San Sebastián 2016: “Jesús” y “El invierno”, apuestas latinoamericanas a la Concha de Oro

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Dos películas latinoamericanas compiten este año en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la chilena “Jesús” de Fernando Guzzoni y la argentina “El invierno” de Emiliano Torres.
Tras obtener el Premio Kutxa Nuevos Directores en 2012 con su ópera prima “Carne de perro”, Guzzoni vuelve al certamen donostiarra con “Jesús”. Conocida en su etapa de desarrollo como “Niño nadie” y tomando como inspiración el caso Zamudio, la película cuenta la historia de un adolescente que mantiene una distante relación con su padre; una noche protagoniza un incidente junto a sus amigos que modificará este vínculo.

“Es una reflexión desde el mundo masculino; sobre los espacios hiper masculinizados. La película toca el tema de la identidad desde el personaje principal, un chico en busca de su identidad afectiva, sexual. Esto además es una analogía de la identidad del propio Chile, porque se plantea una influencia de elementos foráneos y cómo se constituyen estos jóvenes dentro de un país fisurado, donde a veces los chicos se convierten en parias de un sistema excluyente y desigual. La película además aborda la figura ausente o intermitente del padre, y cómo hijo y padre ven el mundo desde lugares disímiles y eso también va revelando subrepticiamente dos miradas sobre Chile”, cuenta Guzzoni sobre los temas que aborda el film.

La relación entre padre e hijo fue la base del proyecto, que en sus tres años de desarrollo fue modificándose pero sin abandonar este hilo conductor, que define como “el motor inicial y la sensibilidad central de la historia”.

Comparándola con su ópera prima, Guzzoni reconoce que son películas que dialogan, pero muy distintas. “‘Jesús’ es una película con más personajes, más compleja en términos de estructura y dirección. Es una película donde las emociones se plantean de forma muy expuesta y donde hay cambios de punto de vista”, define.

Por su parte, Torres se adentra en la problemática de los “trabajadores golondrina” en “El invierno”. En su debut en largo, narra la historia de un viejo capataz que es reemplazado por un joven peón en la temporada de esquila, modificándose la vida de ambos.

“El trabajo rural ha sido históricamente postergado en materia de derechos laborales y las condiciones de trabajo dependen exclusivamente de la voluntad de los propietarios de las estancias. Los enormes latifundios han hecho que las distancias sean enormes, que la densidad de población sea muy baja y que la presencia de servicios básicos sea casi inexistente. Finalmente se convierte en un territorio poblado por hombres solos y lejos de todo contacto con sus familias. Más allá de la coyuntura y de las históricas injusticias hacia estos hombres, me interesaba explorar en sus conductas, en las consecuencias del desarraigo y el asilamiento, y en su manera ya no de vivir, sino de resistir”, cuenta Torres.

Para el director esta es “una historia de supervivencia”, definición que también podría aplicarse al rodaje, que tuvo lugar en el noroeste de Santa Cruz en la Patagonia. “La fuerza del viento y el frío lo condicionan prácticamente todo. Son zonas aisladas e incomunicadas que nos obligaron a hacer un verdadero proceso de adaptación al entorno, no sólo en términos de producción y logística, sino también cinematográficos. La situación por momentos extrema, me obligó a adaptar permanentemente la puesta en escena y el guión. De alguna manera tuve que sobrevivir como lo hacen mis personajes. Fue un proceso tan difícil como enriquecedor en el que no tuvimos otra alternativa que hacer cine de una manera absolutamente esencial, algo que agradezco enormemente. Sin todas esas dificultades la película no sería la misma”, comenta.

Durantes su etapa de desarrollo, “El invierno” obtuvo una diversidad de premios, como la beca del Curso de Desarrollo de Guión del Programa Ibermedia, que le permitió reescribir el guión, y los concursos argentinos de Argentores, Ópera Prima y Gleyzer. Torres confiesa que el guión se transformó en el principal recurso a la hora de buscar financiación. “Tal fue el interés que despertó el guión que Cité Films y Orange Studio de Francia decidieron asociarse para coproducir la película a pesar de mis pocos antecedentes y de que se trataba de una ópera prima”, recuerda, subrayando: “Visto a la distancia, el trabajo en los talleres de guión fue no sólo la base de una buena historia, sino la carta fundamental a la hora de reunir la financiación”.