Maite Alberdi, directora de “El salvavidas”

“El salvavidas”, opera prima de Maite Alberdi, es uno de los documentales latinoamericanos que mayor repercusión logró en su camino por festivales durante 2012, y una muestra del buen momento que atraviesa la cinematografía chilena. En cartelera de Chile desde el 17 de enero, cuenta la historia de Mauricio, un salvavidas convertido en el sheriff de su playa, que intenta mantener la ley y el orden convencido que el mejor en su profesión es aquel que no tiene necesidad de meterse al agua. Observando la rutina de este personaje y su rivalidad con su colega Jean Pierre, la realizadora da forma a un documental con narrativa de ficción, para radiografiar la idiosincrasia chilena en ese micromundo peculiar.

Chile tiene una larga tradición de documentalistas. Al comenzar a desarrollar “El salvavidas”, ¿te planteaste explorar un nuevo camino, tal vez no tan tradicional y más claramente ligado a la ficción?

Al comenzar a trabajar en “El salvavidas” quería hacer una continuación de la exploración de géneros que había hecho en “Las peluqueras”; sabía que quería hacer un documental pero que pareciera una ficción. Me interesa el valor de lo real, pero al mismo tiempo, me preocupa que tenga potencia cinematográfica, que exista libertad total en el montaje, narrativa y una forma audiovisual que realmente represente a los personajes y que genere contenido. Esos intereses claramente me acercaban a la ficción, a un control que esta fuera de la tradición del documental. Mis intereses son en esta y mis futuras películas desarrollar un camino en el cual cuando el espectador se enfrente a mis trabajos no importe si son ficción o documental, lo que importe es el contenido, la historia y su forma, desde un realismo estilizado.

¿Por qué elegiste radiografiar ese micromundo que es la playa en época de vacaciones?

Chile es un país de costa, y en la historia del cine existía sólo un documental de hace 20 años que retrataba la playa. Me parecía interesante retratar cómo somos los chilenos en un espacio donde todos nos vemos iguales, no hay jerarquías y la gente lleva su intimidad a la arena. Allí ejercen sus rituales cotidianos, por lo que se podía observar formas de vivir y relacionarse a puertas abiertas, sin ningún tapujo. En este espacio se revelan características específicas de nuestra idiosincracia claramente sin puertas que separen, todos hablan sobre los otros, comentan vidas ajenas como si fueran propias.

¿Cómo encontraste a los protagonistas? ¿Había características particulares que buscabas en ellos?

Busqué protagonistas en todas las playas de Chile, entrevisté alrededor de 180 salvavidas hasta encontrar al protagonista y al antagonista. Estaba buscando un perfil de salvavidas específico, quería un policía en la playa, la idea era ver el contraste que se generaba entre las personas que no querían tener ningún tipo de reglas cuando están de vacaciones versus un salvavidas que trabaja tres meses al año y lo único que quiere es hacer su trabajo e imponer su ley. Mauricio y su playa cumplían perfectamente con esta idea inicial, y además tenía otras características potentes como un conflicto claro con el salvavidas de la torre vecina por tener ideologías distintas. Mauricio cree que el mejor salvavidas es el que nunca se mete al agua y esto define a varios salvavidas de Chile, mientras que otros son rescatistas como su antagonista.

Al momento del rodaje, ¿les dabas algún tipo de directiva o todo se trataba del poder de observación?

La mayor parte del rodaje se centra en la espera, en tener paciencia hasta que la acción que estamos esperando suceda. Habíamos investigado mucho tiempo ese espacio, por lo tanto, sabíamos qué tipo de acciones queríamos rescatar, sólo había que confiar en que la realidad es cíclica y esperar que esas escenas pasaran. Por otra parte, realizamos investigación paralela al rodaje buscando personajes secundarios, y para tener el plano necesario también les solicitábamos a los personajes repetir ciertas acciones o diálogos, que a veces nos perdíamos o no lográbamos como queríamos.

La película tiene un tono de comedia que considero es lo que ha sido determinante para lograr empatía con el público. Sin embargo bajo esa fachada de comedia costumbrista hay una mirada tragicómica sobre la sociedad chilena. ¿Qué te interesaba exponer desde ese aspecto?

La forma en que suceden las cosas en la playa son cómicas y creo que tiene que ver con nuestra manera de vivir en general. El humor se da por el choque entre lo que quiere el salvavidas y lo que quieren los veraneantes. También hay comedia en diálogos cotidianos de los personajes que es natural en un espacio de esparcimiento como la playa, un espacio del cual todos solemos tener buenos recuerdos de nuestra vida, de momentos de ocio, de entretención, de recuerdos familiares. La idea era marcar evidentemente cómo se generan las tragedias. La película termina siendo un gran drama, pero es un drama de lo precario, un drama que se podía ver venir porque no hay condiciones adecuadas para que sea de otra manera. La precariedad nos hace reír, nos parece ridículo un salvavidas que no tiene radio, que no tiene megáfono, que trata de imponer el orden y es exagerado. En esa falta de respeto o de preocupación hacia esa autoridad se produce una visión irrisoria, pero que finalmente lleva a lo terrible. Ese contraste me interesaba. Quería exponer la tragedia de lo precario, conviviendo con la comedia de la vida en momentos de esparcimiento.

Actualmente en Chile se está produciendo un número significativo de películas, que han logrado buena repercusión en festivales, y ahora se vive una suerte de exitismo con la nominación al Oscar de “No”. ¿Cómo analizas este momento?

Creo que es un momento importante, para el cual todos trabajamos desde distintos lados, con distintas películas en distintos festivales. No sé si se vive un exitismo, pero sí una sensación de reconocimiento de la diversidad de nuestra cinematografía, y sí, por qué no decirlo, puede que el cine chileno esté de moda, pero confío en que no es una moda pasajera, porque no hay una línea que iguale a nuestras películas, todos los directores tienen un estilo muy definido, con historias muy distintas por lo que se seguirán creando contenidos diversos que no tienen relación con una moda.

“La once” es tu nuevo proyecto, ¿qué puedes adelantar?

“La once” es un documental de varios años de seguimiento de un grupo de amigas que se junta a tomar el té una vez al mes desde hace 60 años. Es una película que transcurre en un solo espacio, la mesa, y nos adentramos en un espacio de intimidad femenina, donde los personajes comparten sus últimos años.

“El salvavidas” ha recorrido un importante camino internacional en festivales, ¿esto facilita la concreción de tu nueva película en algún punto? ¿Cómo planeas su estructura de producción?

“La once” está en etapa de edición, y sin duda, el éxito de “El salvavidas” en festivales me ha permitido obtener financiamiento internacional para los nuevos proyectos, lo cual ayuda a asegurar que los nuevos proyectos serán vistos en otros territorios. Por lo tanto, ahora las estructuras de producción ya no las planeo con financiamiento exclusivo nacional, sino en complemento con televisoras o fondos internacionales.

“Puede que el cine chileno esté de moda, pero confío en que no es una moda pasajera”