Las productoras: Cuenco Cine, el cooperativismo como alternativa de producción
Con una impronta “de exploración creativa y sensibilidad social”, en su filmografía se incluyen varios cortos con importante recorrido internacional, incluyendo “El almohadón de plumas” de Joseph Specker, estrenado en Annecy, Sitges y La Habana; “Terra dos outros” de Ricardo Fontana, presentado en Bogotá Horror Film Fest, y “Variaciones” de Martín Klein, estrenado en una veintena de certámenes.
Recientemente han estrenado la miniserie de ficción “Ángel: una comedia sobre el cambio de siglo” de Manuel Soriano y en este momento están produciendo y desarrollando media docena de obras en corto e incursionando en varios trabajos de largo.
En paralelo, Cuenco se ha especializado en la construcción de esqueletos y rigs para personajes de stop-motion, un área poco transitada en la región en la que colabora con diferentes proyectos. En la actualidad, el colectivo está integrado por Piero Sabini, Ricardo Fontana, Matías “Lucho” Viera, Vania Konstantinovich, Pablo Turcatti y Facundo de Castro.
LatAm cinema conversó con Piero Sabini y Ricardo Fontana sobre el trabajo de la productora y sus desafíos como entidad cooperativa.
¿En qué proyectos está trabajando hoy Cuenco?
P.S.: Acabamos de estrenar nuestra primera miniserie, “Ángel”, producida junto a la cooperativa Intergalactic. Estamos produciendo dos cortos de stop-motion, “Lodo” del uruguayo-brasileño Joseph Specker, un corto mayoritario brasilero que estamos rodando en Uruguay, y “Sueño” del uruguayo Pablo Turcatti, que rodaremos después de “Lodo”. En desarrollo tenemos tres largos de ficción. El más avanzado es la ópera prima de Cristian Orta, “Montevideo Vampiro”, una coproducción con Brasil y República Dominicana que queremos filmar en 2026. “El monte próximo” es un proyecto que Ricardo Fontana está escribiendo con Micaela Domínguez Prost y que también coproducimos con República Dominicana; y “Los extrañamientos”, una obra que Martín Klein maduró durante muchos años y que, tras su fallecimiento, la intención es que Ricardo y Lucho sigan como directores. Además, estamos desarrollando tres cortos de ficción.
¿Y de stop-motion, qué están desarrollando?
P.S.: Estamos con “Reciclotopía”, un proyecto de Joseph Specker que nació en Brasil como serie y se convirtió en un largo mayoritario uruguayo. Estamos en reescritura de guion con Matías Ganz y Lucía Garibaldi con la idea de empezar el año que viene con laboratorios y mercados. También estamos con una miniserie dirigida por Mariana Wainstein, “Sujeto omitido”, que participó en el Stop Motion Our Fest (SMOF) en Argentina, donde ganamos una asesoría con la productora paulista Coala que derivó en una coproducción. Además, estamos trabajando como productora asociada en la segunda temporada de “Dos pajaritos” de Alfredo Soderguit y como productora minoritaria en el corto “El churrinche” de la animadora uruguaya Clara Rodríguez.
¿Se puede hablar de una línea editorial de la productora?
R.F.: En la mayoría de proyectos hay algún tipo de crítica o de mirada sobre la sociedad y la realidad que muchas veces está anclada en los géneros del cine o parte de ahí para romperlos. Esto no quiere decir que solo hagamos este tipo de cine, pero sí empiezan a repetirse estos elementos: se respeta mucho la mirada y la autonomía de cada uno.
¿Cuál es el germen de Cuenco? ¿Cómo y de dónde surge?
P.S.: La mayoría de los fundadores nos conocimos en la Licenciatura de Comunicación de la Universidad de la República (hoy FIC), y estábamos vinculados también a la militancia estudiantil o social. De hecho, con Ricardo creamos el primer emprendimiento en 2005, se llamaba El Arado Cine de Ideas.
