(Desde Valdivia, por Cynthia García Calvo) Doce proyectos latinoamericanos en etapa de desarrollo se presentaron en Australab 2011 en el Pitch del Foro de Coproducción, una auténtica puesta en escena donde cada director y productor debe –como se dice en la jerga cinematográfica- pitchear, o sea, dar a conocer, vender y defender su proyecto, ante una audiencia compuesta por productores internacionales, agentes de venta, programadores de festivales, delegados de fondos, etc, que en el mejor de los casos pedirán un encuentro posterior para profundizar sobre el proyecto y tal vez dar lugar a una alianza que lleva a consumar el objetivo de este espacio, que es dar viabilidad a nuevas propuestas del cine latinoamericano.
Este año los proyectos participantes son: “Los heraldos negros”, de Micaela Tisminetzky, producido por Ezequiel Pierri (Argentina); “Marilyn”, de Martín Rodríguez, producido por Paula Zyngierman (Argentina); “Hierro”, de Alejandro Fernández Almendras, producido por Eduardo Villalobos (Chile); “Los castores”, de Antonio Luco y Nicolás Molina, producido por Francisco Hervé (Chile); “Padre e hija”, de Rodrigo Marín, producido por Ana Perera (Chile); “Renzo”, de Juan Carlos Ponce, producido por Carlos Martínez (Chile); “Tierra en la lengua”, de Rubén Mendoza Moreno, producido por Daniel García (Colombia); “Todos nosotros”, de Paz Fábrega, producido por Kattia González (Costa Rica); “Cumbres”, de Gabriel Nuncio, producido por Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas (México); “Los dólares de arena”, con dirección y producción de Guzmán-Cárdenas (México); “Sultán”, de Enrique Castro, producido por María Neyla Santamaría (Panamá), y “El Palomar”, de Daniel Hendler, producido por Micaela Solé (Uruguay).
Previamente a la presentación formal ante una nutrida mesa de profesionales, persiguiendo el objetivo de mitigar la ansiedad, temor y pánico escénico que genera el pitcheo, los representantes de cada proyecto asistieron a un taller dictado por Paula Astorga, quien durante tres días se dedicó a depurar la técnica del pitch, marcando fortalezas y debilidades en base a cada exposición de los participantes, remarcando qué elementos no deben obviarse: sinopsis, tratamiento visual, motivación, fecha de rodaje, presupuesto, etc.
“Para la gente que no está acostumbrada es difícil exponerse públicamente con su proyecto, y sobre todo porque hay que incorporar elementos casi de la actuación. Pero fue un muy buen entrenamiento porque la progresión fue impresionante”, cuenta Rodríguez, director de “Marilyn”, un proyecto que se inspira en un caso real para contar la historia de un adolescente que “descubre su homosexualidad en un ambiente que le resulta hostil”. Esta es la primera vez que participa en un pitch, siendo también el primer sitio en que se presenta la que será su opera prima, motivado principalmente por conocer las posibilidades de su proyecto y comenzar a hacerlo andar.
Para el proyecto uruguayo “El palomar”, segundo largometraje como director de Hendler producido por Solé, quienes ya tienen en su haber “Norberto apenas tarde”, Australab es también el punto de partida. Este “thriller político salpicado de comedia ácida”, como lo definió su realizador, se presenta en este marco buscando empezar su camino y darse a conocer a un sector determinado. Explica Solé: “A mí particularmente me interesan los agentes de venta y los programadores de festivales. Ese tipo de gente creo que funciona mejor en los pitchings porque ya van oyendo de la película y cuando está terminada ya la conocen. Los coproductores, gente con la que te asocias, la verdad es que la conozco en otro lado. Podés conocerla en esta instancia de pitch pero es cuando te volvés a encontrar y se genera un vínculo desde otro lado que se logra la asociación, y es algo que no tiene que ver con nuestra habilidad de presentarle el proyecto sino con descubrir que tenés una afinidad”.
Convertido en un tándem sólido del cine latinoamericano, Guzmán-Cárdenas participan por partida doble, como directores y productores de “Los dólares de arena”, y produciendo la opera prima de Nuncio, “Cumbres”. Para la pareja, esta participación, además de orientarse a la búsqueda de coproductor y distribuidor, permite también conocer la dimensión de su propio proyecto. Dice Cárdenas: “El pitching, el enfrentarte a esta gente y tener que hablar de tu proyecto, te cuestiona muchas cosas y te ayuda a prepararte para lo que vas a decir en tu película. Creo que es un buen ejercicio que te ayuda a ejercitar tu mente y tu capacidad de expresar lo que sientes como persona. Esta experiencia de intercambiar fortalece tu proyecto al final del día. No me imagino este proyecto guardado, aplicando a fondos, escribiendo mucho el guión, sin pitchearlo o hablarlo con alguien. Creo que esto es una buena prueba para saber cuáles son los puntos débiles de tu proyecto”.