Kiro Russo, director de “Viejo calavera”
El primer largometraje del boliviano Kiro Russo, “Viejo calavera”, ganó premios en Locarno, Buenos Aires, Rio de Janeiro, Cartagena y Carolina del Norte. El filme, producido por Socavón Cine, sigue a Elder Mamani, un joven a quien parece no importarle nada, bebe sin parar y no se muestra comprometido con el trabajo en una mina que le consiguió su tío. La película cerró una temporada de reconocimientos internacionales al haber sido nominada como mejor Ópera prima iberoamericana en los Premios Platino. LatAm cinema habló con el director y guionista paceño sobre las dificultades de filmar en entornos extremos, los desafíos de hacer cine en Bolivia y el papel del cine en la sociedad.
¿Cómo surgió “Viejo calavera”?
Es un trabajo que empecé a hacer en 2009. Fueron muchísimos años, viví mucho tiempo en las minas y me interesaba hacer una película sobre el tema porque los mineros son como un pilar en la historia de Bolivia. Para mí era importante tomar un tema muy nacional y darle una nueva interpretación en el cine, filmarlo de otra manera, y también reflejar ciertos aspectos de la idiosincrasia. Además me interesa mucho la oscuridad, me interesan mucho los espacios, los ruidos. Por eso me parece una película muy difícil de ver en la computadora: la fotografía y el sonido son lo más importante.
Filmar en una mina implica sortear problemas técnicos: la humedad puede dañar los equipos, los cables no deben llegar a ciertos espacios, etc. ¿Cómo lograron resolver esas situaciones?
Era muy difícil, la película tuvo muchísimas complejidades. Primero porque la hicimos entre muy pocos, éramos amigos que estábamos ahí. Obviamente yo ya estaba muy compenetrado con los mineros, ellos son realmente una parte importante de la película y muchos aportaron en lo relativo a las temáticas, a ciertas ideas de lo que había que filmar, y fueron fundamentales en la parte de producción y protección, porque es muy peligroso estar allí. La parte técnica ha sido uno de los problemas más densos. Generalmente caminábamos dos horas diarias para llegar a la locación, y en ese proceso los equipos terminaban empapados como si hubiesen sido metidos dentro del agua. Entonces había que llegar, esperar más o menos una hora o un poco más para que funcionaran y empezar a rodar. Algunas veces los equipos dejaban de funcionar directamente.
¿Y cómo hiciste para convencer al resto del equipo de entrar a la mina?
Hay cosas en el cine que tienes que hacer como se pueda y creo que tienes que convencer a la gente como se pueda. Nadie quería meter su cámara. A un tipo yo lo engañé, le dije “no vamos a entrar a la mina, viejo, ni en pedo”, y llegando ahí dije “Nos vamos a la mina”. Fue duro hacer eso. También sé que la película tomó muchos riesgos, pero a mí me encanta. Me encanta el cine que le puede abrir la cabeza a la gente y hacer pensar. Me parece que la película apunta mucho más a que uno saque sus propias conclusiones y que también te puedas realmente meter en la aceptación de estar ahí. Cuando yo fui las primeras veces bajo la tierra me parecía estar en otro mundo y me quedé fascinado con hacer que la gente pudiera sentir lo que yo había sentido. Creo que la película logra eso.
Haber tocado un tema histórico nacional para mucha gente fue durísimo, sobre todo para las esposas de los mineros. Fue durísimo que se haya mostrado que eso no es un mito, que es terrible pero es la realidad.
Tú ya sabías que querías desarrollar una historia en la mina ¿Cómo fue que decidiste contar la historia de Elder, un protagonista atípico, un antihéroe que se deja llevar por la vida y no toma decisiones?
