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    Alejandro Loayza Grisi (Foto: Michael Dunn).

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Alejandro Loayza Grisi, director de "Utama", coproducción entre Bolivia y Uruguay ganadora en Sundance

El pasado 28 de enero, “Utama”, coproducción entre la boliviana Alma Films y la uruguaya LaMayor Films, se alzó con el Gran Premio del Jurado en la World Dramatic Competition del Festival de Sundance. 

Ambientada en el altiplano boliviano, la película está protagonizada por una pareja de ancianos quechuas cuyas vidas se ven afectadas debido a un prolongado período de sequía que los obliga a elegir entre resistir o migrar. La ópera prima de Loayza, que ya había trabajado en varios proyectos en el área de cámara y fotografía, participó en abril de la 39° edición de Cine en Construcción de Cinélatino de Toulouse, donde recibió tres importantes premios. Este año, el filme seguirá su recorrido por festivales y en agosto tendrá su estreno en Bolivia y en Uruguay. LatAm cinema dialogó con el director sobre la película y sobre la actualidad del cine boliviano.

El paisaje y el clima son elementos fundamentales en "Utama", ¿cómo fue la planificación para el rodaje? 

Tuvimos que comenzar a filmar en una fecha específica porque antes hacía muchísimo frío y era imposible trabajar, la temperatura puede llegar a los 15 grados bajo cero en esa zona, y después de eso puede comenzar la época de lluvias. A eso se sumó la dificultad de llevar a todo un equipo de filmación a un lugar remoto y lejano, encontrar alojamiento, alimentación, pero el equipo de producción se aseguró de que pudiéramos trabajar cómodos. Además, se generó una simbiosis dentro del equipo, ya que incluso pasábamos los días de descanso juntos. Creo que hicimos una muy linda comunión dentro del rodaje.

¿Cómo se generó la comunicación y el intercambio con las personas locales? 

Hubo una persona clave dentro del rodaje, Estanislao Quispe. Él pertenece a la comunidad y yo lo había conocido unos ocho meses antes filmando escenas para un documental. Él nos ayudó mucho. Obviamente hubo una reunión comunitaria en la que decidían si apoyarnos o no. Hicimos una presentación del guion y les gustó el proyecto, les gustamos nosotros como personas, y a partir de ahí se entregaron a la película. Es gente muy abierta, muy generosa, nos abrieron las puertas de sus hogares y nos ayudaron en todo lo que pudieron; muchos de ellos trabajaron en la película, en el catering, con el alojamiento. Creo que les gustó que se cuente una historia sobre su comunidad, sobre su forma de vivir. La verdad es que no tenemos más que agradecimiento hacia toda la comunidad de Santiago de Chuvica, y hacia todo el municipio de Colcha K, porque filmamos en cuatro comunidades. 

¿Cómo fue el proceso de financiamiento de la película y cuándo comenzó la coproducción con Uruguay?

Con LaMayor nos conocimos durante la postproducción de "Averno",  la anterior película de mi padre (Marcos Loayza). Allí conocimos a Federico Moreira, nos llevamos muy bien con él y en algún momento le ofrecimos la película para que entrara como coproductor. Él leyó la primera versión del guion y decidió entrar con todo. Después recibimos el  fondo minoritario del ICAU (actualmente INCAU, Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual de Uruguay); fue nuestro primer fondo y nos permitió aplicar a otros. Sin ese fondo quizás la película no avanzaba más. Luego gozamos de un momento excepcional que hubo en Bolivia debido a un fondo lastimosamente fugaz que hoy ya no existe y del que se beneficiaron muchas películas que se estrenaron el año pasado y otras que se van a estrenar este año. También recibimos ayuda del programa PUA de Uruguay, de Ibermedia y de un fondo municipal de la ciudad de La Paz que sigue vivo pero es pequeño.

En Bolivia tenemos muchas culturas coexistiendo y hoy más que nunca, con la globalización que produce una homogeneización de la cultura, Bolivia puede ofrecer una resistencia a eso, en el buen o en el mal sentido. 

Más allá de ese fondo fugaz en Bolivia, es interesante notar que, aun sin un apoyo estable al cine nacional, las películas bolivianas triunfan en grandes festivales internacionales…

Actualmente no hay fondos en Bolivia. La ley de cine está aprobada pero el reglamento no, entonces no está en funcionamiento. Creo que hay dos elementos claves que tienen que conjugarse para que el cine de un país funcione: el talento y el apoyo estatal. Talento va a haber en cualquier rincón del mundo porque todos estamos ansiosos de contar historias y justamente este fondo tan efímero que tuvimos es el mejor ejemplo de que las políticas estatales funcionan. Gracias a ese fondo, Bolivia va a tener películas que representen al país y compartan la cultura boliviana con el mundo, cumpliendo un rol como embajadoras hacia afuera y a la vez como contadoras de historias, que es un rol fundamental en cualquier sociedad: generar historias, tener referentes culturales, tener tu propia voz y hacer que tu historia viva también en el tiempo. Es impresionante que al día de hoy las autoridades no entiendan que esto no solo tiene relevancia cultural, social o política, sino también económica, porque se ha demostrado que puede generar empleo, que puede generar una industria. 

