Hernán Casciari, director de Orsai Audiovisuales
“La uruguaya” es el segundo largometraje de la argentina Ana García Blaya (“Las buenas intenciones”). Producido por Orsai Audiovisuales a través de financiación colectiva, el film llega a salas de la mano de Star Distribution en las próximas semanas: el 17 de agosto en Argentina y el 24 en Uruguay.
Basada en la novela homónima de Pedro Mairal, la película es una comedia romántica protagonizada por la uruguaya Florencia Bottaoli y el argentino Sebastián Arzeno, que debutan en roles protagónicos. Florencia Mamberti es la directora de fotografía, María Laura Berch la directora de casting, Marlene Lievendag la directora de arte, y Flavia Gaitán la directora de vestuario. Christian Basilis está al frente de un equipo de guionistas integrado por Josefina Licitra, Sofía Badia, Alejo Barmasch, Marcos Krivocapich, Melania Stucchi y Juan Games, mientras que Hernán Casciari lidera el equipo de producción, integrado por Joaquín Marqués, Javier Beltramino, Gabriel Grosvald y Mariano Avellaneda.
El conocido escritor y editor argentino fundó Orsai Audiovisuales en 2020 junto a Chiri Basilis en el marco del proyecto Comunidad Orsai que Casciari dirige desde 2010, una iniciativa que busca “producir cultura sin intermediarios”. Y eso es justamente lo que distingue a “La uruguaya”, una película financiada por la Comunidad Orsai a través de 1961 personas que se asociaron al proyecto mediante la compra de bonos de 100 dólares. No es la primera película que se realiza a través de esta vía, pero quizás sí es precursora en integrar a las personas asociadas, que, entre otras decisiones, fueron las encargadas de elegir el casting y definir si la película estrenaba o no en salas.
En paralelo, Orsai Audiovisuales está a punto de estrenar el documental “Sola en el paraíso” de Justina Bustos y Victoria Comune; está postproduciendo la serie “Canelones”, que contó con el triple de asociados que “La uruguaya”; y está preproduciendo la ópera prima como director del actor Diego Peretti, “La muerte de un comediante”, cuyo rodaje será en los próximos meses. La productora también está desarrollando cinco largometrajes bajo el paraguas del proyecto “Cinco pelis”, incluyendo un filme de animación con ilustraciones de Liniers sobre la vida de Emiliano Martínez, “Dibu”, el actual portero de la selección argentina.
LatAm cinema conversó con Hernán Casciari sobre el proceso de hacer “La uruguaya” y la proyección de Orsai Audiovisuales.
En 2023 anunciaron el desarrollo del proyecto “Cinco pelis” en dos etapas: desarrollo de guiones y producción de una de esas películas. ¿Qué nos podés contar sobre ese proyecto?
El objetivo de la primera etapa era poder financiar el desarrollo de guion de cinco proyectos ya definidos que tienen por lo menos intención de géneros diferentes: una comedia romántica, una comedia negra, un drama de época, una serie distópica y una película de animación. Para los cinco proyectos contratamos jefes de guion y guionistas.
En el caso de la comedia romántica, la jefa de guion es Tamara Tenenbaum, la autora de “El fin del amor”, la última serie que hizo Lali Espósito. La comedia negra está liderada por Pedro Saborío y Diego Capusotto, dos humoristas argentinos que en los últimos 20 años tuvieron una enorme trayectoria en televisión, pero nunca hicieron cine juntos. El drama de época está dirigido por Felipe Piña, uno de los más grandes historiadores de Argentina, y trata sobre una final de ajedrez que ocurrió en Buenos Aires en 1927. La serie distópica se llama “El fin del mundo” y es muy parecida a un montón de películas que hace el hemisferio norte pero en una versión tercermundista. Argentina es un lugar donde casi todos los diciembres tiene lugar algo parecido a un fin del mundo, la gente está acostumbrada, y se convierte rápidamente en una nación experta en grandes catástrofes. El quinto proyecto es una película de animación con ilustración de Liniers, con guión mío sobre sobre la infancia de Emiliano Martínez, el arquero de la selección argentina, supervisada por él, y esa es la parte más interesante del asunto, porque semanalmente se comunica con nosotros por videollamada y le mostramos los dibujos, etc.
¿Y cómo está diseñado el proceso de definición hasta la producción?
