• Luis González, director de DocMontevideo

Luis González, director de DocMontevideo

Desde hace siete años la capital uruguaya abre sus puertas al diálogo, la formación y el mercado de documentales y series de no ficción para establecer redes entre los realizadores y los canales de televisión. DocMontevideo se ha constituido como un festival de referencia en la región y continúa fortaleciendo su imagen internacional. LatAm cinema habló con su director, Luis González, para repasar su historia y entender su evolución.

¿Cómo se estructura el festival?
Las actividades del DocMontevideo están todas interconectadas y atienden básicamente a dos mundos: el de los creadores de documentales y el de las personas en cargos de decisión de televisoras públicas y culturales de América Latina. A esto, le sumamos otro polo: el de los interesados en nuevas narrativas interactivas y el uso de internet. Entre esos tres grupos, desde la organización fomentamos que se crucen las actividades, buscamos propiciar puntos de encuentro que fomenten el relacionamiento y la aproximación de esos diferentes perfiles, para que se apoyen en sus objetivos.

Otras veces has definido al DocMontevideo como un lugar para “abrir, promover, fortalecer el diálogo entre televisoras latinoamericanas y producciones independientes, con tres ejes: formación, networking y construcción de mercado”. ¿Esta edición continúa manteniendo esos objetivos?
Esos objetivos se pueden marcar de por vida, porque es una actividad dinámica y siempre se pueden ampliar mercados y conocer nuevas posibilidades. Además los players van cambiando: cambian los lugares desde donde posicionarse para producir, aparecen nuevos modelos de trabajo, de financiación, de cooperación, etc.

Cuando empezamos era una idea difícil, que en muchos intentos anteriores se había frustrado, pero al parecer nosotros entramos en una coyuntura donde los canales de televisión mostraron interés desde el inicio, más allá de las posibilidades que cada uno tiene, manifestaron ganas de relacionarse y encontrar modelos de cooperación entre ellos.

¿Cómo ha evolucionado el festival en estos siete años?
Empezamos como un espacio de reflexión y de venta de contenidos en 2009 y hoy en día es un espacio para desarrollo de proyectos de largo, desarrollo de series y sobre todo, es un espacio que muchos visualizan para el posicionamiento internacional de sus proyectos.
En estas seis ediciones vimos cómo los canales han ido desarrollándose y como ciertos países han tomado iniciativas claras de inversión. También sirvió para repensar qué es una televisión pública, cuál es su misión y visión y de qué manera se inserta en la cadena productiva del sector audiovisual; esas son discusiones que todavía hoy en América Latina están presentes. Este encuentro se da en un momento en que la televisión tradicional cambia, porque aparece la televisión digital y las posibilidades de interacción; aparecen nuevas narrativas interactivas, nuevas formas de programar, que suplantan a la clásica programación lineal, de tal día a tal hora. Aparecen, por ejemplo, contenidos on-demand y otras formas de consumo de los usuarios de los contenidos; sean de entretenimiento o culturales. Eso también lo hemos ido sumando en la propuesta del DocMontevideo.

¿Cuáles son los objetivos para esta nueva edición?
Cada año hacemos el esfuerzo por no bajar el listón y tratar de ponernos un desafío más. Este año dimos continuidad al espacio para dos proyectos en posproducción. A partir de una clase magistral que tuvimos el año pasado con el montajista Niels Pagh Andersen, se generó una red que nuclea 50 editores y que se va presentar en sociedad durante esta edición. De ellos surgió el interés de dar continuidad al espacio de pensar el montaje y en función de eso, este año tendremos como invitada a la montajista Jordana Bell. Estas cosas concretas nos muestran que lo que hacemos desencadena en otros procesos que trascienden el DocMontevideo.
Otras cosas que han pasado o están en proceso, es el desarrollo de diferentes modelos de cooperación con canales, para la producción de contenidos. En conjunto con la red TAL y con los canales latinoamericanos se desarrolló un modelo de coproducción solidaria en donde un canal presenta un formato, los otros lo replican en sus países y luego comparten de forma gratuita el producto que cada uno hace.
Cuando se está en un territorio que no es el hard bussines de la tv, hay que buscar nuevos modelos acordes al propio tamaño y a las posibilidades de los otros.