Teniendo en cuenta esta función de referentes y voceras de la cultura que tienen las películas, ¿crees que existen temáticas o estilos característicos del cine boliviano? 

Afortunadamente existen diferentes corrientes y eso siempre es saludable para el diálogo. Pienso que Bolivia es un país tan diverso que no encuentra aún una identidad nacional, y a lo mejor eso es bueno. Tenemos muchas identidades, el cine boliviano es una constante exploración de nuestra identidad, de encontrar la bolivianidad o de explorar identidades y culturas particulares. Nuestro cine tiene una gran deuda con la parte más oriental del país, ya que el cine se ha centrado mucho en la parte andina. Hay muy pocos cineastas, Juan Pablo Richter es uno de ellos, que estén intentando explorar la parte más amazónica de Bolivia. Tenemos muchas culturas coexistiendo y hoy más que nunca, con la globalización que produce una homogeneización de la cultura, Bolivia puede ofrecer una resistencia a eso, en el buen o en el mal sentido. 

La película tiene muchos detalles de costumbres y rituales locales, lo que le da un aire casi de documental. Durante la escritura del guion, ¿cuánto absorbiste de la comunidad local y la pareja protagonista, y qué otros ingredientes resultaron claves en el desarrollo de la historia? 

Creo que el guion es como un organismo vivo que va siendo alimentado hasta que se filma, e incluso cuando se está filmando. Muchas de las escenas, me las habían contado; por ejemplo la escena del sacrificio para que llueva es una práctica habitual en algunas regiones. Por otro lado,  a la hora de elegir a los personajes era importante que fuera gente que pudiera empatizar con la historia y no simplemente una persona interpretando un problema que puede ser muy ajeno. Eso le da una dimensión como tú  dices "documental", pero no deja de ser ficción. En algún momento pensé en dejar más espacio a la improvisación de los diálogos, pero los actores se los aprendieron tan a rajatabla, tan de memoria, que al final terminó filmándose lo que estaba escrito. Fui compartiendo el guion en los laboratorios, con Estanislao y con Daniel Maydana, que fue otra de las personas que nos ayudó en el vínculo con la comunidad y a no caer en equívocos sobre cómo es la realidad.  Ellos han sido clave. También han sido fundamentales mi hermano (el productor Santiago Loayza), el coproductor Federico Moreira y mi papá, el productor ejecutivo, que ha funcionado como un asesor de guion constante. Este guion ha sido muy compartido y creo que eso sirve cuando uno tiene bien clara la esencia de lo que va a contar y sabes qué te sirve y qué no de toda la retroalimentación que puedas recibir. Si estás dudando, si estás muy en el aire, tal vez no debas compartirlo. Es algo que digo con la experiencia del segundo guion que estoy escribiendo, que me está costando más. Todavía no le encuentro la esencia, entonces todo lo que me dicen en realidad me confunde más. La esencia de "Utama", en cambio, se ha mantenido desde que era apenas párrafo hasta el día del estreno.

¿Cuál fue el rol de Cine en Construcción en las etapas previas al estreno? 

Fue fundamental, porque además de ser el espacio que, junto con los premios, nos permitió terminar la película, también fue un espacio de visualización. De hecho, nos enteramos de que la gente de Sundance la vio ahí y se generó un interés que después se materializó. Nuestro acuerdo con Alpha Violet, encargada de las ventas mundiales, nace desde la selección en Cine en Construcción. Esas pequeñas instancias que van ayudando al proyecto para mi son fundamentales. Cada vez que se abren, yo intento aplicar e insisto a mis colegas a que lo hagan. Produire au Sud también fue una instancia fundamental, porque cuando nos seleccionaron, en 2017, yo tenía otras ideas, otros proyectos. A mi hermano le parecía que teníamos que apostar a este, pero no estábamos del todo seguros hasta que Produire au Sud nos eligió y fue un impulso de confianza. Nos dimos cuenta de que, si nos estaban seleccionando entre tantos proyectos, teníamos algo bueno entre manos.

Foto portada: Michael Dunn.