Dieter Kosslick, director de la Berlinale
La trayectoria de Kosslick es bien conocida. Con formación en Comunicación, Política y Educación, su variada trayectoria profesional incluye el periodismo, la escritura de discursos para figuras políticas así como la portavocía de comunicación de departamentos oficiales, entre otras. En el ámbito de cine ha dirigido el Hamburg Film Office, el Hamburg Film Fund. y fue cofundador del EFDO (European Film Distribution Office). En 2001 fue nombrado director del festival de Berlín y en el desempeño de su cargo el festival alemán ha incluido secciones tan importantes como el Foro de Coproducción y el World Cinema Fund. El reconocimiento generalizado del sector hacia su gestión y su persona le avalan como uno de los profesionales de la cultura más influyente en Europa y en el mundo. Y cuenta con un inteligente sentido del humor, sin duda una de las razones que le permiten estar tanto tiempo en primera línea con comodidad.
Soplan vientos preocupantes desde la nueva presidencia de EE.UU. ¿Se atrevería a pronosticar posibles cambios entre las cinematografías internacionales y su relación con Estados Unidos?
Es difícil predecir las consecuencias de la nueva presidencia. Sin embargo, creo que ya estamos presenciando algunos cambios en el mundo de la cinematografía. Desde hace unas semanas, la industria cinematográfica estadounidense está alzando su voz considerablemente. Los actores y directores están haciendo campaña por la tolerancia y la solidaridad y mostrando su oposición a la política de Washington. El arte y la libertad de discurso se han convertido en cruciales en estos tiempos. Ya que la Berlinale es un festival muy franco, siempre estamos abiertos a proporcionarles una plataforma y los realizadores se sirven de este derecho.
Efectivamente, todo hace suponer que ésta va a ser una edición especialmente política y reflexiva. ¿Cuál es la capacidad del cine para arrojar luz en estos tiempos difíciles, de colapso de utopías, la ultra-derecha en franco crecimiento y el ominoso tema de la inmigración?
En alemán existe un término para el gran logro del cine: ‘Völkerverständigung’, que podría traducirse como “comprensión intercultural”. Las películas tienen la capacidad de hacernos percibir el mundo de forma diferente. Como siempre, el programa de la Berlinale demuestra la diversidad y la creatividad. Y aunque muchos cineastas se enfrentan a los problemas de nuestra realidad y a aspectos muy graves, también proporcionan esperanza y confianza en épocas de incertidumbre.
¿Puede destacarnos algunos platos fuertes de esta edición?
La competición de este año incluye dos debuts en la dirección. Uno es el film de inauguración, “Django”, de Etienne Comar, un retrato de Django Reinhardt, probablemente el guitarrista gypsy swing más grande de todos los tiempos que tuvo que luchar contra la represión nazi. Y el otro es el film del austriaco Joseph Hader, con su “Wild Mouse,” que con un maravilloso sentido del humor analiza el miedo individual al fracaso. Otro highlight es el Glashütte Original Documentary Award que lanzamos este año. Gracias a nuestro socio Glashütte Original, está dotado con 50.000 euros y será otorgado a uno de los 16 nominados entre seis secciones.
El arte y la libertad de discurso se han convertido en cruciales en estos tiempos.
¿Cuáles son las razones de un Mexico in Focus?
Se trata de una sección del EFM y forma parte del Año Dual México-Alemania 2016/2017, que se inició bilateralmente por los respectivos gobiernos de México y Alemania para profundizar en las alianzas políticas, pero también culturales entre estos estados. La Berlinale siempre ha tenido una buena relación con la industria cinematográfica mexicana y este año podemos intensificar este diálogo presentando el enorme potencial cinematográfico de nuestros compañeros mexicanos.
Además del Mexico in Focus, la presencia de Brasil en esta edición de la Berlinale representa un record --nueve películas completadas--, lo cual junto a la fuerte presencia de otras delegaciones de la región parece expresar que este es un buen año para las cinematografías latinoamericanas...
Tengo la impresión de que el cine brasileño ha experimentado algún tipo de proceso de maduración debido al denominado Fondo Audiovisual, el cual ha impulsado la industria a lo largo de los últimos años. Cada una de las películas brasileñas que hemos seleccionado se han beneficiado de él, incluso aunque provengan de partes diferentes de Brasil. Todas las películas ofrecen diferentes visiones de su nación y también de su historia, como en “Joaquim”, de Marcelo Gomes. Así pues, tuvimos la oportunidad de acceder a conocer la diversidad cultural y social de este vasto país, lo que nos resultó fascinante.