Marialy Rivas, directora de “Princesita”
Tras el éxito de “Joven y alocada” en 2012, la directora chilena Marialy Rivas regresa a la cartelera con su segundo largo, “Princesita”, un inquietante filme que en clave de drama fantástico aborda el abuso infantil y la pederastia. Con una arriesgada apuesta estética, “Princesita” es un relato mágico y perverso que sigue las vivencias de Tamara (Sara Caballero), una niña preadolescente que es abusada en una secta al sur de Chile encabezada por Miguel (Marcelo Alonso). Relatado con una voz en off en primera persona, Rivas pone el foco en una traumática experiencia inspirada en hechos reales.
Producida por Fábula en coproducción con la española Setembro Cine y la argentina Sudestada, el filme tuvo su lanzamiento mundial en el Festival de Toronto y continuó su periplo en San Sebastián - donde había participado en Cine en Construcción en 2015-; para estrenarse en el país austral en el marco del Festival de Valdivia, dentro de la competencia nacional. El pasado jueves 19 de octubre se lanzó en 30 pantallas del país austral de la mano de Fábula.
LatAm cinema conversó con la directora al día siguiente de su primera exhibición en Valdivia, una semana antes de su estreno comercial.
¿Qué te inspiró para contar esta historia?
La verdad es que la primera inspiración salió de una noticia que ocurrió al sur de Chile en 2012. Tomaron presa a una familia que era un culto, estaba compuesta por 4 hombres: tres tíos y un padre de esos tíos más una niña. Y ellos decían el pater familia era el regidor de esta minisecta, y decía que esta niña era la encargada de traer el mesías que iba a evitar el fin del mundo. Y a mí me llamó mucho la atención porque dije `wow, siempre los hombres no ven que hay un humano ahí, sino que ven un vehículo de su objetivo´. Eso me impactó mucho, pensé que era una metáfora de lo femenino. Por eso me empecé a obsesionar con esa historia y evidentemente luego entró la ficción y después empecé a entender que no solo era abuso psicológico, sino también había abuso sexual, y al ser una niña entró la pedofilia, entonces empieza la misma historia a tener más ángulos y a transformarse en lo que viste ayer.
¿Cómo fue el desarrollo del proceso, desde que lees la noticia hasta su estreno el pasado septiembre en Toronto?
Yo leí esa noticia en 2012 y empezamos a escribirla en 2013. Estoy acostumbrada a hacer muchas cosas al mismo tiempo, yo no funciono encerrándome seis meses a hacer el guion, sino que voy recolectando cosas que me van inspirando para distintos proyectos y también me gusta reposar y poner distancia. Entonces el proceso de escritura fue durante 2013 y 2014.
Después de eso, hicimos una primera parte de la filmación en abril de 2015, filmamos cuatro semanas y tuvimos que dejar cuatro jornadas para filmar ocho meses después, que fue cuando los niños recién tuvieron tiempo. En el medio de eso monté, primero con una montajista chilena y luego con una argentina.
Terminamos de filmar en octubre o noviembre y en 2016 entró a montar Felipe Gálvez. Nos dimos de golpes en la cabeza unos diez meses, también con frenos: como la historia tiene una vibración oscura, para mí era muy desgastante estar todo el día escuchando a ese tipo, mirando esa oscuridad... Llegué a soñar con Miguel, y vi que estaba colonizando toda mi vida y tenía que parar para digerir ese nivel de oscuridad. La postproducción, que se hizo en Argentina, también se fue estirando, supongo que también eso permitía pausarse, mirar y volver a meterse.
Funciono desde la intuición. Me gusta tener las máximas piezas de un puzzle encima de la mesa para hacerlo más complejo y variado.
Si el trabajo con actores infantiles siempre es complicado, ¿cómo fue en este caso, con un tema tan oscuro?
Contratamos a una acting coach, María Laura Berch, una argentina que es experta en niños, que ha hecho 70 películas. Ella no podía estar en rodaje, pero nos ayudó mucho en la etapa de ensayos. Por ejemplo, escribimos la biografía de la niña versus la biografía del personaje para que la diferenciara y no se confundiera, porque los niños viven más el mundo de la fantasía; hacíamos juegos de confianza, ensayamos las escenas más complejas para que supieran cómo iban a suceder...
Con Sara, que era quien estaba en el centro, se habló y se trabajó desde el lugar de que ‘tu tienes una vida cuidada, nunca te ha pasado nada, pero hay niñas en el mundo que tienen historias muy tristes; y estás siendo generosa y valiente de prestarles voz a esas niñas para que el mundo pueda conocer estas historias´. Entonces ella siempre se sintió muy orgullosa de su trabajo desde ese lugar, que es el lugar que encuentro que corresponde. En rodaje también teníamos una doble de cuerpo para las escenas más demandantes, y lo rodamos sin ser explícito, claro, no los vas a exponer a una imagen explícita.
En relación a la forma, que es muy propia, ¿Cómo trabajas el proceso creativo? ¿Cuándo te estás imaginando la película, ya desde el guión?
Yo funciono desde la intuición. Es loco, porque por ejemplo el abuso lo descubrí posterior, pero si yo pienso en la referencia, me estaba basando en imágenes de Sally Man y Bill Henson, una fotógrafa y un fotógrafo que tienen una vibración un poco desde la pedofilia, pero yo no sabía de buenas a primeras que estaba yendo hacia ese lugar.
En el segundo día de rodaje decidí filmar todo en cámara lenta para tener las máximas herramientas posibles para contar la historia. Pensé `como es un personaje silencioso, puedo tal vez poner diálogos que no están sucediendo ahora y que no sé todavía que los voy a necesitar, pero lo voy a entender después´. Me gusta tener las máximas piezas de un puzzle encima de la mesa para hacerlo más complejo y variado.
Es una mezcla, sin duda que siempre hay elementos desde el inicio, por ejemplo siempre quise que el arco fuese de luminoso a oscuro, pero las decisiones que voy tomando son súper intuituivas, como por ejemplo que termino colorizando toda una parte roja, o todo azul, lo voy sintiendo cuando estoy con las manos en la masa.
En relación al estreno, ¿cómo crees que la va a recibir el público chileno?
Si lo de ayer es un indicativo, parece que bien. Tenía un poco de susto porque hay hartos fans de “Joven y alocada” en Chile, y es una película totalmente en otro tono, es un dramedy mucho más pop, claramente juvenil; y esto es un thriller psicológico, lo cual es más difícil de experimentar, más demandante. Pero, sin embargo, la mayoría de gente ayer eran fans y les gustó, así que puede ser que le vaya bien después de todo; a pesar de ser un tema duro, que uno en verdad no quiere mirar, pero son temas necesarios.
De los siete largos que integran la Competencia Nacional Chilena, cinco son dirigidos por mujeres, ¿se puede hablar de un auge de cineastas mujeres en Chile en este momento?
Es loco, porque Chile es un país ultramachista, por ejemplo no tenía ley de aborto hasta hace 3 semanas en ningún escenario, lo cual es un abuso extremo. Y al mismo tiempo, hay muchas directoras mujeres en un espacio que es generalmente masculino. No sé a qué responde, es muy raro chile, tiene estas duplicidades muy curiosas que no logro entender. Pero también es una cosa del año, directores hombres hay, pero también mujeres. Si en general hay diez hombres y una mujer; acá hay diez hombres y ocho mujeres, es inusual y fantástico, y el respeto es idéntico, la gente está igual de interesada y eso es bastante emocionante.