Alicia Morales, directora del Festival de Cine de Lima

El Festival de Cine de Lima cumple dos décadas con una edición que trae cambios sutiles. Tras 19 años, Edgar Saba, deja su cargo de director general a Alicia Morales, quien ha trabajado desde inicios del certamen como directora adjunta, siendo parte fundamental del equipo que ha ayudado a forjar los cimientos y el perfil del festival. LatAm cinema dialogó con Morales sobre los cambios y novedades de la nueva edición de Lima, y la transformación del cine latinoamericano a lo largo de estos años en los que el festival fue reflejo de las tendencias de la producción de la región.

A lo largo de la historia del Festival de Lima has actuado como directora adjunta, ¿qué supone este nuevo cargo de directora general?

Prefiero retirar el calificativo de general y dejar el título simplemente como directora. Siempre he trabajado en equipo y el espacio para el diálogo, el consenso y el disenso me parecen fundamentales para armar un proyecto de estas dimensiones. Sin embargo, si tuviera que expresar una diferencia sin duda sería que luego de todo lo dicho y oído, la decisión y la responsabilidad finales son en última instancia mías.

Siendo parte del equipo que llevó adelante el Festival, ¿se prevé continuar la línea desarrollada hasta ahora?

Sin duda habrá una continuidad. He trabajado en este Festival desde su inicio y creo ser parte del equipo que le ha dado un perfil particular. No es cosa de hacer un cambio radical, simplemente por un cambio de roles. Sin embargo, está en la naturaleza de este Festival desde sus inicios el estar abierto al crecimiento en profundidad y ello implica la presencia de otras secciones, apertura a nuevas cinematografías y nuevos públicos. Creo que tenemos que conjugar nuestro punto de partida de ser un festival con el énfasis fundamental en el cine latinoamericano y orientado al público, con la necesidad de una búsqueda de propuestas de otro cine a veces más exigente y transgresor, que amplíe la oferta y despierte el interés de ese público por un cine menos cercano. Si bien es cierto que a lo largo de estos 20 años hemos adquirido una experiencia de trabajo, nuestro punto de partida es siempre el de considerar que estamos haciendo el Festival por primera vez, eso nos permite sorprendernos, entusiasmarnos y tener siempre una mirada fresca frente a la producción cinematográfica del año.

El Festival de Cine de Lima PUCP cumple dos décadas en este año. Las ediciones aniversario suelen guardan particularidades, ¿cuáles son las novedades de esta edición?

Creo que lo más importante es celebrar estos 20 años con la mirada puesta al futuro. Con la confianza en que seguiremos haciendo el mejor festival que nosotros, dentro de las particularidades de ser un festival organizado por una universidad privada, con apoyo de instituciones y empresas privadas y con un pequeño apoyo del Estado, podamos hacer. Las novedades, claro que las hay. Pero quiero enfatizar que novedades seguirán habiendo en cada edición porque creemos que allí está el secreto para tener un festival vivo. Hemos crecido mucho sí, pero poco a poco. Tanto la muestra principal, con casi 130 películas y que va en 11 salas de la ciudad de Lima, como la muestra itinerante, con 250 títulos de exhibición gratuita y que va en 53 sedes en Lima y 11 regiones del Perú, conforman este festival haciendo de él un evento que es esperado cada agosto, por un número importante de asistentes. Para resaltar algunas novedades, este año el cine francés se hace presente nuevamente con dos grandes eventos como son la “Semana de la Crítica de Cannes", con cintas de la última edición, y "Grandes Clásicos Franceses Renovados", con una cuidadosa selección de cintas del cine galo entre las que sobresalen “La grande illusion” de Jean Renoir y “Pickpocket” de Robert Bresson. Asimismo, contamos con “Ambulante, Gira Documental 2016”, muestra que llega con una selección fascinante de siete películas documentales de diversas partes del mundo. También presentaremos una gran muestra de “Cine Árabe” con seis filmes que son un testimonio de versatilidad y notable talento, una selección de Cine Suizo con siete galardonadas películas, y “Cine de Azerbaiyán” con siete imperdibles largometrajes. Estas son algunas muestras que tenemos la gran satisfacción de poder exhibir y promover otras culturas y países del mundo.

Hace 20 años la mayor parte de la producción cinematográfica se nutría del llamado cine político comprometido con su tiempo y con las causas de los más pobres. Conforme pasa el tiempo, ese impulso de rabia y rebelión comienza a particularizarse en temas mucho más personales, con búsquedas mucho más subjetivas y poéticas, logrando lenguajes visuales más propios

El Festival está consagrado a la producción latinoamericana, la cual ha crecido en cantidad y calidad. ¿Cómo determinan la programación con un panorama tan vasto?

Con esfuerzo. Tratamos de ser muy rigurosos en la selección. Queremos que la muestra en competencia sea una suerte de corte transversal en la producción del último año. Partimos de la excelencia y mantenemos un criterio abierto de programación donde haya espacio tanto para propuestas clásicas como otras más innovadoras. De hecho, por razones de visionado, solo pueden ir 18 películas de ficción y 10 u 11 documentales en la competencia oficial. Sin embargo, cada año encontramos que hay muchísimo material de gran calidad que vale la pena ser exhibido, es así que hemos creado varias secciones para poder acoger estas propuestas que -encontramos- completan el panorama del cine latinoamericano.

¿Cómo ha variado esa oferta latinoamericana en estas dos décadas de festival?

Hace 20 años la mayor parte de la producción cinematográfica se nutría del llamado cine político comprometido con su tiempo y con las causas de los más pobres. América Latina estaba saliendo de dictaduras tremendas y la rabia y el dolor de ese pasado reciente hacía necesaria la denuncia. Era un cine urgente cuya fortaleza era su poder de develar las injusticias y los abusos del poder. Fuertemente imbricado en la realidad, era un cine que casi lindaba con lo periodístico. Conforme pasa el tiempo, ese impulso de rabia y rebelión comienza a particularizarse en temas mucho más personales, con búsquedas mucho más subjetivas y poéticas, logrando lenguajes visuales más propios. Las nuevas tecnologías abaratan los procesos de producción cinematográfica y esto hace que surjan muchas más películas de calidades diversas. Sobresalen aquellas que gracias al talento creativo de su autor nos impactan, conmueven, subvierten o nos hacen reír mediante la creación de realidades profundamente vibrantes y personales. Muchas de estas películas han recibido importantes reconocimientos internacionales y hoy se observa el desarrollo del cine en América Latina con gran interés.

El festival también cuenta con una oferta académica, ¿cómo determinan su contenido?

El Festival es organizado por la Pontífica Universidad Católica del Perú, en ese sentido es natural que busquemos tener una oferta de formación amplia que sea complementaria al festival y que abra puertas a los estudiantes de cine y audiovisual de nuestro país en tema relativos a las nuevas tecnologías y al desarrollo de su oficio. Por otro lado, mediante la muestra itinerante, donde jóvenes realizadores comparten espacios con experimentados directores y confrontan sus creaciones con el público, apuntamos a forjar ese nuevo público que conozca un cine distinto, que disfrute de él y que exija cada vez más y mejor cine.