Marcelo Panozzo, director artístico de BAFICI

Con convocatoria recientemente abierta, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) prepara su 15° edición presentando cambios. Tras un lustro se modificó su dirección artística con la llegada del periodista, crítico y editor Marcelo Panozzo, quien fue programador del festival en dos gestiones diferentes. En charla con LatAm cinema, Panozzo comparte su visión y propuesta para refrescar el certamen más influyente de Latinoamérica. Por Cynthia García Calvo

La llegada de un nuevo director acarrea cambios. ¿Cuáles son las innovaciones que te planteas para la próxima edición de BAFICI?
Por un lado, viene muy parecido a su historia y a sí mismo. Y por otro, lo que vamos a tratar de modificar es la manera de presentárselo al público; eso que en la jerga se llama arquitectura del festival. Creo que BAFICI ya lleva demasiados años con una estructura de secciones que quizá se haya desgastado un poco. Me parece que hay algo de BAFICI que mezcla tradición con tomarle al pulso al cine moderno, con algunos descubrimientos, que funciona bien y que distintas administraciones no solo han mantenido sino que han fortificado. Espero que lo que estamos haciendo logre seguir haciéndolo crecer por ese lado. BAFICI en términos espirituales va a ser el mismo y en términos cosméticos va a tener algunos cambios.

Una de las marcas del festival es su inabarcable programación, ¿esa es una característica que se va a mantener?
Eso fue un tema siempre. Es un festival tan inabarcable que en algún punto la gente se estresa con no poder ver todo lo que hay. Yo no quisiera bajar la cantidad de películas, pero a la vez el panorama que hay en el cine cambia todos los años, entonces tampoco quisiera poner cosas de relleno para llegar a una determinada cantidad de películas. Queremos estar cien por ciento convencidos de cada película que damos. Ese es el ideal. Ahora en caso que haya una baja porque la calidad no nos convence, será leve. Es un festival que siempre va a estar por encima de las 300 películas.

Con respecto a los programadores, hubo una disminución en el equipo de trabajo. ¿A qué se debe este cambio?
Yo había trabajado con Quintín y éramos un equipo de tres programadores y el director. Después trabajé en un equipo grande que fue el de (Sergio) Wolf. Yo me quedaba con la experiencia de un equipo más chico, me parecía que funcionaba mejor el diálogo sobre el cine. Ahora somos cuatro más el director, o sea, cinco programando. Y lo que hacemos también es confiar determinadas secciones a programadores invitados de afuera. Si hay determinada sección o director que nos gusta pero cuya obra no conocemos en profundidad, prefiero delegarlo en alguien. Creo que eso le da aire al festival y lo abre al mundo. Entonces por eso hay menos programadores. Y el diálogo sobre el cine que estamos teniendo me entusiasma mucho. Creo que discutir cómo tiene que ser el festival y qué películas tienen que competir o no, es algo totalmente vital. En mi experiencia en el equipo grande eso no funcionaba tan bien, y en este equipo más chico funciona mejor. Es un punto de vista.

En los últimos años el festival incrementó la presencia latinoamericana. Ahora que se encuentran en una etapa de búsqueda de material, ¿cómo vislumbras la presencia del cine de la región?
Siempre es una prioridad mirar con lupa qué pasa en Argentina, mirar muy seriamente alrededor –Chile, Uruguay, Brasil- y al resto de Latinoamérica también. Las películas grandes del mundo llegan más fácil; a las latinoamericanas hay que ir a buscarlas. Igual no quisiera forzar a tener una cuota de películas latinoamericanas. En la medida que estén buenas, yo creo que tienen que estar. Por ejemplo, ya tenemos unas cinco películas chilenas que estamos convencidos que tienen que estar.

¿Qué pasa con los países latinoamericanos con cinematografías menos desarrolladas, que no han logrado tanta exposición internacional?
Ahí tenemos dos cosas que creo que nos suman. Por un lado, los proyectos que participan en ediciones previas del BAL nos permiten hacer un seguimiento de determinadas películas, y por otro lado, una de las programadoras es Violeta Bava, quien es delegada latinoamericana para el Festival de Venecia; entonces ella está completamente al tanto de lo que pasa. Este año fuimos a Lima y descubrimos dos películas peruanas que nos encantaron. Son cinematografías más chicas, con menos producción, donde es más difícil conseguir cosas, pero confiamos que si hay y la descubrimos va a estar en BAFICI. El tema es poder llegar hasta la película.

BAFICI se estableció como la plataforma del cine argentino. ¿Ese va a ser el perfil para el año próximo?
Espero que sí. Yo creo que hay dos plataformas importantes, que son BAFICI y –en menor medida- Mar del Plata, a lo que se está sumando con fuerza Ventana Sur. Son tres polos de perfiles distintos, desde los que el cine argentino tiene que partir. Creo que en BAFICI, la lupa sobre el cine argentino es total. Queremos tener dos o tres muy buenas películas en la competencia internacional, y una competencia argentina lo más grande e interesante posible. Y todo lo que no compita que tenga espacio en distintos lugares del Panorama. Que la oferta no decaiga con respecto a años anteriores es un ideal.

Dirigir un festival tan influyente es un auténtico reto, ¿cuál personalmente es tu desafío?
El desafío es que se perciba diferente algo que en el fondo tiene el mismo sello de calidad de siempre.

“Las películas grandes del mundo llegan más fácil; a las latinoamericanas hay que ir a buscarlas”