián Derzik, pero es una linda coincidencia. Y después también está la comedia argentina más tradicional del tipo “Esperando la carroza” con sus situaciones costumbristas y eso también, de alguna manera, atravesó la escritura, aunque quizás no se note tanto. Y hay otras comedias de otros cines, y hasta quizás más modernas, como las de la alemana Maren Ade, que revisó el guion y nos ayudó, o Alexander Payne, que tiene unas comedias muy humanas que son tristes y cómicas a la vez.

“Nuestras películas venían de otros lenguajes y la idea de hacer algo en conjunto incluía, desde siempre, esto de tirarse de un trampolín a un lugar que fuera nuevo para los dos”.

En otra tradición, juntaron una selección de grandes actores argentinos: Subiotto, Sbaraglia, Banegas, Zyberberg, Bidonde, tantos. ¿Cómo encararon ese trabajo?

M.A.: El guion era una delicia porque había muchos personajes y nos permitía armar una constelación muy grande de actores. Nuestra idea desde un principio fue que cada uno fuese un intérprete muy bueno, lejos de esa idea de que si un personaje aparece poco es menos importante o tiene menos vida. Estábamos bastante preocupados de que cada uno tuviera su cosa interesante, su contradicción, algo de tridimensionalidad. El casting lo encaramos desde esa búsqueda muy precisa y ensayamos un montón. En Argentina hay una tradición de actores muy variada y todos vienen de escuelas distintas, entonces la búsqueda es el tono, amalgamarlos a todos en un lenguaje común. Acá teníamos el contrapunto entre las cosas más graciosas de los personajes y el tema de la filosofía o ese lenguaje al que uno se tiene que aproximar. 

La película está puntuada por clases de filosofía y la primera es sobre Rousseau. ¿Hay que verla como un código de lectura, como una posible interpretación de lo que está por venir?

B.N.: No necesariamente. Siempre intentamos que no fuera solemne, que no tuviera una especie de gran mensaje. Sí quisimos que cada clase de Filosofía -y hay varias escenas- tuviera espesor y que el espectador pudiera disfrutar de lo que es una clase de filosofía cuando es buena, accesible, dinámica. Pusimos mucho trabajo en entrenar a Marcelo y en leer textos para escribir los diálogos: es, así, una película que invita a pensar.

M.A.: Pero sí, en algún punto, las clases están relacionadas con algo de la vida de los personajes y con lo que está hablando la película. Eso es algo que buscamos que sucediera y, sí, el Rousseau del comienzo tiene alguna clave de lectura para el resto de la película.

Alché ya había trabajado con la directora de fotografía francesa Helen Louvart en “Familia sumergida”. ¿Cómo es trabajar con una artista tan importante?

B.N.: Fantástico, porque ella es una especie de escuela viviente que se involucra con una entrega absoluta en los proyectos aportando su tiempo y su sabiduría. Y realmente encontró la forma de filmar esta película con los condicionamientos de tiempo, de espacio, de rodar en la calle. Había que encontrar una estética, una forma y una velocidad. Las hallamos y todo eso se lo debemos a Louvart.

La película es una coproducción a cinco bandas entre Argentina, Italia, Francia, Brasil y Alemania. ¿Cómo fue montar una infraestructura así?

M.A.: Son los productores que venían trabajando con Benjamín en “Rojo”, más Bárbara Francisco de Pasto que había trabajado conmigo en “Familia sumergida”. De base, era como una especie de experimento de trabajar, nosotros, como codirectores y ellos como coproductores, y esa sinergia hizo que rápidamente aparecieran los socios de afuera. 

¿Cómo es ser parte del ecosistema del Festival de San Sebastián?

M.A.: Es un festival muy hermoso y muy abierto al cine argentino y latinoamericano. El programa Ikusmira Berriak tiene lugar en un espacio increíble que se llama Tabakalera donde hay una escuela de cine, con crítica, restauración de películas, formación de cineastas, y que dialoga con el festival. Tienen una sala que programa películas todo el año y realmente es un lugar donde se ama mucho el cine, la gente va a las salas y durante el festival también se llenan las funciones. Es un gran acontecimiento y, para nosotros, que nos gusta ver las películas en salas, es un honor estar en un lugar donde se celebra y se cuida así al cine.

“Puan” pasó por Proyecta, la plataforma de coproducción organizada conjuntamente por Ventana Sur, Marché du Film y San Sebastián. ¿Cómo valoraron esa experiencia?

B.N.: En Argentina, con el paso de los años y sobre todo en el contexto de la crisis, cada vez es más imprescindible contar con financiación extranjera para filmar en un piso de condiciones técnicas. Todas esas plataformas, mercados, festivales son ayudas insoslayables para defender el piso técnico de lo que hacemos. Hoy se está filmando en Argentina menos días y en peores condiciones de lo que se filmaba hace 20 años, entonces tenemos una ecuación difícil para cuidar la factura de lo que hacemos.