R.F.: En esa primera etapa, digamos de 2005 a 2010, trabajábamos con una cámara, una computadora, las nociones que teníamos de la licenciatura y algún otro curso.
P.S: Y hace como 10 años, creamos Cuenco. En ese momento éramos Sol Infante, Martín Klein, Lucho (Matías Lucho Viera), Richie (Ricardo Fontana) y yo. Queríamos hacer cine y nuestra realidad personal no nos permitía hacerlo en solitario, teníamos que pensar otra manera. Entonces surge la idea de trabajar de manera cooperativa y colectiva.
R.F.: Después viene una segunda etapa en la que el stop-motion pasa a cobrar un papel importante a partir de un corto. Esto coincide más o menos con la creación de Cuenco Cine en 2013, antes la productora se llamaba Tucu Tucu. En ese momento, Piero combina una cuestión personal, su mudanza a una antigua panadería, con una apertura para hacernos parte a sus amigos y amigas de ese proceso. La remodelación de la casa para mí funciona como metáfora de la construcción en todo sentido, tanto de Piero como constructor de macacos y animador, como de todos nosotros construyendo. Porque implicó romper paredes, tirar, remodelar, pintar, construir y acomodar espacios. Además de una casa en la que muchos de nosotros vivimos, hoy es la sede de la productora.
¿Cómo fue ese proceso de construcción, hasta el estudio que es hoy?
P.S.: Con Tucu Tucu habíamos ganado un fondo para hacer un primer corto de animación, pero no pudimos hacerlo, no nos dio la capacidad ni el conocimiento. Entre otras cosas, alquilábamos un espacio como estudio y se acumulaban las deudas. Fue muy frustrante y entonces pensé que el día que comprara mi casa sería algo que me permitiera tener un estudio. Buscando mucho encontré una panadería abandonada por lo que podía comprarme un apartamento chiquito para vivir. Había que hacer mucha obra, pero con los años la fuimos haciendo.
“El ser una cooperativa nos dio una visión más de empresa y la posibilidad de conseguir fondos que no eran específicamente de cine”.
¿En qué momento definen la estructura de cooperativa?
R.F.: En un momento nos planteamos la necesidad de generar una base más sólida para lo que queríamos. Ahí conocimos a Intergalactic, la primera cooperativa de trabajo audiovisual uruguaya, y nos pareció que teníamos mucho en común. Entonces iniciamos un proceso de incubación para ser cooperativa y desde hace cinco años estamos constituidos como tal.
P.S.: Durante la incubación definimos no ser una cooperativa de trabajadores, sino de artistas, que no es exactamente lo mismo: básicamente, entramos en la nómina de la cooperativa cada vez que trabajamos, ya sea individual o colectivamente. La idea era tener una estructura que, por un lado, nos permitiera trabajar como casa productora, pero que también nos habilitara a seguir trabajando para otras entidades, ya fueran productoras o instituciones educativas.
También ofrecen servicios para el stop-motion, ¿cómo están trabajando esa rama?
P.S.: Además de hacer proyectos propios, hay algunas especializaciones del stop-motion que también las hacemos como servicio. Ofrecemos esqueletos, rig y winder rig, o sea, toda la estructura que mantiene al personaje. Trabajamos tanto con piezas totalmente artesanales como con piezas que son en parte artesanales y en parte en dos dimensiones para corte láser. En Uruguay no había nadie que lo estuviera haciendo y después supimos que tampoco había mucha gente en Argentina o Brasil. Entonces encontramos un diferencial y un lugar desde donde posicionarnos y mostrar la productora hacia afuera. Hicimos una alianza con el SMOF de Argentina para participar en los laboratorios, no solo con proyectos nuestros, cuando quedan seleccionados, sino dando premios de esqueleto o winder rig, según lo que precise cada proyecto. Eso nos ha permitidoa también hacer alianzas de desarrollo y de coproducción con otros estudios de Latinoamérica.
