Gustavo Taretto, director de “Medianeras”
Elevado a la categoría de cortometraje de culto, “Medianeras” se viste de largo. Gustavo Taretto vuelve sobre la historia de encuentros y desencuentros de un chico y una chica en Buenos Aires, para hablar de la búsqueda del amor, la soledad urbana, las neurosis individuales y colectivas, la incomunicación en la era de la comunicación y el influjo de una ciudad sobre sus criaturas y de éstas sobre el espacio que habitan. Una agridulce comedia romántica que desde el humor toca dramas de la sociedad moderna de las grandes ciudades, dando resonancia universal a una historia profundamente porteña. Protagonizada por Javier Drolas –al igual que el corto- y la española –con perfecto acento argentino- Pilar López de Ayala, desde el jueves 6 de octubre se exhibe en salas argentinas.
¿"Medianeras" es una película acerca de la ciudad o sobre las criaturas que la habitan?
Sobre las dos cosas. Sobre cómo la gente se parece a la ciudad y como la ciudad se parece a la gente. Buenos Aires nos refleja perfectamente. En lo bueno y en lo malo.
La película se vio en Francia, Brasil, Alemania, Estados Unidos...En todos los países fue muy bien recibida. ¿Por qué crees que funciona en todos lados?
Creo que “Medianeras” conecta muy bien con la gente a partir de la identificación y el humor. A pesar de estar fuertemente anclada en Buenos Aires, el conflicto es universal. Se puede entrar a la película desde muchos lugares. Creo que “Medianeras” reflexiona amigablemente sobre un drama con el que convivimos naturalmente. Que es este cóctel de encuentros, desencuentros, soledad urbana, todo el catálogo de neurosis colectivas y el mundo virtual.
¿Pensás que esta es una película donde el cine autoral encuentra la veta comercial?
No es el objetivo pero ojalá suceda. Es la película que teníamos ganas de hacer y es la que nos salió. Estamos orgullosos de la película y ni las críticas, ni la cantidad de espectadores van a cambiar nuestra impresión.
"Medianeras" se basa en tu premiado cortometraje homónimo. A la hora de convertirlo en largo, ¿cuál era el desafío: enriquecer lo ya hecho o encontrar nuevo material para contar la misma historia?
Cuando tuve la idea de “Medianeras” supe que podía ser un largo o un corto. En ese momento no tenía ganas de pasar por la experiencia de largo formal en términos de producción. Por eso me decidí por el formato del corto. Lo que hice fue escribirlo con lo que yo creo que son las virtudes que hay que buscar en un corto: redondo, efectivo y sintético. Cuando decidí trabajarlo como largometraje lo hice a partir de que lo que yo entiendo que son las riquezas del largo: la ambigüedad, los contrastes, los matices. El corto es la cara luminosa de la luna, el largo es la misma cara más el lado oscuro. A mí me gusta más el largo. Es más humano.
La película es una coproducción internacional, que tiene detrás importantes productoras independientes como la argentina Rizoma y la española Eddie Saeta, y toda una estrella hispana: Pilar López de Ayala. ¿Cómo es para un director debutante lidiar con todo ello? ¿Tuviste que hacer concesiones?
La película la hicimos codo a codo con Hernán Musaluppi y Natacha Cervi, los socios de Rizoma. Todo mi contacto fue con ellos. No tuve ninguna presión, por lo tanto no tuve que hacer concesiones. Yo me sentí muy respetado como director y al mismo tiempo yo respeto mucho el trabajo de ellos. Es una productora con grandes películas y mucha experiencia. Siempre dialogamos y acordamos. Todas las decisiones fueron a favor de la película. Pilar es una estrella de cine pero en el set es una actriz. Su trabajo se enfoca en la actuación y la composición de su personaje. Un verdadero lujo que me produjo mucha admiración y no me provoco ningún stress.
¿Y ahora qué es lo que sigue? ¿Tenés algún proyecto?
Ahora quiero terminar de entender la parte final de esta experiencia. El lanzamiento, la exhibición, la respuesta del público, la crítica…Todo es una novedad y quiero entenderla. Tengo la cabeza en otra cosa como para pensar en un próximo paso.