Todas las personas que trabajan en el guion o en la segunda etapa de producción tienen la posibilidad de participar en streamings privados sobre los desarrollos de cada uno de los proyectos. Una vez que están adentro, pueden poner más dinero a uno u otro, y una vez por mes pueden cambiar ese dinero, que solamente funciona a nivel votos porque el 31 de diciembre a las 23:59 el o los proyectos que tengan más dinero se producen. No sabemos qué cantidad de dinero vamos a tener, sospechamos que cada proyecto puede estar en promedio en alrededor de un millón de dólares, entonces si tenemos un millón produciremos uno, si tenemos dos millones produciremos dos, y así también pueden ser tres, pero no creo, creo que vamos a estar en dos millones.
“Hay una desigualdad muy fuerte en la distribución de la riqueza del rubro cultural”.
Las personas que participan en el crowdfunding intervienen en la toma de decisiones. ¿Cómo lo implementan, qué decisiones toman y cómo lo trabajan con los equipos creativos?
Nosotros lo que hacemos es inversión, no crowdfunding. El 100% de la recaudación vuelve en forma proporcional a las personas que financiaron la película. Es lo mismo que cuando compras acciones en el mercado de valores: los participantes compran bonos que se recuperan y reciben ganancias cuando las hay. En ese mercado, en algún momento se toman ciertas decisiones, sobre todo los grandes accionistas, y en este caso pasa lo mismo. En el caso de “La uruguaya”, el mínimo de compra era un bono y el máximo eran 200, no permitimos más de eso para evitar que alguien tenga mucha incidencia en las votaciones. Armamos una aplicación para las encuestas, los socios productores reciben una notificación y antes reciben información sobre el tema de la votación ya trabajada por profesionales. Hay una participación tanto conceptual como creativa, pero no dejamos los resultados al azar: cuando proponemos elegir entre A, B o C, cualquiera de las opciones puede funcionar pues han estado tremendamente consensuadas por equipos profesionales
¿Cómo se implementó en lo concreto en “La uruguaya”?
Lo primero que les preguntamos a los 1961 socios que pusieron un total de 600 mil dólares es si querían que fuera una pareja de actores célebres o desconocidos. Les contamos cuáles eran las ventajas y las desventajas a través de conversaciones vía streaming entre los jefes de equipo que las personas socias productoras podían escuchar. Inmediatamente después se hizo una votación de 24 horas en la que tenía que haber un 51% de quórum para que fuera vinculante. Ganó la opción de actores desconocidos por el 61% e iniciamos el casting para la pareja protagónica. Se presentaron más de 700 personas. Primero, María Laura Berch y Mariana Berch, que son quienes saben hacer casting, eligieron junto a la directora nueve parejas posibles. Con todas se podría haber hecho una película. Y esas nueve interactuaron entre ellas mientras 1960 personas miraban por Zoom, y un 17 de julio del 2021, que fue posiblemente el momento backstage más importante del proyecto, casi 1900 personas votaron durante 24 horas en votación vinculante y ganó la dupla protagónica.
Otra de las cosas más importantes que se votó fue si queríamos que la película fuera a cines o directamente a plataformas. Eso también lo decidieron los socios productores. Yo era partidario de ir directamente a plataformas y mi socio de ir a cines. No nos pusimos de acuerdo, algo que muy pocas veces pasó, y entonces tomamos la decisión de que decidieran los socios productores en la encuesta vinculante y ganó el cine por el 73% de los votos. Ahora estoy contentísimo de que haya pasado eso. Entonces incluimos en las negociaciones a Disney y a Paramount y, finalmente, Disney fue quien se llevó la película tanto para cines como para plataformas. Hicimos lo mismo con la miniserie “Canelones”: el elenco protagónico fue elegido por votación vinculante.
También están incursionando en la formación a través de una Diplomatura en colaboración con la Asociación PCI Cine. ¿Qué nos puedes contar sobre eso? ¿Qué otros caminos esperan explorar en el ámbito audiovisual?
En este caso, tenemos una amistad con Benjamín Ávila y desde PCI estaban necesitando ciertas logísticas, tanto de grabación como, por ejemplo, una ingeniería económica para vender la diplomatura a nivel internacional, les costaba un poco con los problemas que hay en Argentina. Entonces les brindamos con costo cero, por amistad, una cierta logística para que pudieran trabajar con tranquilidad. Lo que tenemos nos costó bastante conseguirlo. No estoy hablando de lo conceptual ni de lo estético, sino de la logística económica. Es muy complicado hacer un sistema como el nuestro, tiene mucha ingeniería económica: tenemos empresas en cuatro países porque recibimos divisas de 22 países y tenemos que cuidarlas en el tiempo, no las podemos argentinizar, obviamente. Entonces hicimos una ingeniería muy bestia, porque cuando recibís ingresos de a 50 o 100 dólares de diferentes partes del mundo, se saltan alarmas rojas en todos los países, porque los gobiernos permanentemente creen que lo único que puede hacer el ser humano es lavar dinero. Nunca se les ocurre que puede ser por algo noble. Tuvimos que hacerlo con muchos escribanos, abogados y contadores, y todo eso nos llevó un tiempo enorme. Pero una vez que lo tenemos, si podemos ayudar a otros a elaborar sus estrategias, como es el caso de PCI, si entendemos que son cosas nobles, vamos a ayudar. Y en este caso estamos haciendo eso.