Las nuevas generaciones de documentalistas latinoamericanos abordan el género con una gran libertad, más allá de las modas y las tendencias que hay en distintos momentos.

Teniendo en cuenta estos cambios en la realización y distribución de documentales, ¿Qué ideas han incorporado?
En 2011 hicimos un taller de distribución y empezamos a pensar cómo utilizar otro tipo de contenidos y de subproductos para crear una audiencia en torno a un documental. Esta idea ha ido tomando un camino propio, que trasciende la función utilitaria en relación a un documental, para convertirse en un camino de producción de un contenido final hacia dónde dirigir todos los esfuerzos. Esto lo hemos transitado junto al National Film Board, que tiene un departamento de producción interactiva y que son un referente internacional en la vanguardia del documental no lineal para web.

Como actividad específica, hacemos una hackaton para el desarrollo de prototipos interactivos. Este año se seleccionaron tres proyectos que van a trabajar con un equipo creativo que incluye diseñadores gráficos, programadores y editores, para crear en 48 horas una versión posible de algo relacionado a ese proyecto. El producto no es el proyecto en sí, porque hay muy poco tiempo de trabajo, pero a través de esa experiencia se busca crear pautas de trabajo multidisciplinario, construir referencias y que en el mejor de los casos, ese prototipo sirva para buscar financiación y seguir desarrollándose.

Estamos en un camino muy experimental, una nueva tendencia y todavía no están claros los modelos de negocio, ni de financiamiento y ni lo que implican las dinámicas de producción. Este espacio no ha crecido tanto como los demás, en donde hay un montón de proyectos, pero sin embargo le seguimos volcando energía y estamos contentos, porque vemos que es un lenguaje que inevitablemente todos vamos a tener que aprender a manejar y desarrollar.

¿Qué áreas van a reforzar en un futuro?
Queremos mantener y seguir trabajando en esos espacios de reflexión más profunda sobre el quehacer del documental, sobre las historias de vida de los realizadores, su camino creativo, para que sirvan de referencia para otros realizadores que están empezando o que lo están transitando. La realización es un camino duro en el que es necesario potenciar redes, para posibilitar la realización de los proyectos y para compartir experiencias y sentirse parte de algo mayor. Hoy en día la mitad de los participantes son extranjeros y muchos toman la decisión de venir igual aunque sus proyectos no hayan sido seleccionados, porque la experiencia es inspiradora, porque se van a encontrar con gente con la que compartir e intercambiar ideas, porque el DocMontevideo es un espacio motivador.

¿Cómo ves el estado del documental en Latinoamérica?
El documental en Latinoamérica es un territorio interesante y frondoso, que llama la atención a nivel internacional. Las nuevas generaciones de documentalistas abordan el documental con una gran libertad, más allá de las modas y las tendencias que hay en distintos momentos, se encuentran propuestas muy diversas desde los abordajes, los dispositivos, los puntos de vista y las herramientas narrativas.
Hay reconocimiento internacional. Por ejemplo, el documental “Allende, mi abuelo Allende” (Chile), que pasó como proyecto por DocMontevideo, acaba de ser galardonado en el Festival de Cannes. Creo que más allá del proyecto en sí, ese premio habla de algo que está pasando a nivel regional. Hoy en día las corrientes no son tanto de un país o de otro, porque a través de plataformas como DocMontevideo, u otros festivales, se realiza una puesta en común. Además porque está todo accesible en internet; nunca se sabe cuándo dos ideas o propuestas se van a encontrar y pueden ser de lugares muy remotos.