En el tiempo que yo viví ahí quería encontrar una temática que fuera importante para la comunidad minera. Entonces llegué a la conclusión de que había una distancia generacional muy grande entre todos los jóvenes que ya no pueden ser mineros porque casi todas las minas están cerradas. Estos jóvenes terminan sin futuro y en la mayoría de los casos se vuelven alcohólicos, se vuelven pandilleros, y el personaje principal es uno de ellos. Me parecía muy interesante trabajar con estos jóvenes porque cuando llegué lo primero que me dijeron fue: “Mira, te tienes que ir de aquí. Te vas a morir, te van a matar, es muy peligroso”. Y era realmente muy peligroso, la gente a las nueve de la noche se metía en sus casas y los únicos que salían eran esos jóvenes maleantes, entonces yo decidí hacerme amigo de estos jóvenes. Fue un proceso súper interesante poder acercarme y tener mis amigos más allegados dentro de ese grupo, y para mí fue fundamental poder a través de esta película reconciliar la visión que tenía la gente en las minas de estos jóvenes. Porque mucho de ellos también trabajaron detrás de cámara, entonces se generó una situación interesante más allá de la película. “Viejo calavera” ha sido una experiencia muy importante para mí y también para los mineros, por ejemplo para Julio Cezar haber sido protagonista de una película obviamente le ha cambiado la vida. Por otro lado la película en Bolivia ha sido muy polémica. La estrenamos en la mina, en un cine antiguo, porque las minas todas tienen un cine, es un cine gigantesco como para 1500 espectadores. Hicimos la proyección ahí y fueron tres mil espectadores en un día. Y fue controversial porque justamente toca un tema muy sensible en Bolivia que es el alcoholismo. Yo considero que somos una sociedad alcohólica, culturalmente alcohólica, a todo nivel. Siempre está presente el alcohol, y es muy importante no sólo tomar sino “chumbarse la madre”. Es una cuestión cultural de todos, y yo me incluyo en ese grupo. Entonces haber tocado un tema histórico nacional para mucha gente fue durísimo, sobre todo para las esposas de los mineros. Fue durísimo que se haya mostrado que eso no es un mito, que es terrible pero es la realidad. Entonces se ha generado controversia incluso entre ellos: gente que defendía, gente que odiaba, gente que decía: “Esto no es cine ¿esto qué es?”, y eso a mí me parecía lo máximo porque para mí eso es el cine. Si fuera una película más estaría mal. Puedes haber hecho películas con mayores presupuestos, hay actores con los que seguramente te identificas mucho más, pero para mí eso no está tocando una fibra de nada sino que es entretenimiento. También me parece demasiado importante tomar riesgos. Lo malo es que te puede salir mal, puede ser que la gente no se conecte tanto, pero es importante ampliar el lenguaje, porque el cine es un lenguaje.
Luego de esa proyección en el cine de la mina ¿cómo fue la distribución en el resto del país?
Eso también fue muy curioso. Es muy loco, porque al no tener nada en Bolivia de sistema y organización, ni fondos ni nada, las reglas son otras. Pero al no haber un sistema y nadie que te ponga límites, sumado a que nosotros le dimos una vuelta comercial a la distribución, tuvimos bastantes espectadores, aproximadamente 20 mil.
En tu próximo proyecto entonces volverás a trabajar con los mismos actores...
No. Justamente al no haber un sistema en Bolivia lo que yo he decidido hace es crear un sistema mío y también un elenco de actores. Para mí es tan alucinante lo que ha pasado con “Viejo calavera” que estoy seguro de que muchos de ellos quieren volver a filmar y quieren hacer películas, entonces yo estoy escribiendo otras historias que suceden ahí. Pero la película que estoy preparando ahora es con otra gente. Obviamente sigo haciendo ciertas cosas, sobre todo sigue esa idea de trabajar con la gente que es lo que me interesa, pero la película sucede en La Paz y en Cochabamba, es una historia muy de la ciudad. También me interesa desarrollar mucho más la actuación. “Viejo calavera” no es una película de actores para nada, es una peli sensorial, contemplativa, en cambio la que estoy desarrollando ahora es mucho más de diálogo, con muy pocos personajes. Uno de los protagonistas es un amigo mío que se llama Max y es un tipo muy extraño. Vive en la calle hace cinco años y es como un Charlot de la vida real. Entonces es como un tributo a Chaplin pero realista.
¿Ahora que tu trabajo ha sido reconocido en Bolivia te resulta más fácil conseguir financiamiento?
No, para nada. Eso es algo que estoy sufriendo un poco. Fue muy difícil para nosotros hacer “Viejo calavera”, durante muchos años busqué fondos y coproducciones pero era imposible. La coproducción es muy difícil de lograr porque como no hay nada en Bolivia nadie quiere engancharse. Yo terminé pidiendo un préstamo en un banco. Luego por suerte nos fue bien y se pudo pagar, pero nunca jamás volvería a hacer algo así. Ha sido muy arriesgado, yo creo que hemos tenido la suerte de que haya salido todo bien, porque si no hoy estaría frito, entonces ahora estoy intentando buscar, pero la verdad es que es lo mismo.