Para vos no es la primera experiencia en financiación colectiva cultural, pero sí en el audiovisual. ¿Cómo viviste esta experiencia en relación a tus trabajos previos en el mundo editorial? ¿Qué particularidades encontraste en el audiovisual?
Encuentro muchas similitudes, por ejemplo, en las pocas preguntas que se hacen los actores culturales en general. Es como que se levantan un día y dicen: “bueno, esta es la industria, no voy a preguntar nada”. Y también hay mucha reticencia al cambio. Son personas quejosas, pero al mismo tiempo no quieren cambiar. Cuando les propones un cambio les cuesta, y después, cuando se dan cuenta, se tiran pedos de colores. Eso es muy similar, pero me imagino que es muy similar en todos los rubros donde nadie se pregunta nada y las cosas siguen como si esto fuera el siglo XX. En el cine hay sindicatos que obligan en los rodajes a que haya, por ejemplo, un generador de no sé qué cosa que no se usa más en el cine, pero el sindicato te obliga a que haya un tipo que sea el jefe de ese generador. Y a mí me parece que está mal, es un símbolo de 800 millones de cosas que están mal.
En la industria editorial el destrato, el maltrato o el abuso sexual hacia el autor es tremendo. Que un autor cobre el 10% y el distribuidor cobre el 27% es un problema del siglo XX, pero permanece porque quienes se llevan más dinero no le van a explicar al autor que cambió el siglo. Me parece que hay una desigualdad muy fuerte en la distribución de la riqueza del rubro cultural. Durante muchísimos años a los artistas se les ha pasado por encima porque el artista es muy especial, incluso en algunos casos les da vergüenza pelear por sus derechos económicos. Entonces me parece todo muy estúpido. Y en vez de pelear contra esos estamentos tan arraigados, nosotros tomamos la decisión de ir por nuestra cuenta y hacerlo de otra manera, sobre todo para demostrar que se puede hacer de otra manera, que me parece que es lo que más me divierte de este asunto, que ya no puedan sentarse en mesas de debates teóricos a decir “no se quejen porque es el único sistema que hay”.
Además, estamos trabajando con mucha gente que también trabaja en la industria tradicional y con el tiempo van entendiendo que hay un cambio de aire en la diversión. Es cobrar mejor y hacer cosas divertidas sin tanta gente enojada arriba, que es, me parece, lo que está pasando cada vez más. Hay mucha gente enojada y codiciosa arriba, y hay como una energía medio densa en la construcción de lo que debería ser apasionante, que hace que los resultados sean menos apasionantes también. Nosotros encontramos una vuelta muy chiquitita, hacemos poquitos proyectos, no somos industria. Me parece que incluso hay que cuidarse de no ser grande, porque cuando sos grande, empezás a convertirte en un hijo de puta, o te empiezan a gustar otras cosas, o tenés otros problemas, no sé bien qué pasa, pero he encontrado también gente que empezó bien y terminó mal.
¿Cómo se imaginan Orsai Audiovisuales después de “Cinco pelis”?
Todo el equipo está muy entusiasmado y proponiendo más proyectos, y yo estoy tratando de frenar. Hay que mantenerse chiquitos también, sin ser codiciosos no solo de la guita, tampoco de muchos proyectos, tenemos que poder saber el nombre de todos los hijos, no tener tantos hijos que en un momento no te acordás cómo se llaman los últimos. Además de todo lo que hacemos, hay que terminar bien la jugada. O sea, hasta ahora venimos bien, pero falta un montón. Entonces, yo soy más amigo de llegar hasta el final y romperla, realmente, porque hay muchos estamentos que también son muy divertidos en el medio. La guita ya está, tenemos la posibilidad de no tener ese problema, ni tampoco que una plataforma como Netflix nos diga qué actriz tiene que actuar o qué tema no se puede tocar. No tenemos esos problemas. Entonces, trabajemos de forma divertida y no nos pongamos 14 proyectos más encima ahora, porque si no, ¿en qué momento vamos a disfrutar de lo que tenemos que hacer? Vamos a tener un proyecto más, el décimo, que ya lo estoy negociando, pero me parece que va a ser todo lo que vamos a hacer durante 2023 y 2024.