Desde Manaos, por Cynthia García Calvo Por muchos motivos, “El estudiante” es la película argentina del año. La opera prima de Santiago Mitre -guionista de “Leonera” y “Carancho”- se zambulle de lleno en un tema complejo e inédito: la militancia política en la Universidad de Buenos Aires (UBA), una suerte de semillero de la política argentina, contada a través de la historia de un joven que llega a la capital para estudiar y encuentra una capacidad innata para la política. Es también un pequeño gran suceso del cine nacional cosecha 2011, logrando alrededor de 20.000 espectadores con un puñado de copias, un hecho que se agiganta por su condición de película independiente.
“La película fue pensada y concebida como un proyecto que tenía que poder realizarse de un modo independiente. Eso del registro documental para narrar la ficción estaba pensado desde el armado del proyecto, incluso desde la estructura del guión”, cuenta Mitre acerca de “El estudiante”, uno de los films que se inscribe en la competencia oficial de esta edición del Amazonas Film Festival.
Este es un film que ratifica esa idea arraigada en América Latina de que en la Argentina se hace cine como sea. En el caso de “El estudiante”, Mitre –tras no conseguir financiación del INCAA- reunió 30.000 dólares, el apoyo de la Universidad del Cine - que prestó equipamiento-, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires –que cedió las instalaciones para filmar – y de Pablo Trapero –quien aportó su productora y equipamiento-, más la complicidad de los actores y un equipo técnico que iba modificándose dependiendo de su disponibilidad horaria, para contar una historia que respondía a una urgencia.
“Se produjo de este modo porque no se pudo producir de otro”, afirma, detallando: “Es una película que parece muy compleja, muy cara, pero a medida que yo inventaba una escena que tenía su complejidad, yo ya estaba pensado las estrategias de producción que me permitiesen resolverla sin dinero. Esto fue así porque hoy en día es bastante difícil conseguir financiación para las operas primas en la Argentina. El INCAA tiene una política bastante restrictiva que establece dos vías, una a través de concurso de operas primas, que supuestamente hay tres por año, y la otra es preclasificando mediante una productora con un antecedente de cinco películas realizadas dentro de los parámetros del Instituto. Nos presentamos en el concurso y no ganamos. La película presupuestada, en parámetros industriales, era carísima, el crédito máximo para nuestra categoría nunca hubiese podido llegar a pagar la totalidad del presupuesto. Entonces la burocracia que implica esa vía iba a hacer que se retrasase entre un año y medio o dos, y nosotros sentíamos que la película se tenía que filmar en este momento por una cuestión de época y también –simbólicamente- es una forma decir que no estamos de acuerdo con la política estatal en este momento en cuanto a operas primas y los modos en que se financia, y hacemos esta película igual”.
Producida por La Unión de los Ríos –integrada por Mitre, Agustina Llambi Campbell, Alejandro Fadel y Martín Mauregui- y Pasto Cine, se armó un esquema de producción segmentando. Cuenta Mitre: “Nos íbamos poniendo pequeños objetivos. Tomabas una secuencia, la preproducíamos y la filmábamos. Si nos hubiésemos puesto a pensar toda la película, nos rendíamos antes de empezar”.
La proyección de “El estudiante” tuvo una buena recepción por parte del público amazonense, aunque sin el entusiasmo que despertó en su país de origen. ¿Demasiado argentina? “Yo pienso en el espectador potencial y es argentino. No me puedo imaginar cómo piensan en otros lugares. Me gusta esa cosa tan obsesiva de minuciosidad, como que retrata un mundo que es la Universidad de Buenos Aires, cuyas particularidades las conocen quienes estudian allí; eso se puede relacionar con la política argentina, que solo la conocen los argentinos, pero a su vez es política…son como círculos dentro de círculos: la UBA representa la política argentina, la política argentina representa la política en general. Y eso es lo que hace que la película pueda ser comprensible en todos lados. Igual creo que en algunas regiones la miran como algo exótico, distante. Pero los festivales de cine son para eso, para acercar diferentes culturas a la gente de diferentes países”.
Con “un árbol genealógico de gente que se dedicó a la política”, es clara la razón por la cual se interesa en un tema que sus colegas de generación han preferido esquivar. “La película es sobre la práctica de la política. No es una película militante, que muestre una idea política o perspectiva ideológica, sino que trabaja con la práctica política, con el vínculo emocional que tienen los que hacen política con la política”, analiza, adelantando que su próximo proyecto, “La llanura”, también habla “sobre ámbitos políticos pero desde una perspectiva distinta y temas también distintos; es básicamente el reencuentro de dos militantes revolucionarios de los años 70 en Argentina, uno de ellos continua haciendo política, el otro no. A partir de ahí se revisa un hecho heroico del que los dos fueron protagonistas”.
En términos de producción, a priori, se buscará que sea diferente: “El estudiante’ lo hice de este modo porque es el único que encontré. No es que lo quise hacer de este modo por una cuestión militante del cine independiente, yo prefiero que la gente cobre. Con la próxima voy a terminar un guión, voy a intentar conseguir financiación del INCAA o de quien fuera, y si no lo consigo lo tendré que filmar del mismo modo porque no me quiero privar de volver a filmar”.
Mientras trabaja en proyectos ajenos –es guionista de lo próximo de Trapero, “Villa”, y de Walter Salles junto a sus socios Fadel y Mauregui-, desarrolla con su productora los films más personales de este equipo. “Con La Unión de los Ríos acabamos de terminar de producir ‘Los salvajes’, escrita y dirigida por Fadel, y ahora estamos preparando la película de Mauregui que se llama ‘1922’. Más que una productora es una suerte de sociedad de apoyo mutuo para hacer cine. Con Alejandro Fadel y Martín Mauregui tengo una sociedad de guiones. Yo tuve la oportunidad de filmar durante meses porque ellos dos me cubrían en el trabajo, escribían por mí y yo podía seguir viviendo de la escritura de guiones cuando no estaba escribiendo. Ahora cuando Fadel filma, yo hago lo mismo”.
En paralelo sigue armando el camino de exhibición y distribución de “El estudiante”, actualmente en cuatro pantallas de Buenos Aires y con buenas perspectivas para tener su estreno comercial en México, Uruguay y Francia; además de seguir su recorrido por festivales internacionales, entre ellos, La Habana, Gijón, Thessaloniki y Toulouse.
Recientemente, el film acaba de añadir un logro más. Recibió nueve nominaciones a los Premios Sur, los galardones de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, cuyos integrantes representan la pata industria nacional. Sobre esta particularidad, analiza: “Es raro. Es como una película que reconcilia a cierto sector de la industria, que por ahí tiene otra visión del cine, con el cine independiente. Por ahí porque tiene esta vocación más narrativa, que es algo que siempre se le reclamó a cierto cine independiente vinculado al BAFICI. Es interesante también porque lo que sucedió con los Oscars, la intervención de Campanella para que pueda participar como representante de Argentina, le dio un poco de visibilidad al problema de producción y le dio visibilidad a ese otro cine que tal vez la industria viene negando. Pone en primer plano estos problemas que tenemos los que hacemos cine un poco por fuera de los márgenes. Y me gustaría que se encuentre un modo para que el INCAA apoye este tipo de películas”.