Están en muchos proyectos. ¿Cómo se organizan entre ustedes?
R.F.: Hay dos elementos que estuvieron siempre: apoyarnos y ayudarnos. Acompañar procesos que parecían imposible llevar adelante individualmente en nuestra realidad, pero que, al juntarnos, se empezaban a habilitar otras cosas. Además, el ser una cooperativa nos dio una visión más de empresa y la posibilidad de conseguir fondos que no eran específicamente de cine. Y empezamos a tener infraestructura para producir más rápido, más barato y con elementos de articulación. Trabajamos para que la estructura de Cuenco, el paraguas, siempre esté creciendo. A nivel operativo, tenemos una reunión general, ahora va a ser quincenal, en la que se ven las tareas, la administración de la cooperativa, y también se habla de los proyectos que tenemos.
¿Cómo se dividen el trabajo internamente?
P.S.: Si bien hay algunos compañeros que hemos terminado teniendo más visibilidad como producción ejecutiva, hay una producción ejecutiva del colectivo. Más allá de quién ejecute, hay una discusión sobre los proyectos. Y por eso me parece que también estamos trabajando tanto con producciones internacionales, porque es parte de esa visión colectiva, de sentir que para producir buenas obras, hay que juntarse. Y con ese aprendizaje, cuando haga una obra mía, las condiciones van a ser totalmente superiores y también tendremos más alianzas. Eso nos pasa tanto en las ficciones como en el stop-motion. Cuando hay un proyecto, rápidamente pensamos con quién sería orgánico juntarnos a hacerlo, porque realmente es la manera que entendemos que se puede mantener una producción constante que sea al mismo tiempo escuela y generadora de obra.
La cooperativa no es la figura más extendida en el audiovisual, ¿qué desafíos han encontrado?
P.S.: El primer desafío que encontramos es que no había mucha experiencia de cómo se trabajaba con una cooperativa. El mayor desafío ahora es seguir creciendo, estabilizarnos, tener nuestras películas y hacer de esto un proceso constante. Hay un problema que ya vemos que tendremos y es que los fondos tienen limitaciones de cuánto puede ganar una misma empresa. Entonces, si vos sos una cooperativa de productores, es probable que vayas a tener más proyectos para poder presentar.
R.F.: En ese sentido estamos impulsando fuertemente el vínculo con las otras cooperativas audiovisuales y está la intención de desarrollar una especie de clúster de cooperativas audiovisuales para ayudarnos y hacer una propuesta alternativa a lo que lo hegemónico establece a nivel empresarial.
¿Y qué retos visualizan a futuro?
R.F.: Soñamos con un momento en el que podamos estar más cómodos para hacer cine, pero también somos conscientes de que es muy caro y hay mucha gente que lo hace muy bien en el mundo. Estamos con incertidumbre respecto a cuestiones ligadas al sistema capitalista, confiamos en que los fondos van a seguir existiendo, pero hay mucha competencia.
P.S.: Cada obra tiene su forma de financiación y su estructura, pero por lo general son obras financiadas por los fondos estatales. Creo que hay una necesidad importante para el cine nacional y latinoamericano de pensar un cine cooperativo en el que parte de la financiación venga de quien lo realiza y que las ganancias sean también para quienes lo realizan. También precisamos encontrar otras fuentes de financiación.
¿Cómo cuáles?
P.S.: Por ejemplo, la serie “Ángel” la hicimos de manera cooperativa con Intergalactic. La infraestructura y el trabajo fue entre las dos cooperativas y después surge también que todo el rodaje sea con modelo cooperativo, con el crew y el cast. En la búsqueda de financiación apareció un fondo de desarrollo de industria cooperativa que, si ibas en red, podías hacer un proyecto bastante más grande que nos financió el 70%. Entre las dos cooperativas pusimos el 30%, compramos equipamiento que compartimos y armamos un rental que hoy nos genera ingresos a las dos.