(Desde Ceará, por Cynthia García Calvo) Críticos y realizadores son algo así como perros y gatos. En el marco de Cine Ceará, el Seminario de audiovisual y desarrollo sustentable reunió en un mismo escenario a críticos y directores para protagonizar un nuevo debate en torno a la crítica de cine, en el que se ahondó en las diferentes posturas que la crítica ha establecido en décadas pasadas en su relación con el cine brasileño y en la afirmación de que la crítica es parte de la cadena cinematográfica.
“Mi relación con la crítica tiene momentos que son maravillosos y otros que no son maravillosos”, reconoció –como lo harían tantos otros- el cineasta Glauber Filho, quien se ha hecho un nombre como “director espirita”, al realizar películas sobre el espiritismo como “Bezerra de Menezes-O diário de um espírito” y la reciente “As mães de Chico Xavier”. ¿Qué le critica a la crítica? “Creo que cuando la crítica sale de la esfera del análisis de la película y pasa a una esfera de juzgamiento visual del realizador, la crítica ya no es crítica porque dejó de lado el film”, opinó desde su experiencia personal realizando películas de corte más experimental que tradicional.
Para comprender un poco más sobre la correlación entre la crítica y el cine brasileño, Luiz Zanin, crítico de O Estado de São Paulo, pasó a recordar circunstancias históricas que definen la relación: “En los años 80 había una relación muy cáustica de la crítica cinematográfica en relación a la producción brasileña, en la época en que la empresa productora Embrafilme ya estaba en la etapa más decadente, con problemas internos…Con el ascenso de las ideas neoliberales se soportaba poco la idea de que existiese una empresa estatal que fuese responsable del financiamiento de la producción cinematográfica de un determinado país. Todo ese proceso se combina con la elección de Collor de Mello, y el desmonte de Embrafilme y otros órganos de apoyo a la producción y distribución de cine en Brasil”.
Luego de que Brasil alcanzara niveles casi nulos de producción, llega el período conocido como la Retomada, donde se comienza a revitalizar la producción con concursos públicos y la creación de leyes de incentivo. “Si se observa el acompañamiento de la crítica en esa época se puede observar una actitud diametralmente opuesta. Si la postura anterior era cáustica, la postura de los años 90 era predominantemente benevolente porque se entendía que el cine brasileño era una especie de planta frágil, un enfermo grave que había que cuidar”, explicó Zanin.
El reconocido crítico consideró que luego de “una postura cáustica militante y de otra bastante más benevolente”, hoy se ha alcanzado otro estadio en la relación entre crítica y cine brasileño: “Una vez que los periodistas tuvieron la percepción de que el cine brasileño ya toma forma otra vez y no es más ese paciente débil, la benevolencia de aquellos años 90 se podía dejar de lado y se podía tener una relación más madura en relación a la producción brasileña. Más madura porque se abandona esa postura totalmente destructiva de los 90, que en mi opinión estaba bastante vinculada a opciones políticas. Se abandonó esa idea de que no se puede criticar un film porque si no se va a destruir todo el sistema brasileño, para llegar a una postura donde se puede analizar un film sin preconceptos, o sea, que se pueda contribuir con un discurso crítico para que la producción nacional produzca más efectos culturales de los que produciría si no fuera por la actuación de la crítica”.
Reconociendo estar poco interesado en “las estrellitas, en decir si esta película es buena o si es recomendable para el espectador gastar su dinero en un film”, consideró que el trabajo es “intentar producir a través de la palabra efectos simbólicos sobre la obra que es observada para comentar”.
Zanin afirmó que entiende como “un lado humano y natural” cuando un director recibe una crítica negativa y decide romper relaciones con él, aunque es algo que no debería pasar. “Creo que la crítica es parte del sistema cinematográfico, es parte de esa cadena para alimentar el sistema cinematográfico junto con los exhibidores, la producción, el público, las leyes de incentivo…”, sintetizó.
Por su parte, el realizador local Petrus Cariry, quien compite en el festival con “Mãe e filha”, consideró: “Hoy en día creo que la crítica está un poco empobrecida, no sé decir exactamente qué es lo que está sucediendo, pero no tiene más el poder de hacer que las personas vayan al cine. Me parece que es importante tener un diálogo, un entendimiento con la crítica. Respeto mucho las críticas positivas y negativas que recibí. Me parece un papel fundamental. La crítica fortalece el cine, y el diálogo del director con la crítica es vital”.