(Desde Ceará, por Cynthia García Calvo) Responsable de la apertura oficial de Cine Ceará, “O coro”, del brasileño afincado en Londres Werner Schumann, es una de las tres películas nacionales que compiten en la sección oficial de largometrajes iberoamericanos y la única que no es del estado anfitrión. Su exhibición en este marco significó la primera proyección en Brasil, como consecuencia de la dificultad para encontrar un espacio adecuado para un film de corte experimental, en blanco y negro, con ritmo pausado, que reflexiona sobre la soledad urbana particularizada en la sociedad de Curitiba.
“Este es el primer festival que consideramos tenía el perfil de la película”, afirma Schumann, quien puesto a describir el certamen adecuado para un film difícil, detalla: “Tenía que ser un festival que exhiba films que tengan propuestas experimentales. Hay festivales enfocados en películas más comerciales o industriales, qué está muy bien que así sea, pero no se puede programar una película de acción, una comedia y ‘O coro’ juntos. Los festivales tienen que tener una programación armónica”.
“O coro”, la historia de un grupo de personas con problemas personales que deciden integrar un coro, es la segunda entrega de una trilogía donde el realizador busca reflexionar sobre dos puntos de interés: el cine y la soledad urbana, que se completa con “Sol na neblina” (2009) y la actualmente en posproducción “A dimensão”.
Particularmente en la película que presenta en Ceará, que previamente solo se había visto en el Festival de Mar del Plata, sostiene que su interés pasaba por crear un contraste entre personas solitarias que deciden sumarse a una actividad grupal. “Me pareció que un coro sería un buen símbolo para eso. Cada uno tiene sus propios problemas pero el otro no sabe el problema de los demás, y cuando están juntos intentan salvarse, redimirse, ser felices a su modo”, explica.
Conciente desde la propia escritura del guión que no era una película comercial y sería dificultosa su producción, Schumann armó una estrategia para poder realizarla: “Primero busqué recursos para hacerla como una película para televisión aunque siempre supe que sería para cine. Y ese fue el primer recurso para por lo menos filmarla. Pero la versión televisiva nunca fue exhibida. Después conseguí dinero en Londres a través de mi empresa que lo usé para terminar la versión para cine”.
Con la película ya finalizada, ahora enfrenta el gran problema que aqueja a la producción: la distribución. “Hacer una película no es la mayor dificultad del mundo, la distribución es ‘el problema’, cómo conseguir espacio para exhibir el film”, sostiene, antes de reflexionar sobre el nuevo panorama que presenta el avance de la tecnología y los cambios en el acceso al cine de los espectadores: “Lo que está sucediendo es que las grandes corporaciones que venden DVD están cerrando porque la gente quiere ver las películas en sus casas, en las computadoras. No quieren alquilar una película en un videoclub. Entonces eso está abriendo un cierto mercado para ver películas on demand, películas online. Creo que el camino para los documentales y películas más experimentales sería ese. Sería el modo de distribuir. Claro que siempre vamos a estar en busca de un espacio en salas”.