LatAm premiere: Pablo Stoll Ward, director de “El tema del verano”
El director “25 Watts”, “Whisky”, “Hiroshima” y “3” estrenó “El tema del verano” en el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya (Sitges), una comedia de zombies coproducida entre Uruguay, Chile y Argentina.
Esta es la segunda película en solitario del uruguayo Pablo Stoll Ward, cuyos dos primeros filmes fueron escritos y dirigidos junto a Juan Pablo Rebella, y la primera que realiza desde su nueva productora, Temperamento. Además, el film está coproducido por La Unión de los Ríos (Argentina), 500 Cinema (Chile) y Nadador Cine (Uruguay), con el propio Stoll junto a Agustina Llambí-Campbell, Santiago Carabante, Florencia Larrea, Juan José López, Pedro Barcia y Cecilia Menchaca como productores ejecutivos.
Un montón de cosas le pasaron al director durante los 15 años transcurridos desde la primera versión del guion hasta la película terminada: estrenó “3” en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, dirigió junto a Adrián Biniez la serie “Todos detrás de Momo”, dirigió varios capítulos de la serie “Ruido Capital” en Colombia, reescribió el guion para que la historia sucediera en Brasil, ya que la película llegó a ser una producción mayoritaria brasileña... y luego dejó de serlo. Y cuando todo parecía alinearse y planeaban dar comienzo al rodaje, llegó la pandemia.
La historia gira en torno a tres chicas, Ana, Malú y Martina - encarnadas por Azul Fernández, Malena Villa y Débora Nishimoto - que se dedican a “seducir pibes ricos, drogarlos y desplumarlos”, en palabras de su director. Pero cuando se preparan para dar su último gran golpe en la residencia de artistas de un millonario excéntrico, algo sale mal.
LatAm cinema conversó con el hombre detrás de esta fiesta que combina algunos clásicos del género con comedia, sangre, efectos prácticos, elementos que remiten a la pandemia y una irreverencia extremadamente actual y arraigada a su autor.
¿En qué momento surge la idea de la película?
El inicio del guion fue hace unos 15 años. La primera idea se me ocurrió estando de vacaciones con otras parejas de treintañeros en La Paloma, un balneario en la costa atlántica uruguaya. En la casa al lado de la nuestra había un grupo de veinteañeros que estaban desbundándose, los locos tenían una vida increíble. Se levantaban a las 11 de la noche, hacían la previa hasta las dos de la mañana, de ahí se iban a bailar y volvían al otro día como a las dos de la tarde. Nos cruzábamos en la calle y era como vivir al lado de zombies, pero no eran personas anormales para nada. Se me ocurrió escribir sobre esos pibes, que todo el tiempo estaban hablando de conseguir minas, ese era el diálogo que llegaba de la casa de al lado. Mi idea era que un día creen que habían conseguido unas minas perfectas pero en realidad eran unas estafadoras que les ponían algo en la bebida y los drogaban pero se les iba la mano y los mataban sin querer, pero los muertos no se morían. Eso se me ocurrió como guion.
¿Cuál fue el recorrido del proyecto?
Cuando escribí las primeras páginas del guion estaba haciendo “3”, cuya postproducción de color se hizo en Chile con Florencia Larrea, que terminó siendo una de las productoras de “El tema del verano”. La productora donde ella trabajaba, Kiné-Imágenes, buscaba proyectos de coproducción donde ellos entraban como minoritarios y se llevaban la post de color a su estudio. Charlando con ella, me preguntó si tenía algo que fuera distinto a lo que se estaba haciendo en Latinoamérica. Le dije que estaba boludeando en la cabeza con una historia de zombies. Me dijo que era excelente y que íbamos a hacerla. La tomé como algo al pasar, pero a los 15 días me llamó y me dijo que había unos fondos que fallaban en unas semanas y que escribiera el guion. Así que el primer guion lo escribí en 15 días, nos presentamos al fondo, llegamos a la primera etapa y no ganamos el dinero, pero el proyecto empezó a existir de esa manera. En el medio estrené “3” en Cannes y hubo un impasse en el proyecto. Cuando lo retomé, lo presenté en Uruguay a los fondos nacionales, los fuimos ganando y en cuatro años logramos toda la financiación que en ese entonces se podía tener en Uruguay, 150 mil dólares, pero para hacer una película de zombies íbamos a necesitar bastante más que eso.
