Juan Andrés Arango, director de “X 500”
El próximo 4 de mayo se estrena en las salas colombianas la película “x 500”, segundo largometraje de Juan Andrés Arango (“La Playa D.C.”), coproducido por Périphéria (Canadá), Séptima Films (Colombia) y Machete Producciones (México), y distribuido por Cinecolor Films.
Este largometraje -que desde su estreno en el TIFF ha estado seleccionada en más de 40 festivales del mundo, dentro de los que destacan San Sebastián, Róterdam, La Habana, Mar del Plata y Cartagena- presenta un tríptico de historias unificadas por la intersección temática entre migración, juventud, duelo e identidad. Contextos adversos a los que tendrán que reaccionar transformándose a su mismos, tomando decisiones que los llevarán por un camino sin retorno. Alexis es un joven que regresa a Buenaventura acompañado de la leyenda de haber estado “en el Norte” persiguiendo el sueño americano detrás del que se fue como polizón. El peso de las circunstancias no solo revelará la verdad de la experiencia de Andrés, sino que lo llevará al límite con tal de salvar a su familia, sobre la que se cierne el peligro de la violencia que azota a esa zona del país. David es un joven indígena quien tras la muerte de su padre decide marcharse en la ciudad. Allí se encontrará con el punk como una oportunidad de aferrarse a una identidad que le permita soportar los problemas que trae su nueva vida. Por último, María es una joven filipina que llega a Canadá a vivir con su abuela tras la muerte de su madre. Sin embargo, la vida en el primer mundo no resulta ser una experiencia encantadora para esta joven que no logra adaptarse a ese entorno. LatAm Cinema dialogó con Arango a propósito del estreno de su nueva película.
“X 500” es una película que reúne tres historias y que parece abordar la identidad como el problema común a tales historias. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
El filme nace del deseo de explorar cómo una misma vivencia humana, aquella de la transformación ligada a la migración y la adolescencia, muta al entrar en contacto con contextos sociales radicalmente distintos. El proceso de la película se inició con una extensa investigación en las ciudades en las que sería rodada más tarde. En esa investigación pase mucho tiempo en las calles de los barrios elegidos observando las interacciones naturales entre sus habitantes y hablando con ellos para escuchar sus historias. Esto me permitió tener el material dramático y los detalles necesarios para escribir el guion. Después vino el trabajo de diseñar una estructura para la película que hiciera que las historias se entrelacen y dialoguen entre sí.
¿Cuáles fueron los principales desafíos para la producción del filme?
El principal desafío para la producción de “X 500” fue el trabajar en cuatro países, incluyendo Filipinas, con un equipo local en cada país. Esto implicó para mí, como director, aprender a transmitir las ideas y la esencia de la película a personas que vienen de contextos culturales muy distintos y que sienten y entienden el cine de maneras diferentes. Fue un gran reto, pero al mismo tiempo una experiencia de aprendizaje muy valiosa como cineasta.
“X 500” tiene lugar en Colombia, pero también en Canadá, Filipinas y México. Ello me hace pensar en la relación entre su experiencia -la de un joven colombo-canadiense que ha vivido en distintos países- y su cine. ¿Qué rol tiene esa distancia que da vivir fuera del país para contar las historias que le interesan contar en Colombia?
Creo que el vivir fuera de Colombia me permite contar historias enraizadas en el país pero que se comparables con las de otros contextos. Sin embargo, para que estas tengan fuerza y relevancia es necesario que nazcan de una extensa investigación en el terreno. Para mí es esencial tomarme el tiempo para entender y sentir los contextos sociales en los que suceden mis historias. Mi experiencia como inmigrante en diferentes países me permite hablar de la inmigración, entendiendo lo que significa buscarse en un espacio que, al menos inicialmente, no se maneja del todo. Creo que la inmigración es una de las experiencias universales y contemporáneas por excelencia, que está sucediendo de diversas maneras en todas las ciudades del planeta.
La búsqueda de la identidad es un tema que me cautiva y que aparece de diferentes formas en todas mis películas.
“X 500” tiene una de sus historias desarrolladas en un barrio popular de Buenaventura, un lugar en el que se expresan los principales problemas políticos, sociales y económicos del país. ¿Cómo fue el proceso para poder entrar al barrio Lleras, y cómo fue la interacción con la comunidad durante el rodaje?
Rodar en el barrio Lleras fue una de las experiencias más intensas y formadoras del proceso de producción de la película. Buenaventura, y el Lleras en particular, son espacios donde la violencia y el dolor conviven con una vitalidad humana impresionante. El acercamiento a este barrio empezó en la etapa de investigación, dos años antes del rodaje de la película. Inicialmente, entré al barrio con líderes comunitarios que me fueron presentando el trabajo que la gente está haciendo allá para superar la pobreza y salir de violencia. Fui conociendo gente muy valiosa haciendo todo tipo de proyectos en su propia comunidad, y explicándole a la gente cómo y por qué quería hacer la película allá. Después, en la preproducción y el rodaje, involucramos al máximo a la gente del barrio: como actores, pero también en el equipo de producción, alimentación, transporte. Este proceso hizo que la gente del Lleras sintiera la película de alguna manera como propia. Fue la población misma del barrio la que nos dio acceso y protección en sus espacios.
Algo que encuentro común entre sus dos largometrajes es una búsqueda de coherencia formal respecto de las historias que narran. También parece haber un interés en la juventud y en los asuntos relacionados a la búsqueda de identidad en medio de contextos hostiles. ¿Son estos rasgos que usted reconoce en su cine?
La búsqueda de la identidad es un tema que me cautiva y que aparece de diferentes formas en todas mis películas. Cuando escribo y ruedo una historia no intento trasmitir una idea preconcebida sobre este tema o el contexto en que se desarrolla. Intento más bien reaccionar de la manera más sincera y sensible posible a este contexto para mostrarlo en su complejidad, que siempre es una mezcla de luz y sombra.
Cada una de las historias de “X 500” tiene sus propios personajes, contexto y sucesión de hechos. No obstante, también parece haber una distinción de lo formal, donde probablemente el hecho de rodar con tres unidades tenga mucho que ver. ¿Podrías hablarnos sobre la construcción de cada historia?
La intensión formal de “X 500” es no uniformizar las tres historias, sino, por el contrario, explorar y aprovechar a fondo las características específicas de cada uno de los contextos en los que se desarrollan. La unidad se la da el estilo de cámara desarrollado en conjunto con Nicolas Canniccioni, director de fotografía de la película. Este hace que la cámara orbite continuamente alrededor de los protagonistas, revelándonos los espacios a través de la manera en que ellos los experimentan.
“X 500” está planteada como un dialogo continuo entre tres versiones de una misma historia en contextos diversos. Esta unidad está diseñada desde el guion, que va desarrollando el arco dramático de cada una de las historias de manera paralela, y fue puesta en práctica en el trabajo de cámara y sonido durante el rodaje, en el que se crearon transiciones meticulosas para ligar las historias. Y está concluida en el montaje y la postproduccion, en la que se afinó este dialogo en cuanto a ritmo, color, música y sonido. Para esto fue fundamental el trabajo concertado entre Felipe Guerrero, Nicolas Canniccioni y todos los demás artistas que aportaron su visión a la película.