Pablo Bardauil, director y guionista de “La vida después”

Tras su estreno en el marco del Buenos Aires Festival internacional de Cine Independiente, BAFICI, el jueves 7 de mayo llegó a las salas argentinas “La vida después”, segundo largometraje del tándem Pablo Bardauil-Franco Verdoia, que casi una década atrás realizaron “Chile 672”. Al contrario de aquel film coral que era reflejo de una Argentina en crisis, esta nueva película se concentra en la intimidad de una pareja. María Onetto y Carlos Belloso componen a un matrimonio que se disuelve de una forma madura y armoniosa tras años de relación; sin embargo, la separación descubre nuevos y desconocidos aspectos de cada uno.

La película parte de una amigable y madura separación, para a partir de allí indagar en el interior de cada uno y descubrir que tu pareja tal vez no es lo que era. ¿Cómo se fue construyendo esta historia donde el punto de vista es gran protagonista?
El punto de partida del guion tenía que ver precisamente con trabajar sobre el punto de vista, en este caso, el de los dos integrantes de un matrimonio que acaba de separarse. Una separación en muy buenos términos de dos personas que se quieren mucho y que, sin embargo, pronto empiezan a descubrir (o más bien creen descubrir) cosas del otro que no esperaban. Como la idea inicial era contrastar ambas visiones, la película está dividida en dos mitades. En la primera mitad vemos el punto de vista del marido que, a partir de unos cuentos que le llegan, empieza en cierto modo a obsesionarse con su ex, a seguirla y a partir de cierto momento a dar rienda suelta a su imaginación. En ese obsesionarse vemos que las fronteras entre la realidad y la fantasía se vuelven muy tenues y es así que por la vía de los sueños, los recuerdos y de una novela que él está escribiendo, la película por momentos sale del mundo “real” para meterse abiertamente en el territorio de lo imaginario. La segunda mitad está contada desde el punto de vista de ella. Y ahí tenemos la posibilidad de contrastar cuánto había de cierto y de fantaseado en las elucubraciones de él pero al mismo tiempo veremos que ella misma, a partir de ciertos sucesos que se van dando, empezará a elaborar sus propias fantasías y especulaciones.

Previamente dirigiste junto a Franco una película coral, ¿cómo fue esta vez concentrarse en una historia enfocada en dos personajes?
“La vida después” fue pensada ex profeso como la contracara de “Chile 672”. Queríamos trabajar a contrapelo de lo que ya habíamos hecho. Si "Chile..." era una película con muchos personajes, locaciones y muchas historias que se desarrollaban paralelamente, el desafío en "La vida después" fue hacer exactamente lo contrario: concentrarse en una historia con muy pocos personajes y casi sin historias secundarias. El relato siempre avanza a través de una sola y única acción.

Si bien compartís dirección con Franco, sos el guionista. ¿Esto te llevó a trabajar más de cerca con los actores?
Sí. Con Franco compartimos buena parte de las tareas de la dirección, en rigor, ya desde la escritura del guion en el cual Franco ha participado haciendo correcciones y observaciones en cada una de las versiones que le fui presentando. Previo al rodaje, ambos ensayamos con los actores, discutimos los lineamientos generales de la puesta, tomamos decisiones conjuntas sobre las locaciones, la ambientación o el vestuario. Llegado el momento de filmar, ahí nos dividimos las tareas absolutamente. Franco se ocupa –y es el responsable- del encuadre y la puesta en escena; yo me concentro en la dirección de los actores. Esa dinámica evita superposiciones y agiliza mucho los tiempos del rodaje, que en cine nunca sobran. Como antes hemos trabajado y discutido todo lo que había que discutir (a veces de un modo apasionado), en el set solemos entendernos bastante bien.

Contaste con dos actores muy sólidos como María Onetto y Carlos Belloso, ¿cómo se trabajó con ellos?
La experiencia fue muy buena. Con los actores tuvimos un mes de ensayos previos al rodaje que usamos, entre otras cosas, tanto para conocerlos a ellos como para que ellos nos conocieran a nosotros. Para Franco y para mí la actuación era uno de los aspectos centrales de la película y queríamos que tanto los protagonistas como los actores secundarios se sintieran muy seguros, de modo tal que en el rodaje pudieran manejarse con tranquilidad y libertad. Durante ese trabajo previo no solo ensayamos las escenas del guion sino también otras situaciones que no aparecían en la película pero que sabíamos que iban a servir para alimentar la imaginación y la memoria emotiva de los actores. Tanto Franco como yo estudiamos actuación durante varios años y ese es un territorio en el que nos sentimos bastante cómodos.

"Chile 672" se inició en el año 2000 y tuvo un rodaje fragmentado para finalmente estrenarse en 2006. ¿Qué les aportó esta significativa diferencia de años entre una y otra película?
Los diez años que pasaron entre una película y otra creo que nos encuentra más maduros, con una producción mucho más sólida a cargo de Felicitas Raffo (CEPA Audiovisual) y un equipo de lujo que apuntaló y enriqueció todo nuestro trabajo.

¿Cómo han asumido la distribución de la película?
La distribución la hacen Aura Films y Obra Cine. La película sale con diez copias en capital, Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Salta y La Pampa, lo cual no está nada mal para una producción modesta como la nuestra. Por otra parte, hace 15 días estuvimos en el BAFICI con muy buena recepción y dos de las tres funciones que realizamos allí se agotaron. Lamentablemente los costos del lanzamiento son muy altos para una producción como la nuestra, de modo tal que nuestra mayor promoción serán las críticas, las notas de prensa, las redes sociales y el boca a boca. Todo lo estamos haciendo de un modo bastante artesanal. Franco y yo a veces nos pasamos horas en Twitter y Facebook. Esperamos que al público le guste esta película, que desde la construcción de la trama busca atraparlo desde el primer momento y al mismo tiempo apuesta a despertar sus emociones y a hacerlo pensar.

“Quise concentrarme en una historia con muy pocos personajes y casi sin historias secundarias”