Cannes 2016: Fellipe Fernandes, director de “O delírio é a redenção dos aflitos”, selección Semana de la Crítica
¿Cuál es el origen de la película y de esta historia en particular?
La película parte del deseo de retratar un paisaje en particular, poco visto en el cine y las artes de aquí, la periferia de la zona metropolitana de Recife. La película está ambientada en Jardim Atlântico, Olinda, el barrio donde crecí y viví hasta hace poco. Estos suburbios viven una lógica de consumo y construcción muy propias. Un deseo constante de inclusión que, por un lado, nunca es saciado y, por el otro, es uno de los responsables de sostener un sistema altamente excluyente guiado por el consumo. Transformar este panorama en experiencia estética fue la principal fuerza motriz de la película. También tenía el deseo de hacer frente a un componente específico de este paisaje, que resume algunas de estas cuestiones: los ‘prédios-caixões’, edificaciones populares sin pilares que por ser construidas a partir de materiales de baja calidad, su estructura se ve comprometida con el paso de los años. Actualmente, en el Gran Recife, hay más de 200 predios de este tipo con alto riesgo de derrumbe. Una realidad que ya está incorporada en nuestro paisaje, pero que aún es poco discutida.
¿Dirías que es una reflexión sobre el consumo?
La creación de la película está muy relacionada con el deseo de reflexionar sobre la cultura del consumo. Plantear preguntas acerca de la forma en que funciona en nuestro paisaje y determina gran parte de nuestras angustias y deseos. El delirio del título está muy ligado a ese delirio cotidiano que nos ayuda a mantener nuestra sanidad. Creo que el corto construye una reflexión sobre cómo hacer frente a la desesperación, sobre cómo podemos resistir ante las situaciones más adversas. Los bienes de consumo nos integran a una cierta utopía de la igualdad y el bienestar: "Soy igual a ti si puedo comprar lo que tú puedes”, "voy a estar bien si compro eso".
¿Fue difícil obtener fondos para la producción del corto?
No fue difícil. Obtuvimos el fondo estatal de incentivo a la cultura, Funcultura, promovido por el gobierno del estado de Pernambuco. Este sistema de financiación ha sido esencial para la consolidación y la cualificación de la producción cinematográfica pernambucana. Sin embargo, trabajamos con un presupuesto muy ajustado para adecuarnos a los límites impuestos por el fondo para la categoría de cortometrajes.
El delirio del título está muy ligado a ese delirio cotidiano que nos ayuda a mantener nuestra sanidad. Creo que el corto construye una reflexión sobre cómo hacer frente a la desesperación, sobre cómo podemos resistir ante las situaciones más adversas.
Al igual que “Aquarius”, el corto habla de las transformaciones urbanas, un tema que se ha abordado particularmente en el cine pernambucano. ¿Cuál es la realidad allí que ha convertido a este tema en un tópico relevante?
En las últimas décadas, Pernambuco pasó por un crecimiento económico intenso y orientado por una cultura volcada al consumo de bienes materiales. Eso terminó repercutiendo dramáticamente en nuestro paisaje, que sufrió cambios inevitables guiados únicamente por la capitalización del suelo, de acuerdo con los deseos del mercado de bienes raíces. Cuestiones clave relacionadas con los valores humanos y culturales fueron ignorados en este proceso, lo que ha llevado a una pérdida de reconocimiento y, en muchos casos, una descomposición del legado histórico y cultural de nuestra arquitectura. Ante esta realidad, en mi opinión, hay dos razones que hacen que estas discusiones urbanísticas ganen protagonismo en el cine pernambucano en las últimas décadas. La primera es el carácter combativo y político de nuestro cine. Las cuestiones sociales siempre han estado presentes en nuestra cinematografía. La segunda es la necesidad de una representación. La cultura audiovisual brasileña está dominada por la televisión. Y la producción televisiva de ficción se concentra en Río y São Paulo. El cine, aquí en Pernambuco, es la manera en la que podemos ver y retratar a nuestro espacio, nuestro paisaje.
Trabajaste como asistente de dirección en “Aquarius”, ¿consideras que tu corto dialoga con este largo?
Creo que hay algún tipo de diálogo en la medida en que ambos fueron hechos en el mismo lugar, en el mismo tiempo y los cuestiones que abordan son muy cercanas. Ambas películas tienen fuertes protagonistas femeninas y, a pesar de estar a cargo de hombres, creo que reflejan una admiración y respeto por la fuerza femenina que estas protagonistas exudan. Entonces existe un diálogo, pero las ciudades que retratan parecen ser completamente diferentes, a pesar de ser parte de la misma zona urbana. Hay varias Recifes, varias Olindas, dentro de una misma ciudad. Y los espacios urbanos que muestran “Aquarius” y” O delírio é a redenção dos aflitos” son tan distintos como las dos caras de una moneda de numerosos lados.
El cine pernambucano es actualmente el más estimulante de Brasil, ganando especial protagonismo en los últimos años. ¿A qué crees que se debe?
Creo que ese protagonismo está relacionado con la consolidación de las políticas públicas de incentivo a la cultura en el estado. Claro que las mentes creativas siempre existirán independientemente de la existencia de fondos de cultura. Pero las obras sólo existen debido a este sistema, que posibilita el crecimiento de la experiencia profesional de las personas que trabajan en cine. Funcultura ha funcionado como modelo de financiamiento para otros estados del país y ha posibilitado la consolidación de un sistema de producción de cine en Pernambuco. Todavía hay mucho que mejorar. Necesitamos avanzar más en la democratización del acceso a ese fondo y los sistemas de distribución. Para muchos de nosotros todavía no es posible vivir exclusivamente del trabajo en el cine y las películas reconocidas internacionalmente no consiguen una audiencia significativa. Pero Funcultura hizo posible el desarrollo de una escena artística. Para muchas personas ya es posible hacer una película, crear puestos de trabajo y pagar por ello. Y no se necesita mucho más además de tener una buena idea y ser capaz de desarrollar un proyecto. Esto es fantástico y ha dado resultados prácticos, como el reconocimiento internacional de las películas hechas aquí.
¿Qué esperas de esta primera participación en Cannes?
Es mi primera vez en un festival de este tamaño, incluso como espectador. Y mis experiencias con los festivales de cine siempre están relacionadas con el aprendizaje y la diversión. Creo que en Cannes será lo mismo, sólo que mucho más intenso. Mucho aprendizaje, mucha diversión.