En la plaza pública de Antofagasta, con la exhibición de “Calles de la memoria” de Carmen Guarini en una pantalla inflable acostumbrada a los viajes que acerca el cine allí donde no llega, se inició oficialmente el Festival Internacional de Documentales Antofadocs, que en su tercera edición asume cambios y definiciones, buscando consolidar un espacio adaptado a las necesidades de la región.
Antofagasta es la capital minera de Chile. Una ciudad con una población en constante movimiento, que ha recibido una importante ola migratoria a lo largo de su historia. En consonancia con ello, el certamen propone en su programación abordar los temas de la migración y la inmigración. “Queremos invitar a la comunidad a que nos repensemos a través de estos filmes, asumir que tenemos distintas culturas y que debe existir una integración, ya que existe mucha xenofobia. El festival propone reconocernos y reflexionar sobre estas temáticas”, explica Francisca Fonseca, directora de Antofadocs.
El festival cuenta con tres competencias oficiales. La Competencia Internacional de Largometraje está compuesta por “Crónica de un comité” de José Luis Sepúlveda (Chile), “Ver y escuchar” de José Luis Torres Leiva (Chile), “La casa de mi padre” de Francina Verdes (España), “Bugarach” de Ventura Durall, Sergi Cameron y Salvador Sunyer (Alemania / España), “Ricardo Bär” de Gerardo Naumann y Nele Wohlatz (Argentina), “Blanco” de Melvin Durán (República Dominicana), “El gran circo pobre de Timoteo” de Lorena Gianchino (Chile) y “Genoveva” de Paola Castillo (Chile). En tanto que la Competencia de Cortometrajes y la de Nuevos lenguajes presenta 13 obras cada una.
Con 93 títulos y Argentina como país invitado, se exhiben las obras de Gustavo Fontán y Jorge Prelorán, esta es una edición donde Antofadocs busca nuevos nichos. Debuta un espacio de cine para niños, una sección cada vez más presente en los festivales chilenos, ya que una de las preocupaciones actuales es atender a la formación de audiencia, y también añade películas de ficción, como resultado de la carencia de otros espacios de exhibición de cine alternativo.
“Este año tenemos dos películas de ficción. A pesar de ser un festival de documentales, de no ficción, que nació con esa premisa, los límites entre ficción y documental son cada vez más ínfimos. Además, desaparecieron los otros dos festivales que había en Antofagasta. No hay instancias para ver cine independiente de ficción en Antofagasta. Entonces nos estamos haciendo cargo de eso con esta nueva ventana”, cuenta Fonseca.
En esta edición hay también un cambio significativo en cuanto a la estructura de financiación, apostando por un modelo mixto que integra fondos públicos y privados, contando con el apoyo del fondo regional 2% y Minera Escondida. “La mayoría de los festivales dependen de que salga un fondo o no. Y concursar todos los años es desgastador. Nosotros no queremos eso. Este es un festival que le pertenece a la ciudad, entonces buscamos este modelo. Y creemos que tiene que funcionar así”, indica.
Como en años previos, busca atender la carencia en formación que existe en el norte de Chile con diferentes talleres, e integra un espacio de industria, donde por segundo año se realiza el Work in Progress para proyectos del norte, y por primera vez acoge el encuentro de comisiones fílmicas del país, donde la Film Commission Chile y las comisiones regionales intercambiarán experiencias y miradas, junto a las comisiones fílmicas en formación.
Desde Antofagasta, por Cynthia García Calvo.