• Niles Atallah, director de “Rey”

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Niles Atallah, director de “Rey”

Con la distribución de DCI, joven empresa chilena abocada a la circulación de cine nacional independiente, el pasado 8 de enero se estrenó en 14 salas del circuito alternativo de todo el territorio austral el singular y premiado largometraje “Rey”.

El último filme del director estadounidense- chileno Niles Atallah (“Lucía”) propone una inmersión onírica en la historia de Orllie-Antoine de Tounens (Rodrigo Lisboa), el abogado francés que se propuso “liberar” la Araucanía, creando, con el apoyo del pueblo mapuche, un nuevo reino liderado por él.

Con un sólido trabajo de experimentación narrativa, sonora y visual, y apoyándose en cintas de 8, 16 y Súper 8 filmadas en el proceso de desarrollo y deterioradas intencionadamente; el filme brinda una experiencia vivencial, particular y desconcertante en torno a la historia y memoria de las ambiciones coloniales y las luchas de los pueblos originarios.

Acreedor del Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Rotterdam, el filme ha tenido un interesante recorrido por el circuito internacional de festivales, como FICUNAM (Premio del Público), Cinélatino (Premio de la crítica francesa) o FICValdivia. LatAm cinema conversa con Niles Atallah en torno al proceso creativo de “Rey” tras su primer fin de semana en salas.  

¿Cómo llegas a esta historia del Rey de la Araucanía y qué te mueve para llevarlo al cine?

Me topé con la historia de Orllie-Antoine de Tounens en el capítulo de un libro cerca del año 2000. Me puse a leer todo lo que pude acerca de él. Provocó mi curiosidad al inicio por la naturaleza excéntrica de la historia. Tenía un aspecto de cuento de hada que me intrigó: un abogado francés que soñó con ser el rey de una tierra lejana. Pero debajo de esa aparente simplicidad, intuí algo muy complejo: simultáneamente era un personaje absurdo, heroico, inspirador y patético. Empaticé con la dedicación que mantuvo a su sueño, a pesar del hecho que me repulsó su deseo de poder y de dominar a otros. Lo que me intrigó tanto era hasta dónde estaba decidido a llegar. La forma en que persiguió su sueño parece totalmente insana, consumiendo el resto de su vida. Pero es precisamente en esta frontera con la sanidad que su aventura transciende el deseo de poder y dominio convencional y que lo expone como una especie de poeta y no un líder político.

La película necesitaba tiempo para gestarse ya que sabía que no quería confrontar la historia de este hombre como un biopic, necesitaba un tratamiento particular, un proceso que fuera fiel al espíritu de Orllie-Antoine y su capacidad de soñar.

“Rey” propone varios puntos de vista, los enfrenta y se mantiene ambigua en relación a la historia y ambición colonialista de Orllie-Antoine de Tounens. ¿Cómo se dan estas decisiones?

Al momento que empecé a investigar Orllie-Antoine me di cuenta que estaba siendo arrinconado en el ejercicio de crear una versión “definitiva” de la historia, y me di cuenta que el mero acto de mirar hacia atrás, hacia la historia, es un ejercicio narrativo en sí. Es como una reconstrucción forense de un crimen o un desentierro arqueológico: se encuentran restos, fragmentos de evidencia, objetos, archivos, etc.; que se entretejen, narrativamente, con el fin de crear una historia coherente. Pero, ¿cuántas historias son posibles? ¿Cuántas maneras se puede interpretar esta misma evidencia? Para mí esto fue muy intrigante.

Una dosis muy alta de subjetividad es inevitable en la creación de una de estas posibles historias. ¿Como podría evitar proyectar mis propios intereses y deseos, independiente de su sutileza, encima de la historia que yo creaba? El intento en sí era absurdo, en mi opinión, y lo más obvio eran los hoyos en la narrativa. Me intrigaba mucho la ausencia de conocimiento que rodeaba a este hombre, que era la misma ausencia que rodea todas nuestras vidas. En realidad, el pasado es un abismo desconocido, y cuando tratamos de recordarlo o darle forma, es simplemente una construcción nuestra, un espectro. Para poder darle orden, lo dividimos en pedazos pequeños y dirigibles y después llamamos estos fragmentos “lo real”.

