Los programadores: Hebe Tabachnik, programadora de cine internacional del Seattle International Film Festival

El Festival Internacional de Seattle (SIFF), en Washington se celebra 43 años. Particularmente largo, este año tendrá lugar del 18 de mayo al 11 de junio, ofreciendo una gran variedad de oferta por secciones para legar también a un espectro muy amplio de públicos. En 2006, “Voces inocentes”, de Luis Mandoki ganó el Golden Space Needle (premio por votación del público) y en 2003, “Valentín”, de Alejandro Agresti fue la elegida para inaugurar el festival; En 2015, “La segunda madre” de Anna Muylaert lo hizo en Renton, una ciudad cercana que actúa como una de las extensiones del SIFF, un festival que siempre ha puesto especial atención en el cine independiente, internacional y en la producción documental

Graduada en dirección y escritura cinematográfica por la Universidad del Cine de Buenos Aires (FUC) ‒en la que ahora ejerce de profesora‒, Hebe Tabachnik es programadora de cine internacional en el SIFF. Ha desempeñado similares funciones en los festivales de Palm Springs, Sundance, Los Angeles, y en la Muestra de Cine Latino en la Saint Paul Film Society de Minneapolis. Es una de las “embajadoras” más activas de las cinematografías latinoamericanas en EE.UU.

¿Cuál es la filosofía del SIFF?

Creo que la filosofía del festival está guiada por cuatro ejes fundamentales: su internacionalidad, su búsqueda por la diversidad delante y detrás de cámara, su cuidado eclecticismo con películas que van desde un cine muy independiente a grandes producciones, que incluye todos los géneros, los temas, los estilos y la apuesta permanente por los nuevos contadores de historias de todo el mundo. SIFF celebra el arte cinematográfico y abraza por igual películas relacionadas con música, el arte culinario, danza o deportes extremos o puede presentar un documental de denuncia social o político controvertido y al mismo tiempo darle la bienvenida a historias más personales, intimistas y contemplativas. Lo que atraviesa siempre esos cuatro ejes y es nuestro faro interno, es la calidad y la fuerza con la que esas historias impactan en nosotros. Somos la primera audiencia, los primeros comensales de nuestro banquete fílmico. Creemos apasionadamente en las películas que seleccionamos.

En relación a la nueva política internacional que la administración de EE.UU. está adoptando, ¿están preocupados por el impacto que pueda tener en la difusión y el conocimiento futuros de las cinematografías internacionales y ‒por lo que a nosotros concierne‒ las latinoamericanas?

La difusión, promoción y en especial la distribución de películas de Latinoamérica en los EE.UU. ha sido, es y seguramente será problemática, mal que nos pese, por motivos que están relacionados con la industria fílmica global y que preceden a las políticas que se están llevando a cabo. Basta ver los presupuestos de marketing y publicidad de las grandes producciones o lo anticipado de sus campañas (a veces uno o dos años antes de que una película sea estrenada en salas) versus las posibilidades acotadas de las producciones latinoamericanas. Lamentablemente, el tema de la distribución es el gran desafío aquí y en todo el mundo. Es tema de paneles, estudios, ponencias en cada Mercado de cine, en cada festival y en las sobremesas de nuestras comidas de amigos. En los casi 20 años que llevo programando para festivales en EE.UU. donde ha habido coyunturas y políticas de todo tipo, el cine latinoamericano siempre tiene que hacer un esfuerzo mayor, sostenerlo por más tiempo, usar todos sus recursos o inventarlos.

Es la reducción de los fondos para la cultura lo que va a impactar en nuestro cine porque esa quita de apoyos a su tiempo va a afectar a muchas organizaciones que vienen realizando la ardua tarea de la promoción y en algunos casos distribución de películas.

Habrá también un impacto si se obstaculiza la entrada a los creadores internacionales. La experiencia única e irrepetible de presentar una película, dialogar con el público, compartir los procesos creativos con otros artistas que se facilitan en el ámbito de los festivales por ejemplo, es vital para la salud del cine como arte y como industria.