Fuimos con Florencia a Blood Window de Ventana Sur, hicimos los pitch y, aunque no obtuvimos apoyos, conocimos a unos productores brasileños que se interesaron en la película. Ellos nos propusieron presentarnos al Fundo Setorial do Audiovisual (FSA) y no lo ganamos, pero en ese proceso de agrandar la película e internacionalizarla pasamos como cuatro años. Yo decidí que necesitábamos otro socio más y ahí entró Agustina Llambí-Campbell de La Unión de los Ríos de Argentina. La coproducción pasó a ser Uruguay, Brasil, Argentina y Chile, pero los únicos fondos que teníamos eran los uruguayos. En un momento se enfrió mucho la situación con Brasil y me quedé con Florencia y Agustina. Nos presentamos a Ibermedia y lo conseguimos; nos presentamos a un fondo en Chile como coproducción minoritaria y también lo ganamos, y empezamos a trabajar para presentarnos a Argentina. Nos propusimos hacer el rodaje en 2020, pero llegó la pandemia. Recién pudimos filmar en octubre del 2021.
“Hacer la película fue como meter en una licuadora todas las películas que he visto a lo largo de mi vida y agregarle sangre y dejar que eso salte.
Y en todos esos años, ¿en algún momento pensaste en dejar el proyecto?
Sí, varias veces traté de dejarla pero la película no me dejó. Porque había mucho laburo hecho, mucho compromiso y mucho cuelgue de mucha gente. Además, no tenía mucha posibilidad de hacer otra cosa o escribir algo nuevo mío hasta que esto no estuviera terminado. No me salía. La tenía que hacer. La película siempre me gustó, sobre todo desde ese lugar de hacer la película muy libre en cierto sentido. Porque si bien es una película de género y tiene muchas convenciones del género, es una película de muchos géneros al mismo tiempo. Es como meter en una licuadora todas las películas que he visto a lo largo de mi vida y agregarle sangre y dejar que eso salte. Hay ideas de muchas personas que ayudaron en el guion y al final terminé trabajando con Adrián Biniez. Hubo muchas versiones de guion. La película fue escrita y reescrita muchas veces.
¿Cómo fue el diálogo con la pandemia?
Era gracioso hacer un película de zombies durante la pandemia porque estábamos todos viviendo una especie de distopía zombie. Jugar con eso nos parecía gracioso. Y la película la reescribimos un poco dentro de ese mundo. Nos parecía divertido poner esta idea de que ese mundo distópico era el verano post-pandemia. Mucha gente nos decía que la gente se iba a aburrir de la pandemia, pero lo cierto era que en el rodaje nos hisopábamos, en fuera de campo usábamos tapaboca. Entonces queríamos plasmar un poco la “realidad” del rodaje.
¿Cómo gestionaron el tema de los efectos?
Labure mucho con Santiago Svirsky, que trabajó los efectos desde Boat. Descubrí que los buenos directores de efectos son los que te dicen que todo lo práctico que puedas hacer, lo hagas, porque es mejor. Entonces él dirigió un poco los efectos prácticos junto con la dirección de arte y maquillaje. Y el rodaje de escenas con efectos prácticos es un bardo, es un mundo en sí mismo. Perdés el doble de tiempo, pero también es mucho más divertido. Los días de coreografías de peleas, de tiros o de efectos de vómito eran los más esperados. Era muy gracioso de hacer y muy interesante. Siempre había querido hacer una película de zombies y siempre había algo que no estaba bueno a nivel de efectos. Entonces acá había como una cosa más laburada y de ponerle una cabeza y una pre-producción y no hacer todo a lo salsa de tomate que es lo que hubiera hecho a los 18 años.
¿Tienen algo planeado a nivel de distribución?
Lo de Sitges nos tomó un poco por sorpresa y nos hizo apurar un montón de procesos. La idea es estrenarla en todos los países coproductores, ir a todos los festivales que podamos e intentar llegar a una plataforma, todo para que se vea. Quiero que se vea lo máximo posible y que encuentre su público y su nicho.