Traté de enfrentar lo desconocido que rodea la figura de Orllie-Antoine e incorporarlo dentro de la narrativa y el formato de la película. La película es un ejercicio fútil en tratar de conocer el pasado, en tratar de conocer a otra persona… este acto en sí está en su base fracasado y lleva hacia la construcción de irrealidad. A pesar de esto, trata de conocer, intenta lo imposible. En mi opinión, este intento imposible es central en el arte, es central en el acto de soñar.

Las películas tienen que provocar, generar discusión y reflexión”.

La propuesta estética hace de la película una experiencia vivencial, ¿cómo trabajaste esta exploración?

Decidí que haría mi propio archivo de Orllie-Antoine y de rellenar los vacíos que había en el registro histórico, sabiendo que serían ficticios e imprecisos, serían manifestaciones imaginarios de la vida del rey. Entonces, antes de escribir un guion propuse al actor, Rodrigo Lisboa, filmar pruebas en 16 y Súper 8. Filmamos experimentos a lo largo de varios años. Enterré y desenterré este celuloide y fuimos testigos de cómo fue deteriorando. El guion nació de este proceso de trabajo, que lo viví en conjunto con investigación histórica y de los inicios del cine. A lo largo de la película podemos experimentar estas “memorias” del rey como si fueran nuestras. El espectador es testigo de cómo estas memorias se deterioran, físicamente a través del deterioro de la emulsión cinematográfica; y también narrativamente, a través de cómo las memorias se van transformando. Estéticamente, “Rey” no propone una realidad externa que se puede reconstruir de manera empírica. La película propone un espacio donde lo externo y lo racional no pueden ser separados de todo lo demás. Lo racional cohabita el mismo espacio que lo irracional, lo fantástico y lo absurdo.

Con un proceso creativo tan complejo, ¿nos podrías contar más sobre su desarrollo? ¿En qué etapa sientes que se crea “Rey”?

He confrontado la creación de “Rey” como cualquier película he hecho: como un proceso de descubrimiento que no permanece dentro de los límites del pensamiento lógico. En la película las cosas pueden coexistir en lugares que parecen ser opuestos. Este es un espacio natural para la práctica artística. Creo que el arte es un campo de juego, una práctica que tradicionalmente pertenecía a la magia y a la religión, pero es distinto a la religión en el sentido que no pronuncia dogmas, el arte propone un lugar que se abre a sí mismo hacia más y más preguntas.

Respecto a la práctica artística, creo mucho en acciones intuitivas. El acto de enterrar y desenterrar tiene que ver con esto, realmente trae a la superficie ideas y es un vehículo para manifestar experiencias ocultas. En algún momento, durante el proceso de creación se me presenta la necesidad de hacer algo, de actuar encima de una idea en vez de simplemente escribir y pensar en lo abstracto. Usualmente no entiendo la acción ya que surge de una intuición cuyas raíces están enterradas en una zona desconocida de mi mente. Se siente como un impulso animal, una necesidad física de hacer algo sin saber por qué. Esta acción es usualmente muy simple y no es importante en sí misma, es alquímico en su naturaleza, un acto de magia: una acción que tiene su base en la transformación de algún material y puede ser tan simple como quemar algo, lavar algo, enterrar algo, etc.

Había tantas etapas en el desarrollo de la película que es muy difícil identificar un momento que la película tomó una forma definitiva. Fue un proceso largo, de años de cultivar ideas y experimentar caminos posibles. “Rey” es la suma de esta experiencia acumulada de 8 años de trabajo.

Después del recorrido en festivales internacionales, ¿cómo crees que se va a recibir en el público chileno?

Ojalá el público chileno sienta la misma curiosidad y fascinación que yo encontré con el personaje y la historia. Retrata un momento muy particular e importante en la historia chilena. Creo que muchos la van a ver con indiferencia, seguro muchos la van a odiar, otros se van a sentir muy confundidos y ojalá muchas personas la van a amar y a sentirse inspirados. No creo que se pueda pedir mucho más que eso, así es el cine. No propongo hacer películas que vayan a complacer a muchas personas. Las películas tienen que provocar, generar discusión y reflexión. Y eso va de la mano con el rechazo y los enemigos, es parte de traer algo al mundo y exhibirlo ante otros seres humanos.

¿Puedes adelantar algo de tu próximo proyecto?

Estoy trabajando en un proyecto que se llama “Gemelos celestiales” por el momento, se inspira en gran parte del Bardo y de un mundo entre la muerte y el renacer.