Focus on Funds: Sabine Fayoux Cantillo, Program Manager de Chicken & Egg Pictures
Show Me the Fund es una iniciativa que busca conectar a los productores audiovisuales con fondos de financiación de todo el mundo. En esta primera entrega de Focus on Funds, analizamos en profundidad cinco de los fondos incluidos en esta plataforma creada por Brazilian Content, Cinema do Brasil y Projeto Paradiso. Esta entrevista forma parte de la revista digital Nº43 de LatAm cinema.
Chicken & Egg Pictures fue fundada en 2005 por Julie Parker Benello, Wendy Ettinger y Judith Helfand con una sede en Nueva York y otra en San Francisco, y su misión es apoyar mujeres y personas de género no binario que hacen su primer o segundo documental sobre temas que impulsan el cambio social. En este marco, el (Egg)celerator Lab concede un apoyo de 40 mil dólares por proyecto documental, además de tutorías, retiros creativos y oportunidades de networking.
Sabine Fayoux Cantillo dirige esta iniciativa, además del Premio Chicken & Egg para cineastas ya establecidas, y el programa Project: Hatched, que concede subvenciones de impacto y tutorías mientras las películas recorren festivales y están en distribución.
La franco-colombiana Fayoux es licenciada en Sociología de la Universidad París-Diderot y tiene un máster en Antropología Visual de la Universidad de Barcelona.
¿Cuál es la filosofía del (Egg)celerator Lab?
El (Egg)celerator Lab apoya a directoras que estén trabajando en su primer o segundo documental. Chicken & Egg Pictures acepta postulaciones de mujeres y cineastas de género no binario de todo el mundo que aporten sus perspectivas únicas a la pantalla. Aceptamos proyectos dentro de una amplia gama de enfoques y temas artísticos, con énfasis en la autoría y el punto de vista, ya sean sobre algún tema social relevante o sobre historias más personales. Los enfoques artísticos pueden ir desde el periodismo de investigación, hasta formas más ensayísticas y observacionales.
¿Qué tipo de proyectos encajan mejor con esta filosofía?
Nos apasionan las películas que abordan los problemas más preocupantes de nuestro tiempo en materia de justicia, derechos humanos y medio ambiente. Si bien damos prioridad a las películas sobre temas sociales, también se admiten historias personales y experimentales de no ficción. Recibimos proyectos de todas partes del mundo.
Cada vez hay más cineastas que salen a contar sus propias historias, desde historias de injusticias en sus países, hasta historias profundamente personales que arrojan luz sobre su cultura y su pasado compartido.
¿En qué medida creen que la pandemia afectará las postulaciones de este año?
La pandemia de Covid-19 afectó profundamente la industria de la no ficción. Muchas realizadoras vieron amenazado su medio de vida al detenerse los rodajes por completo. Por eso es de esperar que muchas de las directoras que se presenten al laboratorio hayan avanzado poco o tengan pocas novedades que compartir, pero eso no afectará en absoluto su postulación. Tal vez, en el caso de las historias más personales, la pandemia les haya dado la oportunidad de avanzar en sus proyectos, ya que habrán tenido más tiempo para escribir y pensar creativamente. Pero más allá de los progresos que hayan podido hacer, lo más importante es la perseverancia de las cineastas, que siguen encontrando la fuerza para dar lo mejor de sí mismas y presentarse a una convocatoria.
¿Cómo es la relación del fondo con América Latina?
Al ser un programa internacional, el (Egg)celerator Lab ha apoyado historias contadas por cineastas de la comunidad latinoamericana con identidades únicas y complejas, y lo seguiremos haciendo mientras tratamos de seguir llegando a más y más gente.
Algunos de los filmes de directoras latinas, afroamericanas, mexicano-estadounidenses y latinoamericanas que hemos apoyado son: “La edad del agua” de Isabel Alcántara, “Niños de papel” de Ali Codina, “El guardián de la memoria” de Marcela Arteaga, “A través de la noche” de Loira Limbal, “Silent Beauty” de Jasmín López, "#MICKEY" de Betzabé García, “Black Mothers” de Débora Souza Silva y los dos más recientes: “The In Between” de Robie Flores y “Mija” de Isabel Castro.
A través de otros programas hemos apoyado, además, a cineastas chilenas, brasileñas, mexicanas y panameño-haitianas.
¿Cómo ven el futuro del laboratorio y del cine latinoamericano que ustedes apoyan?
Nuestro deseo es que el (Egg)celerator Lab siga creciendo y llegando a cada vez más gente. Sólo a través del laboratorio hemos apoyado a más de 60 mujeres y personas de género no binario. Estamos hablando de 60 cineastas que transitan por la industria con más recursos, más conexiones y más confianza que antes. Esperamos que el programa tenga un efecto dominó en la industria del cine documental independiente y que contribuya a crear un fuerte sentimiento de comunidad, orgullo y confianza entre las cineastas que apoyamos. Sabemos que cada vez más mujeres y realizadores de género no binario están haciendo películas por las que están siendo reconocidas.
¿Han detectado alguna tendencia, tanto en términos creativos como de industria, en las postulaciones que están recibiendo?
Hemos observado que cada vez hay más cineastas que salen a contar sus propias historias, desde historias de injusticias en sus países, hasta historias profundamente personales que arrojan luz sobre su cultura y su pasado compartido. Ha sido hermoso ver a más y más cineastas reclamando el espacio que les corresponde y contando sus historias con orgullo.