Eduardo Trías, director del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva
El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva ha sido la puerta de entrada a España y Europa de varias generaciones de directores latinoamericanos. Con más de tres décadas de historia, la cita onubense se ha mantenido fiel a sí misma, más allá de tendencias o modas. LatAm Cinema conversó con Eduardo Trías, director del evento, sobre la próxima edición y los desafíos del festival.
¿Cómo define la línea editorial del Festival de Huelva?
La línea es la de un festival que trata al cine iberoamericano como de primera categoría y que intenta potenciarlo de la mejor manera posible. A diferencia de otros festivales en los que las películas iberoamericanas son relegadas a secciones paralelas o secundarias, en Huelva son tratadas como de primera línea. Con el festival intentamos potenciar la industria cinematográfica iberoamericana.
Han sido uno de los primeros festivales en Europa en apostar por el cine iberoamericano, sin embargo ya no están solos...
El Festival de Huelva ha perdido el monopolio del cine iberoamericano en Europa. Por una parte nos lamentamos, pero por otra nos alegramos, porque significa que el cine iberoamericano es cada vez más fuerte, más potente y que tiene cada vez más presencia a nivel mundial. Ahora se puede afirmar que las películas latinoamericanas ya no entran a Europa sólo por Huelva, sino también por Cannes o Berlín.
Cada vez hay más festivales y se hace indispensable estar bien posicionado. ¿Cómo imagina el festival en un futuro?
Quizá en los próximos años Huleva se convierta en algo así como en una lanzadera de nuevos talentos del audiovisual iberoamericano. Para ellos contamos con una sección competitiva y con la sección Rábida, que es una sección informativa en la que pretendemos traer lo más destacado de los realizadores en Iberoamérica en el último año. Esta apuesta por los nuevos talentos quedó en evidencia en la última edición, ya que de las 12 películas a competición, 11 eran óperas prima, y esto no fue una decisión editorial sino algo que se dio en forma natural.
Por otro lado, creo que Huelva tiene una ventaja frente a los grandes festivales y es que está en una ciudad mediana. Esto lo convierte en un festival muy interesante porque por un lado está al nivel de los grandes festivales, porque evidentemente tiene buena proyección y buen presupuesto, pero lo hace con una dimensión humana, más adecuado a la dimensión del cine iberoamericano, algo que no tienen los grandes festivales.
La mayor parte de las películas premiadas en 2006 no se han estrenados en España. ¿Tienen pensado tomar alguna medida para ayudar a superar el obstáculo de la distribución del cine latinoamericano en España?
El año pasado la película premiada fue “El violín”, que fue distribuida en España por Golem. Ahora mismo en España hay distribuidoras como Golem, Wanda o Alta Films que están encantadas de trabajar con el cine latinoamericano.
¿No han pensado en instaurar, por ejemplo, un premio para fomentar la distribución, como ocurre en otros festivales?
Es algo que no descartamos aunque en estos momentos tenemos otras prioridades. Hay algunos ejemplos cercanos, como el festival de cine europeo de Sevilla, donde se premia a los distribuidores y no a los directores. No lo veo mal, pero me obsesiona la idea de apoyar al creador, y a veces cargar tanto las tintas en la distribución puede dejar un poco desvalidos a los creadores. Pero intentaremos encontrar una fórmula intermedia.
Entre las actividades paralelas del festival destaca el foro de coproducción por el que han pasado películas importantes.
Una de las sorpresas con las que me encontré al asumir como director es la potencia extraordinaria que tiene este foro de coproducción. De hecho, el año pasado unas siete u ocho películas que pasaron por el festival habían participado en este foro. No cabe duda de que el foro de coproducción cumple un papel muy importante, además de ser un punto de encuentro para el cine iberoamericano.
¿Cuál es su radiografía del cine latinoamericano actual?
Veo al cine latino e iberoamericano como de contraste, de contrapeso. Es una alternativa absolutamente necesaria a la homogenización, al adosadamiento y a la falta de contenido del cine americano. El cine iberoamericano es un cine de los sentimientos, de las emociones. No en vano las propias majors le están abriéndo las puertas cada vez más.