Las buenas noticias son que los festivales, las cinematecas, los videoclubes, las asociaciones comunales, las universidades vienen trabajando, sin prisa y sin pausa y lo seguirán haciendo. Han nutrido una audiencia que puede ser pequeña comparada con las taquillas de Hollywood, pero que hoy por hoy representan a cientos de espectadores ávidos por nuestras historias o por las de otras regiones del mundo.

Mientras haya festivales como SIFF que lleva ya 43 años y congrega a más de 150.000 espectadores a lo largo de 25 días presentando 350 o 400 películas entre largos y cortometrajes de a 60 0 70 países, las fronteras culturales permanecerán abiertas.

Creo que los desafíos a los que se enfrenta el cine latinoamericano son compartidos por otras cinematografías regionales y están relacionados directamente con el tema de la distribución.

¿Cómo se lleva a cabo el proceso de selección y programación en el SIFF?

SIFF cuenta con un extenso equipo de programación de más de 25 programadores y programadores asociados. Muchos de nosotros asistimos a los mercados y festivales de cine más grandes del mundo y además somos invitados a participar de jurados o paneles en otros tantos. En cada una de esas oportunidades, nos dedicamos a ver la mayor cantidad de películas posibles. Por otra parte, tenemos relación permanente con compañías productoras, agentes de ventas, directores y programadores de todo el mundo. De allí provienen muchas recomendaciones. Pero esto es solo una parte del proceso pues SIFF además recibe unas 5.000 películas por año que son vistas y comentadas en reuniones semanales de programación, primero en comités enfocados a distintas secciones del festival y luego en reuniones generales.

La selección final es fruto de este minucioso y a la vez extenso proceso de programación que empieza exactamente al día siguiente que termina el festival cada año.

¿En qué secciones suele estar presente el cine latinoamericano en el SIFF?

Afortunadamente a lo largo de los años el cine de Latinoamérica ha estado presente en casi todas las secciones del festival: Contemporary Cinema, Documentary Films, Culinary Cinema, WTF, Midnight Adrenaline, Films4Families, Archival Cinema, Face the music, Future Wave, Shorts Programs, etc. Para mí como programadora de cine mundial con foco en Iberoamérica es fundamental romper con los estereotipos y traer cada año el panorama más diverso y de mejor calidad de la región.

El SIFF tiene incluso un premio dedicado al cine iberoamericano (el año pasado la ganadora fue la chilena “Nunca vas a estar solo”, de Álex Anwandter ). ¿Cómo evalúa la fuerza del cine iberoamericano?

El cine contemporáneo de toda Latinoamérica, España y Portugal viene creciendo, solidificándose, diversificándose en temas, estilos, cineastas y en especial en cuanto a países. Antes quizás había países que no tenían cine o producían quizás una película por año y ahora ya forman parte permanente de la producción de la región. Fruto de políticas muy acertadas vía leyes de cine o el advenimiento de nuevas universidades, festivales, mercados, foros de industria, etc., el cine Latinoamericano hoy es uno de los más creativos, innovadores y emocionantes en el mundo lo cual a su vez se ve reflejado en la presencia en casi todos los festivales, siendo reconocido no sólo por los críticos y jurados sino también por la audiencia. Justamente para resaltar esta tremenda creatividad y productividad es que SIFF decidió desde el año pasado incluir en sus competencias oficiales la de Mejor Película Iberoamericana.

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta el cine latinoamericano para crecer y tener un alcance internacional mayor?

Creo que los desafíos son compartidos por otras cinematografías regionales y volviendo a la primera pregunta, están relacionados directamente con el tema de la distribución. La producción de las películas ha aumentado, la calidad y diversidad de las propuestas también, pero hay que encontrar caminos innovadores a la hora de la distribución o la llegada de nuestro cine al espectador. Las buenas noticias son que las plataformas de exhibición y vías de comunicación se han multiplicado lo que abre nuevas posibilidades y además se ven cada vez más esfuerzos en conjunto no sólo a la hora de la producción sino acompañando a las películas una vez terminada. Tenemos una lengua en común y un potencial de mercado inmenso. Pero todo esto requiere altas dosis de creatividad, de entender la riqueza que tiene la región en cada país, en cada provincia, en cada cineasta y a su vez conocer a la audiencia igualmente diversa y cada vez más exigente. Por suerte ahora más que nunca tenemos un cine maravilloso con el cual dar batalla.